Si había otra cosa que odiara más que nuestra mierda familiar era cuando discutíamos. Se supone que eras la otra mitad de mi corazón. ¿Por qué discutíamos tanto si se supone que me complementabas?
Ah, sí. Porque aunque intenté con todas mis fuerzas deshacerme de nuestra Heather de Conan Gray (ya me aprendí el nombre, por ti), nunca se fue. Cuando no estabas, ella era la que me dejaba apoyarme en ella. Aunque no lo necesitara porque yo ya te tenía a ti. Así que de nuevo, te lo dije. Y de nuevo, discutimos.