-Al otro lado de la línea-
Hay algo que Claire odiaba más que reprobar algún examen:
Hacer ejercicio.
Su día se basaba en estudiar, leer, jugar uno que otro video juego, hacer quehaceres de su casa y salir de vez en cuando con sus amigos. Pero nunca, jamás, hacía ejercicio. Al menos no por voluntad propia.
—¡Por favor! ¡S-solo de..detente!—se quejó con la voz agitada.
Él, quien iba a unos cuantos metros de ella solo sonrió.
—¡Por Dios! Ni siquiera hemos trotado 30 minutos.
Claire intentó seguirle el ritmo, pero sintió como su respiración empeoraba cada vez, sus piernas quemaban suplicando un poco de descanso y su corazón latía queriendo salir de su pecho.
No podía seguir.
—¡Suficiente! —gruñó— ¡Hasta aquí llegué!.
Sin importar que alguien la mirara se desplomó en la dura acera. Dando un suspiro de alivio cuando sintió como sus piernas descansaban.
El chico reparó en ella, y volcando los ojos por su exageración, no tuvo más remedio que detener también su trote y acercarse a la chica. Con cuidado se sentó a su lado.
—Eres muy dramática prima—miró el reloj en su muñeca y formó una mueca—. Solo corrimos 20 minutos.
—¡20 minutos!—se sorprendió la castaña— ¡Es más de lo que correría en una semana!.
—Ya veo porque tus brazos parecen espagueti— para dar énfasis en sus palabras tomó el brazo de la chica y lo agitó en el aire. Ella se incorporó y le dio un manotazo para que dejará de hacerlo.
—Perdóname señor Mr. Músculo—ironizó
Él soltó una carcajada
—No soy detergente para baños— se paró del suelo, quedando de pie y ofreciéndole la mano a su acompañante para que ella también se levantará.
Cuando ambos estuvieron de pie él dijo:
—Deberíamos seguir.
Y antes que la chica protestará empezó a trotar con una sonrisa burlona. Tenía que poner en condición a esa chica.
Claire pudo haberlo mandado al diablo, pero recordó que, prácticamente, la había traído a un parque que no conocía y no quería perderse.
—¡Te odio, Josh!—gritó por lo alto y soltando un bufido comenzó a seguir al chico.
Mañana sus piernas la harían sufrir por el dolor, pero después se vengaría de su primo.
Ahora se arrepentía por confiar en Josh, cuando se presentó en la puerta de su casa con esa sonrisa tan característica de él; diciéndole que solo quería convivir con ella, pues desde que él comenzó la universidad no se habían visto.
Todo era una treta por parte de Josh.
Y como Claire se encontraba a punto de morirse del aburrimiento, simplemente aceptó. Pero ahora, se arrepentía de su decisión, como siempre.
[...]
Sentía como su cuerpo se quejaba en silencio con cada paso que daba. Cada vez que sus rodillas se flexionaban y sus brazos se movían un ardor le recorría todo el cuerpo.
Pensó que tal vez, en algún punto, su querido primo tendría piedad de ella y la dejaría descansar. La realidad era que, además de tener que trotar durante 45 minutos, Josh no se conformó con eso, sino que, también, la obligó a hacer flexiones y uno que otro ejercicio, por lo que al final, termino haciendo la rutina completa de su primo.
Su cuerpo le reprochaba por ello.
Guardó, como todos los edemas, las cosas que estaban sobre su butaca. La clase le había parecido eterna, pues además del insistente dolor de cuerpo que tenía se le sumaba su dolor de cabeza por la clase.
La hora del almuerzo por fin había llegado, pero esta vez había una sorpresa esperándola afuera del salón de historia.
—¡Hey! —el chico dejo de recargarse en la puerta y se posicionó frente a Claire impidiendo su paso—. Vine por ti para que comamos juntos.
El ceño de la chica se frunció levemente, hacia semanas que no almorzaba con Matt, tal vez porque ninguno de los dos habían reparado en ese detalle o porque simplemente ambos estaban ocupados. Algo que le encantaba de su relación con Matt era que no existía ese típico conflicto de que "soy tu mejor amigo entonces no tengas más" siempre había quedado en claro que ambos podían socializar con más personas pero, en el fondo, solo ellos sabrian que eran mejores amigos. Y que eso nunca cambiaría, por nada ni por nadie.
—Si, hace mucho que no hacemos eso —respondió
—Entonces no esperemos más —le regaló una sonrisa para después juntos cruzar los pasillos de la preparatoria hasta llegar a la cafetería.
Muchos los observaban mientras caminaban. Siempre había existido el rumor entre los pasillos de la escuela de que ambos mantenían una relación secreta. Aunque sólo eran más que chismes que los estudiantes inventaban para distraerse.
Claire amaba a Matt y Matt amaba a Claire, el sentimiento era recíproco. Pero no de la forma en la que todos pensaban. Más bien era un amor fraternal.
Matthew no era alguien normal, almenos no en el círculo social que se formaba en la escuela. Era integrante del equipo de americano, si bien no era el típico "capitán popular" las personas notaban su presencia y lo reconocían entre los pasillos. Además, el castaño tenia un gran carisma y poseía el don de poder entablar alguna relación amistosa con quien sea que se le pusiera enfrente, incluso con los profesores; su forma de ser lo había salvado de vez en cuando.
Eso dejaba a Claire a la vista, tal vez no era reconocida por méritos propios pero se podría decir que había adquirido un poco de estatus gracias a su amigo.
Llegaron hasta una mesa cerca de la ventana, el sol había dejado de resplandecer gracias a las nubes espesas y grises que lo tapaban, parecía que la temporada de lluvias estaba por comenzar. Aunque el clima era bastante indefinido. Claire se sentó sobre la butaca azul marino y dejo su mochila sobre la mesa blanca; comenzando a sacar su desayuno. Fruta picada y un burrito.
—Iré por mi comida ¿quieres algo? —ofreció amablemente el castaño.
Ella asintió
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Editado: 10.01.2022