De pronto despierto, intento abrir los ojos, moverme; estoy acostada en una superficie mullida quizá una cama de hospital?, siento que estoy cubierta de tubos, uno especialmente dentro de mi boca... Escucho el sonido de un monitor cardíaco que acompaña los latidos de mi corazón algo arrítmicos. ¡Dios siento dolor, mucho dolor! Un dolor inmenso que obnubila mis sentidos haciéndome imposible conectarme con la realidad circundante… Solo soy yo y ese dolor, un dolor que me envuelve completamente.
Escucho una voz familiar y a la vez lejana en el tiempo es la voz de Miguel que le dice en tono contundente a la enfermera de turno:
—Andrea, la paciente está despertando, se la ve adolorida vamos a colocar más analgésicos.
La joven respondió enseguida:
—Sí doctor, enseguida…
Siento por mis venas correr un líquido algo espeso que enseguida me calma el dolor y entonces finalmente abro mis ojos que enseguida se encuentran con los de Miguel quien a pesar del tiempo no ha cambiado mucho, él me dice en tono calmado pero contundente:
—Querida María Alejandra, ¡Uff! ¡Gracias a Dios ya has despertado!, ¿me recuerdas?, soy tu querido Miguel tu novio de adolescente…, ¡wau! honestamente, ¡cómo me has preocupado esta semana…! — me mira afectuosamente por un breve instante y continúa—, María, hoy es domingo, pero el sábado pasado tuviste un accidente al cruzar la calle: te arrolló una moto, ¡estás viva de milagro! Lo que más nos preocupó inicialmente fue el hematoma cerebral, de resto todo fueron rasguños y una fractura simple en el brazo derecho —. Luego en silencio me reviso con más detalle y sonriendo me dijo expresando alegría en sus ojos:
—¡Que estés viva es un maravilloso milagro!… Caray tantos años sin vernos y justamente coincidimos de este modo tan accidentado e inesperado ¡Santo Dios!
Haciendo un gran esfuerzo le expreso con voz ronca y apagada :
—¡ Ay, ay…! Miguel…¿ Cuánto tiempo dijiste que llevo en el hospital? y… ¿dónde está mi familia en especial mi Juanito?
—Llevas una semana en Unidad de Cuidados Intensivos y en este mismo momento Carolina y Alberto están afuera esperando el parte médico. Se que Juanito está bien cuidado en casa de una de tus primas — me mira a los ojos desahogando una honda preocupación, entonces me dice en tono serio:
—Has estado grave María Alejandra, muy grave…, de hecho, en algún momento en el transcurso de esta semana pensábamos tanto el equipo médico como yo en lo personal que no te ibas a salvar… E incluso conversé de forma privada con tu hermana Carolina y Alberto preparándolos a ambos para el peor de los escenarios, pero no fue así gracias a Dios… ¡Es hora de recuperarse!