Él sabía que debía terminar de escribir aquél libro. Sabía que en cuanto lo hiciera, su mejor amigo lo llevaría a la editorial en la que trabajaba y haría todo lo que estuviera a su mano para publicarlo. Sin embargo, no podía hacerlo.
Por mucho que hubiese pensado cuidadosamente cada detalle, a la hora de sentarse a escribir se bloqueaba. Amaba escribir, sin embargo algo... algo le estaba frenando. Pero... ¿Qué?
Luego de darle muchas vueltas llegó a la conclusión de que aquello a lo que le temía no era a escribir, ni a terminar su libro, sino a lo que pasar luego. ¿Todos aquellos desconocidos leyendo y criticando su trabajo como si fueran carniceros rebanando un trozo de carne? No gracias. Pero... Necesitaba aquello. Necesitaba terminar la historia y también publicarla. ¿De qué iba a vivir sino? La escritura estaba siendo su única salvación desde hacía meses.
No le quedaba más opción: iba a tener que superar su miedo, al fin.