La llegada del siglo XX nos encuentra con los descendientes de los Shasu (Ver capítulo 3) divididos en tres grandes grupos: Judaísmo, Cristianismo e Islam, es decir las religiones abrahámicas. A su vez el Judaísmo sigue dividido en mesiánicos y apocalípticos mientras que el Islam está dividido en Sunitas y Chiitas, lo que ha provocado conflictos y sangrientas guerras, y el Cristianismo lo está en católicos y protestantes, pero esto es solo una generalización, existen miles de ramas del cristianismo, todas ellas afirman ser la correcta y todas condenan al castigo eterno, con llanto, crujir de dientes y toda la venia, a las ovejas de las demás iglesias cristianas mientras esperan el día del juicio final.
Iglesias se crean y desaparecen constantemente, algunas prosperan más que otras, como las iglesias evangélicas de Latinoamérica, en ocasiones se vuelven sectarias, como los testigos de Jehová, y les puedo asegurar que la gran mayoría de los fieles de estas iglesias no sabe que Yahvé, latinizado Jehová, es un mito surgido de la primitiva adoración a los volcanes en el cercano oriente durante la edad de bronce.
Parecería estar todo dicho pero hay un libro, (y la iglesia que se fundó en torno a este), que realmente despertó mi interés y curiosidad…