Cuerpo blanco

La cama sólo tiene las sábanas puestas, blancas como la nieve, y  su cuerpo está cubierto parcialmente por ellas. Desde el otro la de la habitación, ella lo observa, extasiada. Su cuerpo pálido hace juego con la blancura de la tela, haciéndole pensar en el más extenso campo que pueda imaginar en invierno, cubierto por el manto blanco y solemne del frío. Cada algunos minutos, él se mueve un poco, soltando pequeños ruiditos y protestas, algunos leves gemidos que dejan entrever que sus sueños tal vez no sean muy agradables. Preocupada, ella se sienta a su lado y con una mano, le hace suaves caricias en la espalda. No sabe qué más hacer para calmarlo, al menos no mientras siga dormido. Se le ocurre prepararle alguna infusión caliente para que tome, tal vez alguna con propiedades relajantes, pero... Para tomarla debería despertar, y ella sabe lo mucho que le cuesta dormir, no le gusta despertarlo. Mira el reloj, es pasado el medio día. Tal vez por esta ocasión se le perdone interrumpir su sueño. Se pone de pie con una sonrisa y baja al piso de abajo tarareando mientras piensa en qué prepararle para el desayuno.