La Fragua es el sitio ideal para hacer senderismo y bicicleta montañera. La Fragua está ubicada en Los Altos Mirandinos zona que forma parte de La Gran Caracas; la belleza del paisaje montañoso invita a contemplarlo enamorado así como su inigualable vista a toda la ciudad de Los Teques incita al alma a fundirse en un abrazo lleno de paz.
Los árboles lucen enormes, llenos de ramas y coronados con verdes hojas y frutas deliciosas.
Los pájaros hacen nido en los árboles y cantan dulcemente entre sus ramas o vuelan en el amplio horizonte.
Yo contemplo extasiada la escena mientras ando a pie por los caminos sinuosos y desnivelados de La Fragua.
Mi esposo y mi hija menor me llaman para que ascienda junto a ellos con más prisa. ¡Ah!, mis preciosos niños han ido creciendo y a veces me cuesta creer que ya no son aquellos dulces bebés que se acurrucaban entre mis brazos mientras los amamantaba.
Una figura fantasmal pasa a mi lado y la contemplo desde mi corazón, es aquella joven que una vez fui que pasa a toda velocidad en una carrera de ciclismo de montaña que se celebró en la zona hace mucho años ya.
Ella no contemplaba la belleza del paisaje arbolado con aquellos pájaros cantarines que se alojaban en las ramas. Ese día ella sólo quería ganar la carrera de ciclismo de montaña para tener el privilegio de montarse nuevamente en el podio de premiación, por ello se afanaba en darle duro a los pedales mientras ascendía por la montaña ignorando aquel precioso paisaje, su respiración era jadeante y sus hijos aún no habían nacido.
De pronto siento que otro ciclista me pasa, me apartó brevemente…, mi frente está perlada de sudor y lástima mis ojos al caer gota a gota dentro de mis globos oculares. Él jadea y me dice:
«—Dale duro Billie, vas de segunda, apurate o Marilin te va a pasar…»
Suspiro, me pasa y lo veo cada vez más distante hasta que se desvanece…
Vuelvo a suspirar al recordar a aquel esposo joven y animoso que corría la misma carrera que yo hace tantos años que los dedos de mi mano apenas me alcanzan de tanto tiempo que ha transcurrido desde aquella carrera.
Al volver al presente miró contemplativamente el cielo azul y le doy gracias a Dios por la buena vida que he vivido como BilliebikeCCS y caigo en cuenta de que mis dos hijos ya son unos niños bien grandes incluso el mayor ya es adolescente.
La más pequeña de pronto me saca de mi profunda introspección expresando:
—Mamá estás distraída otra vez, sube más rápido.
Enseguida le respondo primero admirando por unos segundo aquel precioso paisaje circundante lleno de un inigualable verdor, flores coloridas, hermosos árboles y aves surcando el azul del cielo:
—¡Caray mi amor, ya voy!, además tengo que esperar a tu hermano, así que por favor ten paciencia.
Vuelvo la vista rápidamente hacia mi otro hijo que está más atrás de mi pisándome los talones, es mi hijo mayor. Lamentablemente mi adorado hijo se enfermó muy gravemente cuando era un bebé recién nacido, un suceso totalmente inesperado, una hiperbilirrubinemia que casi le cuesta la vida, lamentablemente ha quedado con discapacidad…
Mis lágrimas de madre sufrida vuelven a mis ojos como un golpe terrible de la realidad, realidad que por fuerza debo vivir cada día de mi vida y como siempre le pido a Dios un milagro…, milagro que sin embargo, por más que rezo jamás llega…
Pero finalmente los tres hacemos cumbre y aún mi hijo con discapacidad se afana en subir los últimos escalones de piedra para hacer cumbre ante nuestros vítores jubilosos, a los cuales él hace un gesto con la mano de lo más sonriente; entonces de pronto al mirarlo a los ojos llena de amor, el alma se me sale del cuerpo, me envuelve un dolor intenso que quema mis entrañas doblegando todo mi ser y es que siempre he pensando que mi precioso hijo tan querido pronto partirá de este mundo, es que es un alma tan pura y sus problemas de salud son una constante fuente de preocupación inagotable…, y es que honestamente, la vida ha sido muy dura con él desde que se enfermó muy gravemente y todos enfermamos con él en cierta forma, en el fondo siempre he temido perderlo y muero de pena con el solo hecho de pensar en ello, la verdad no quiero extrañarlo por el resto de mis días y muchas veces he pensado en lo devastador que un suceso de esa envergadura pudiera ocasionar en mi familia que al fin y al cabo es lo único realmente importante de mi vida.
Mi amado hijo tan querido, hijo de mi alma, hijo de mi corazón, regalo del cielo…, el miedo me embarga al siquiera imaginar que un día me toque despedirme de ti prematuramente y me vea obligada a vivir sin ti cada día de mi existir, ¡no Dios mío, no por favor, no lo permitas!
Pero volviendo a este momento presente logro sobreponerme a mi dolor y hoy 3 de septiembre del 2023 finalmente él con mucho esfuerzo termina de ascender el último escalón de piedra haciendo cumbre, entonces celebro con alegría y gratitud que: ¡somos cuatro, somos cuatro!, como una vez fuimos dos en aquella carrera de bicicleta montañera hace más de 20 años.
La vida cambia y se nos va gota a gota, día a día queridos amigos lectores, así que disfruten lo más que puedan la corta estadía en este plano terrenal y sepan sobreponerse a las adversidades en tiempos complejos, pero sobre todo disfruten la grata compañía de sus seres amados, son los buenos momentos en la maravillosa compañía de nuestros seres queridos nuestros mayores tesoros en esta efímera y cambiante existencia, que no es más que un recordatorio de que el único hecho realmente inexcusable en la vida es la muerte.
A continuación les comparto con mucho cariño uno de mis versos libres relativos a lo que para mí significa la muerte.
El abrazo de la muerte
El abrazo de la muerte me muestra lo efímera que es la vida, lo intrascendente que es lo humanamente considerado trascendente.
El abrazo de la muerte es una presencia silenciosa que me lleva a apreciar el tesoro de la vida.