Su alma era un pozo de dolor, el luto la había llevado a un abismo donde se desconocía completamente, de sus ojos manaban cuantiosas lágrimas, lágrimas que reflejaban aquel cuarto negro sobre el que se proyectaban sombras alargadas de muebles negros y descuidados.
Su corazón sangraba profusamente por aquel amor perdido sin remedio que un día ocupó sus días llenándolo de luz y armonía, y cuando se había descubierto como una mujer feliz, la vida cruelmente le había arrebatado aquel amor inesperadamente.
En las tinieblas de la incertidumbre Miriam vestida de negro en señal de luto se ahogaba en la espera de noticias de su amado Javier, gran amor de su vida, desaparecido en un alud de barro, lodo y piedras que había arrasado a la población de Tejerías en Maracay Venezuela.
Las noticias se esparcieron por doquier de personas que tristemente habían fallecido dejando a sus familiares sumidos en el desconsuelo y otros tantos que aún permanecían desaparecidos sumiendo a sus familiares en una agonía sin límites dejándolos al borde de la locura. Así estaba Mirian muriendo de agonía con sus vestidos negros y su alma a oscuras
Con el transcurrir de los días, las esperanzas se agotaban. Ya habían transcurrido varios días llenos de muerte y dolor por la tragedia y ella sin saber si su Javier estaba vivo o muerto. A medida que los días pasaban el temor de que hubiese fallecido cobraba más fuerza.
Encerrada a solas en el ático de su casa pasaba los días ya sin esperanza, la oscuridad de aquel ambiente le permitía gritar y gemir de dolor en total soledad para no aturdir a los vecinos, muchos de los cuales vivían una situación similar.
En su mente ya lo daba por fallecido y sentía una opresión en el pecho que le robaba el aliento, lloraba por ver terminado aquellos días felices junto a su amado, lloraba por el giro inesperado que la vida le había dado al arrebatarle al amor de su vida.
Se decía desesperada entre sollozos intentando a ratos tener esperanza:
—Dios, misericordioso, me estoy muriendo… ¿Dónde está Javier? Señor…, ¿será que está muerto?... Por favor Dios, necesito saber que ha sido de mi Javier, te lo imploro, vivo sumida en esta densa niebla de incertidumbre que me está matando.
Su llanto conmovía a sus padres quienes también lloraban por ver a su hija en ese estado de abatimiento.
Su madre le subía al ático platos de comida que devolvía llenos y apenas si bebía agua. Su madre la señora Carmen le dijo angustiada:
—¡Hija, come por favor!, te vas a morir mi amor... ya papá habló con su amigo Alberto que está dirigiendo las labores de rescate, aún no se sabe nada de él mi vida…,pero siguen buscando. Fíjate la señora Josefina apareció después de varios días sin saberse de su paradero y ahora está recibiendo asistencia médica, sigamos rezando amor mío, ten fe… Vamos a ponernos en manos de Dios.
Miriam era sorda a las palabras esperanzadoras de su madre pues estaba aferrada al dolor por la casi certeza de su muerte. Él ático con aquella oscuridad infinita, con aquellos muebles negros lúgubres la hacían sentir afín con la muerte. Eso era exactamente lo que deseaba si Javier estaba muerto: morir ella también liberándose del peso de tener que recibir la funesta noticia que muy seguramente la enterraría en vida.
Su mente se había convertido en una trampa mortal: la imagen mortecina de su amado se repetía en su mente una y otra vez, imaginándolo sepultado bajo el barro o imaginándolo ahogado en el río con los ojos abiertos ya sin vida.
De pronto escuchó unos pasos que aceleradamente y llenos de una inusual energía se acercaban al ático: su padre abrió la puerta del mismo y mirándola con alegría vigorosamente le dijo:
—Lo encontramos mi amor, ¡Javier está vivo!
Miriam sintió un rayo de luz proveniente de su mundo interior que inundó todo su ser, el ático ahora se tornó un lugar brillante y lleno de luz, luz que proyectaba su alma llena de plenitud al saber que el amor de su vida estaba con vida.
Corrió junto a su familia al hospital donde estaba recibiendo asistencia médica junto a 4 personas más que como él habían pasado 7 días resguardados entre los muros de una vivienda medio derrumbada hasta que finalmente fueron rescatados por los organismos de rescate.
Miriam se acercó a su cama con los ojos llenos de lágrimas y al verlo sus ojos se encontraron en un lago de amor capaz de iluminar la noche más oscura.
Miriam tomando su mano flaca y huesuda le dijo agradecida con Dios:
—Mi vida, pensaba que jamás te volvería a ver en la vida, le agradezco a Dios que estés vivo… — lloró con fuerza llena de emoción abrazándolo tierna y amorosamente.
Él con el alma llena de dicha le dijo:
—Amor, yo creí que iba a morir arrastrado por el agua o de hambre o de frío, pero pensar en ti me llenó de la fuerza necesaria para sobrevivir…
***
Un año después de la tragedia contrajeron nupcias en la isla de Margarita a orillas del mar, mar que el día de su casamiento lucío más azul que nunca y donde el sol brilló con fuerza llenando sus espíritus de calor, paz y armonía.
Fin