Breves Historias De Ficción

Nacimiento y muerte de Katherina (Vida fugaz)

Los primeros rayos de luz de la mañana entraban por la ventana de la amplia habitación matrimonial de los jóvenes Diego José y María Teresa, de 26 y 20 años respectivamente. Hacía tan solo un año habían contraído nupcias en una lujosa ceremonia gracias a su acaudalada situación social; ambos pertenecían a la élite caraqueña de aquella Venezuela de principios del siglo XX gobernada por el dictador Juan Vicente Gómez.

Esa mañana, una comadrona, su madre Ana María y su hermana María Antonieta, asistían a María Teresa en el trauma de dar a luz por primera vez. Se retorcía de dolor ante las fuertes contracciones que la aquejaban, respirando hondo, pujando con fuerza, bañada en sudor. Del otro lado de la puerta, su angustiado marido iba y venía por el amplio pasillo de la parte alta de su casa en El Paraíso.

Valiéndose de todas las fuerzas de su cuerpo ya fatigado por el esfuerzo, dió el último pujo que finalmente trajo al mundo a su amada niña, a quien bautizarían con el nombre de Katherina. La comadrona revisó a la recién nacida, una preciosa niña que lloró hilarante y enseguida le fue dada a los brazos de su joven madre quien la estrechó con amor profundo entre sus brazos.

Habían culminado así nueve meses de expectante espera que había incendiado la imaginación de ambos jóvenes y en especial la de María Teresa que llevó con mucha ilusión su embarazo y esas sensaciones de sentir el crecimiento de su amada bebé en su vientre. La recién estrenada madre con Katherina en brazos cruzaron prolongadamente sus miradas estableciendo así el inicio de un profundo lazo de amor que las uniría por siempre. Ese 27 de abril de 1914 quedaría para la recién fundada familia como el día más especial de sus vidas.

***

Aquejada por un antiguo y recurrente problema respiratorio que hacía tres años había empeorado paulatinamente, Katherina se había deteriorado gravemente y ahora se estaba despidiendo de su vida.

La luz crepuscular penetraba con sus rayos rojizos a través de la ventana de su habitación, ahora convertida en su lecho de muerte, trayendo a su mente aquel pasaje que creía perdido sin remedio en su frágil memoria. La inminencia de la muerte parecía dar a su mente una claridad magistral acerca de los hechos pasados. Ahora contemplaba todos los pasajes de su vida desde el origen, inclusive, increíblemente, el día de su propio nacimiento, hasta el ya inexcusable final; en un principio la vida le había parecido un trecho largo e infinito mas ahora se daba cuenta de lo breve que había sido.

La vida había discurrido velozmente y ese día, 21 de agosto del 2012, en compañía de su hija mayor que ese día la cuidaba, sintió sus ojos cansados, el cuerpo achacoso, pero sobre todo sus pulmones muy adoloridos. Su mente a ratos divagaba en el mar de la inconsciencia y le parecía a veces escuchar voces familiares venidas de tiempos distantes que reclamaban su presencia. Lo sabía, era hora de partir...

Miró sus manos añosas, tocó su hermoso rostro lleno de arrugas que simbolizaban el transitar de su cuerpo a través de la vida; miró su cuarto de paredes repletas de cuadros de su autoría y retratos de sus seres amados, muchos de los cuales ya no pertenecían a este mundo; todo ahora quedaba atrás.

Pensó en sus amados hijos, María Carolina, Luis Fernando y Diego Alberto, su eterno bebé, y en los siete nietos y dos bisnietos que le habían dado. Seguramente la extrañarían. La invadió la nostalgia por esa vida que forzosamente dejaba atrás. Ahora su alma sentía una gran incertidumbre acerca del porvenir más allá de esta vida.

Su hija María Carolina permanecía a su lado atendiéndola en todo lo necesario. Repentinamente Katherina la llamó diciéndole muy forzadamente:

—Carolina, amor, hoy es el fin de mi vida, los amo a todos…

María Carolina fue testigo de su último exhalar imposible de retener y encapsular libre del discurrir del tiempo. Ahora su madre había partido de esta vida a un rumbo que ella ignoraba; sus lágrimas fluyeron caudalosas de sus ojos y sintió una inmensa tristeza y soledad.

Katherina falleció plácidamente aquel 21 de agosto del 2012, reuniéndose en el mar de la eternidad junto a su padre celestial.

Fin




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