La película es de suspenso y en resumen narra la historia de una joven llamada Mariana que es soltera, que trabaja en un banco, cuyo novio ha fallecido trágicamente en un accidente de tránsito y adquiere un gato al que llama Ángel que le sirve de consuelo; pero para sorpresa de los espectadores era ella quien después del accidente había quedado en coma internada en Unidad de Cuidados Intensivos con un grave pronóstico y era ella quien soñaba que trabajaba en un banco, que tenía un gato cuyos ojos se le asemejaban a los de su novio fallecido quién casualmente se llamaba Alberto como mi ex, cuando en realidad él estaba vivo y aguardaba a que ella despertara del trance… ¡Qué sorpresa!
A la salida de la película mi genuina preocupación por no encontrar a Carolina en ninguna parte me llena de gran angustia, sin embargo nadie se percata de mi preocupación pues cada quien vive su propia vida ignorando adrede las emociones de los demás que para eso hemos sido adoctrinados desde la más tierna infancia.
Angustiada al extremo intento llamarla al celular marcando frenéticamente las teclas una y otra vez pero todo es en vano, seguro con la caída que tuve el celular recibió un fuerte impacto y ahora me toca llevarlo al centro de reparación y gastar un montón de dinero… Lo que me faltaba con lo triste que estoy yo… Impotente ya cansada de esperar y no poder localizarla de ningún modo decido marcharme a casa pensando que quizá allí podría comunicarme con éxito desde el teléfono fijo.
Al salir del centro comercial Sambil cruzando la calle entre tantos como yo, vislumbro a lo lejos una ambulancia y una muchedumbre rodeando ¿quién sabe a quién ?, quizá sea el mismo pobre peatón que había sufrido el accidente hacía ya seguramente cosa de dos horas.
¡Qué pesar, Dios mío, pobre persona… seguro tiene familia e hijos, que de algún modo se enterarán…! Me pregunto inquisitivamente sintiendo una gran compasión: ¿quién habría sido quizá arrollado por una moto?, o quizá no fue una moto o un carro sino alguien que ha sufrido un ataque cardíaco… Dios mío, qué frágil es la vida.
Por un instante me parece ver a Carolina en el hecho del incidente por lo que me acerco más al lugar, pero por más que intento llamarla a viva voz y localizarla mirando de un lado a otro me es imposible, hay mucha gente ya rodeando al accidentado, incluso ha llegado la policía, los paramédico… Caray no puedo negar que me inquieto y me pregunto muy preocupada:
—¿Será Carolina la que está en el hecho del incidente ? y si no es ¿dónde está Caro?, ¿por qué no la encuentro por ningún lado ni puedo localizarla?, ¿será qué le habrá sucedido algo malo a alguien que conoce ella e incluso a alguien que conozco?, ¡Ay Dios mío cada vez estoy más asustada! Honestamente, la vida es un incierto, ojalá esa persona se encuentre bien y se recupere…
Más angustiada que nunca parto a casa apresuradamente, además no queda lejos…, así que lo primero que voy a hacer al llegar es llamarla por el teléfono fijo para localizarla y que me cuente si algo grave ha sucedido, brevemente me distraigo disfrutando el colorido cielo crepuscular que hace de esa tarde tan especial ante la omnipresencia en el semblante caraqueño del imponente Cerro El Ávila. Por un breve instante dejo de pensar en Carolina y en aquel accidente de moto… entonces le pido a Dios con fervor que me acompañe y me guié con bien en esta nueva etapa de mi vida como mujer separada asumiendo además la gran responsabilidad de educar a mi Juanito con apenas apoyo de Alberto… ¡A las sorpresas que da la vida, algunas desagradables!
A pesar de mi angustia de alguna manera en mi interior siento una profunda paz que me envuelve, como si Dios me hablara desde mi corazón confortándome en todo momento. Sigo mi camino a casa casi siendo arrastrada por aquella muchedumbre tan presente y ausente a la vez.
Llegue a mi departamento, no sin tener que lidiar un rato con la llave que al final resultó algo doblada todo por aquel accidente… ¡Qué fastidio!, espero que no se haya roto nada más...
Ya en el interior de mi humilde vivienda acomodada en mi pequeño mueble de la sala rodeada aún de algunas cajas por la mudanza, me dispongo a llamarla por teléfono fijo sin éxito alguno. De pronto me siento abrumada por un sueño profundo, una sensación de cansancio que me envuelve completamente haciendo impostergable mi cita con el mundo onírico, no quiero dormirme pero...
De pronto, me despierto en un cuarto de hospital... A cierta distancia observo una cama donde reposa el cuerpo de una mujer malherida, su rostro me es irreconocible por la cantidad de tubos y vías que recorren su cuerpo, apenas se distingue su silueta femenina, ¡Ah, pobre mujer! su familia lo debe estar pasando fatal… Observo un monitor cardíaco que marca el ritmo de sus pulsaciones, un sonido agudo y rítmico se hace presente a cada instante.
De pronto pienso que debo estar teniendo una terrible pesadilla, quizá por mi percance con el motorizado y aquel posterior accidente del que casi soy testigo, pero a la vez se siente tan real…. Observo que un doctor entra al recinto con su bata blanca y su rostro está cubierto con el tapabocas consabido, pude ver sus ojos y enseguida supe que se trataba de Miguel, mi primer novio, aquel novio de mi adolescencia que ame con el alma, aquel que me dio mi primer beso, beso con sabor a paraíso. Recuerdo enseguida con pesar que terminamos pues sus padres le cambiaron de colegio y cada quien siguió su camino en la vida, éramos apenas dos adolescentes de 16 años a lo sumo. Largo tiempo después me lo encontré en el centro comercial Plaza Las Americas conociendo a su hija y me contó que lamentablemente recién se había separado, yo en ese momento le presenté a mi Juan que era un tierno bebé y a Alberto por entonces mi esposo.
Me desplazo en la habitación recorriéndola en toda su dimensión. Y visualizo a través de la ventana una hermosa aurora llena de mágicos colores que bañan mi rostro de luz multicolor, regalándome brevemente un momento de súbita alegría desbordante.