Es navidad, estoy de vacaciones en la universidad y ya se acerca la celebración de año nuevo, ¡cómo pasa el tiempo! y mientras pienso en tal hecho voy manejando mi carro, un Sierra del año 1986 color azul regalo de mis padres. La noche caraqueña muestra sus luminosas estrellas y la luna en cuarto menguante imprime romanticismo a esta noche especial, soy Raúl y tengo 19 años…, después de manejar un largo rato por Las Mercedes derrochando alegría recuerdo que estoy muy bien acompañado pues Lisa besa mi mejilla derecha muy brevemente y mirándome a los ojos me dice:
—Cariño vamos a rumbear (festejar y bailar en términos coloquiales venezolanos) a Weekends en Altamira… —más que cariñosamente me toca el muslo derecho…, por un instante tomó su mano y le digo más que sonriente complacido, cabe destacar que ella es muy bella y hoy luce una diminuta falda… —: ¡lo que quieras cariño!, pero siéntate nuevamente por favor, recuerda que estoy al volante.
Sus ojos negros me invitan a pecar…, ella quiere bailar y luego una noche apasionada…, honestamente yo también quiero.
Ahora nuevamente me concentro en manejar y me dirijo a gran velocidad por las calles de Altamira decoradas con motivos navideños hasta llegar al consabido local, todo para complacerla a ella que me tiene tan deslumbrado. Después de estacionar el carro cuidadosamente en el parqueadero, nos bajamos y tomados de la mano, hacemos fila para entrar, una vez en el interior del establecimiento nocturno, la noche nos invita a festejar y por supuesto nos tomamos unos tragos de licor y bailamos cuerpo a cuerpo, entre besos que invitan a mucho más…
En el local se ve un montón de gente bien dispuesta a parrandear especialmente por ser época de vacaciones decembrinas, infinidad de bebidas espirituosas están a la orden de la noche mientras algunos bailan al son de la música pop, rock sin faltar el merengue claro está; las risas y pasos de baile aunado al alto volumen de la música me aturden por unos momentos, pero no puedo pensar mucho pues Lisa me dice animada:
—Raúl, besame otra vez cariño y después… ¡je,je,je! —apenas la escucho pero esa última proposición hace latir mi corazón, aún no hemos hecho el amor, sólo tenemos dos meses saliendo…, ¿quizá sea esta noche?, no lo sé…
No puedo pensar mucho pues toma mi mano con fuerza y de pronto ya estamos nuevamente en la pista de baile, la música pop y el rock se adueñan del momento. Temas de moda como Beat it de Michael Jackson, Into the Groove de Madonna, Cuando pase el temblor y En la ciudad de la furia de la agrupación musical Soda Stereo nos hace mover el cuerpo con gusto mientras cantamos al unísono…, y entre paso y paso de baile acercamos nuestros cuerpo para bailar envueltos en las coloridas luces de la disco.
Pero unas imperiosas ganas de ir al baño me obligan a decirle a Lisa acercando mi boca a su oído con mi voz algo forzada por el alto volúmen de la música:
—Lisa, cariño, necesito ir urgentemente al baño, vuelvo enseguida, no me tardo… —el sonido de la música hace casi imposible mantener una aunque sea mínima conversación con ella, pero se detiene y sonriente me dice:
—¿Me dijiste que vas al baño o a la barra?
De pronto la canción de la agrupación musical Soda Stereo En la ciudad de la furia se perfila entre los escuchas, haciendo más difícil comunicarnos pues todos comienzan a cantarla al unísono, definitivamente es que esa canción está destinada a trascender en la historia musical del rock latinoamericano…, por lo que le repito ahora gritando a todo pulmón:
—¡Al baño!, ¡al baño!
Lisa me sonríe, es muy bella. ¡Ay, cómo anhelo que muy pronto nos amemos!
—¡Dale mi amor, yo me quedo por aquí esperándote! Y a lo mejor me animo a pedir un ponche crema, así que nos vemos ahora… —me lanza un beso y me fijo en que sus ojos brillan destacando entre las luces multicolores y los tantos desconocidos que bailan, beben y cantan esta noche.
Mientras camino en la búsqueda del baño me tropiezo con algunas personas y por supuesto me disculpo apropiadamente, la música estridente en algún momento me aturde, la mezcla del olor a cigarros y alcohol me genera algo de repugnancia, es que me confieso: soy un chamo al que le gusta hacer senderismo en el cerro El Ávila y trotar, pero bueno…, al fin consigo el baño, gracias a Dios no hay que hacer fila para entrar, menos mal, rápidamente consigo el urinario y…
Luego antes de salir me lavo las manos y me miró al espejo con cierto detenimiento y me digo a mi mismo para animarme: «Raúl García, eres un chamo de tez morena y ojos café y si bien no eres un galán de telenovela no estas tan mal…, caray, ojalá Lisa te de la oportunidad esta noche…, ¡ánimo!», veo que otros chicos también entran, otros salen, pero uno brevemente fija sus ojos en mi reflejo en el cristal y de pronto… ¡Se fue la luz!, Oh, ¡qué extraño! oigo la queja general e intentó salir del baño sin éxito y de pronto se hace un silencio sepulcral…