No podía ver nada, todo estaba oscuro, era como si me hubieran encerrado en una habitación que carecía de iluminación alguna. Solo podía escuchar algunos murmullos y el sonido incesante de una máquina que monitorea el pulso, a causa de eso pude deducir que me encontraba en una habitación de hospital, pero mi pregunta era: ¿cómo llegué aquí? Lo último que recuerdo fueron los trozos de cristal volando por todas partes, aquel camión que chocó de frente a mi auto, las sirenas de la ambulancia, las voces de los paramédicos pidiéndome que no cerrará mis ojos y aquella brillante luz que parecía querer cegarme. Después de eso, no recordaba nada más. De vez en cuando podía escuchar los llantos de una mujer, podía sentir como alguien tomaba mi mano y la apretaba con todas sus fuerzas y susurraba algo que no lograba entender, muchas veces trate de abrir mis ojos, pero no podía, era como si alguien me lo impidiera.
Todo había pasado muy rápido aquella mañana, había discutido con mi novio y para relajarme decidí salir en mi auto, pero en una de las intersecciones menos transitadas de la cuidad, tuve un accidente. Un camión de carga había perdido el control y fue justo a mi dirección, los pedazos de cristal de ambos parabrisas estaban volando por todas partes ocasionando varios cortes en mi piel y posiblemente en la de la persona que conducía aquel camión. Mi precioso auto quedo destrozado, la parte delantera quedo totalmente sumida y una hilera de humo salía del capot. De inmediato se empezaron a escuchar las sirenas de la ambulancia y de las patrullas de policía, luego del accidente no recuerdo mucho, solo a los paramédicos tratando de mantenerme con los ojos abiertos haciéndome preguntas básicas, como: ¿cuál es tu nombre? ¿Qué edad tienes? ¿Qué pasó? ¿Dónde te duele? Y cosas así. Pero de mis labios solo salían algunos quejidos, sentía un dolor ardiente en el lado izquierdo de mi tórax, imagine que debía de tener unas cuantas costillas rotas, también podía sentir una incomodidad inexplicable en mi pierna derecha y como un tibio líquido emanaba de ella, luego de unos cinco segundos, todo se tornó oscuro, y no podía abrir los ojos.
-"¡Mi vida es un asco! ¡¿Que no lo entiendes?!"
-"A veces quisiera morir o quizás nunca haber nacido"
Empecé a escuchar susurros de algunas frases que siempre decía cada vez que todo iba mal, desde que tengo uso de razón siempre decía lo mismo: mi vida es un asco, quisiera estar muerta o nunca haber nacido. Y siempre me hacía una pregunta: ¿Cómo sería la vida de las personas que conozco, si yo nunca hubiera entrado en ellas?
-Esa pregunta se puede responder
Mire a mi alrededor para volver a desilusionarme, había olvidado que me encontraba sumida en una oscuridad inexorable. En aquel lugar no había ventanas, ni puertas por la cual salir.
-No te sorprendas, he estado contigo desde el primer momento -dijo aquella sombría voz.
-¿Quién eres? -dije con firmeza mientras buscaba con la vista a alguien, pero ¿A quién quiero engañar? En aquel lugar no se podía ver nada.
-Sólo soy todo, y nada...
-No se puede ser todo y nada al mismo tiempo.
-Oh, claro que sí... Si te lo propones.
-¿Sabes dónde estoy?
-En tu mente... -al escuchar eso me sorprendí ¿cómo es eso posible? - para no confundirte, estás en coma desde hace seis meses.
Mis ojos se abrieron como platos al escuchar eso, era algo que no me lo podía creer. En mi mente solo flotan recuerdos del accidente que tuve.
-¿Lo último que recuerdas es el accidente, cierto? -asentí vehemente a sabiendas de que aquel desconocido si podía verme a mí- cuando te trajeron al hospital estabas más allá que acá, por así decirlo, te hicieron una cirugía de emergencia, tenías tres costillas rotas y un pulmón perforado, tu pierna derecha tenía como unos diez u ocho pedazos de vidrios incrustados. Luego de la operación entraste en coma, y hasta el día de hoy, sigues en ese estado, debatiéndote entre la vida y la muerte, aunque esas máquinas me estorban el trabajo.
-¿Tu... Eres la muerte...?
-Vaya... Sí que tardas en darte cuenta... -dijo con un tono de burla- si... Yo soy la muerte, soy todo y nada... Y he venido para mostrarte varias razones por las cuales debes de venir conmigo... Y dejar el mundo material...
De repente, todo se iluminó, me contaba en una escuela primaria, las paredes estaban pintadas de dos tonos de amarillo, muchos estudiantes estaban fueran de sus aulas jugando y charlando. A lo lejos pude ver un grupo de tres niñas de unos seis o siete años, más o menos, estaba almorzando cuando un grupo de niños se acercaron a ellas. Una de las niñas los miró y les dijo algo que no logré escuchar. Y para cuando me di cuenta, aquella niña estaba siendo arrastrada por todo el piso, mis ojos se aguaron al recordar aquello, esa niña era yo, las lágrimas empezaron a surcar mi rostro mientras escuchaba con claridad los gritos de la niña llamando a uno de los profesores que se encontraban allí cerca... Pero ninguno se inmutaba...