Sonrisas en la tristeza.

Vistes de negro, tus lágrimas caen y no intentas ocultarlas. Pequeños caminos negros se extienden desde tus ojos hasta tu barbilla, marcando senderos de tristeza que no podrás borrar hasta que pase un tiempo.
Te pones a pensar en eso, en el tiempo, y de pronto eres consciente de que solo eres segundos acumulados. Te deprimes más aún, te hundes y tu mirada pide ayuda a los gritos, pero tu garganta está sellada.
Alguien lo nota, corre a ayudarte y tú lo apartas. ¿A qué le temes? No podrán dejarte peor de lo que estas ahora, y aún así...Temes encariñarte y que todo vuelva a empezar: las sonrisas, los buenos momentos, los besos y caricias, las risas, todo lo bueno que poco a poco dejó de estar ahí para ti, todo lo bueno que al faltarte te hizo terminar así.
Tú sabes que eres valiente, que eres fuerte y que eres alegre, o al menos así eras. Quieres volver a serlo pero tienes miedo de volver a caer. ¿Te digo la verdad? Si no lo intentas vivirás siempre en el suelo, si no lo intentas no vas a entender que lo maravilloso de volverse a parar es que cada vez que caes, caes mejor, haciéndote menos daño porque aprendes a caer.
Y si aprendemos a caer, ¿Por qué no a levantarnos?
Sonríe y toma la mano de quien corrió a ayudarte, quizás te lleves una grata sorpresa.