Brains War

Introducción

La costa suroeste estadounidense nunca había sido testigo de semejantes hechos, el narcotráfico había aflorado en sus playas, navegado por sus mares y no había sido parado. Lo propio de zonas de Sudamérica y Europa había traspasado fronteras, había llegado a lo intocable, había entrado en Estados Unidos. Los estados de Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Florida y Alabama estaban teñidos de colores: blanco, gracias a la cocaína; marrón, gracias al hachís y a la heroína; pastillas y polvos cristalinos de MDA, lluvia inodora e incolora de Popper y cartones de colores de tripis y LSD.

Para conocer esta historia es necesario conocer el nombre de Carlo Castelluzzo, el mayor narcotraficante que ha conocido la costa italiana, el dueño de toda la mercancía que había empezado a llegar a el norte del continente. Pero él no era el responsable de la entrada de estupefacientes, la responsable es Blake LeBlanc, descendiente de un antiguo trabajador de Carlo, Piero LeBlanc, desaparecido desde que su hija abandonó la península italiana. Nadie que perteneciese al círculo más allegado a Carlo conocía el verdadero paradero de Piero, pero sí que lo conocía alguien del exterior.

Todos los jóvenes y los no tan jóvenes estaban concienciados de lo que pasaba por las calles de sus lugares de residencia, pero lo que no sabían es que tenían la cabeza pensante conviviendo con ellos como si de una persona más se tratase, pese a que Blake no era del todo una persona más, sus ojos azules, tapados normalmente por unas gafas de pasta negra, y sus pecas, un piercing de aro en el lado derecho de su nariz, sus labios, una obra de arte para quien conseguía besarlos, su pelo castaño, liso y con un largo que no pasaba de sus hombros; de manos pequeñas y dedos finos capaces de empuñar, sin miedo alguno hacia el pecho de alguien, su inseparable Colt 1908 Pocket Hammerless .380.

Pero no solo se trata de la introducción se esas substancias en el país, se trata de toda la sangre que cae, de todo el dinero que se mueve, de toda la gente que está de por medio, como efecto colateral o no. La costa sudeste no tenía la singularidad característica de la costa gallega, también involucrada en temas de narcotráfico gracias a sus contactos del Cártel de Medellín.

Tampoco son las diferencias de las múltiples costas que son, cada día, testigos de lo que en ellas ocurre: intentos de redadas, muertes, lágrimas y besos de despedida.

Esa es la historia de Blake LeBlanc, la chica que lo perdió todo, o casi todo.



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En el texto hay: narcotrafico, drogas, amor

Editado: 11.05.2018

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