Evan
Hay una hermosa vista desde esta habitación, siempre me ha gustado. Salgo al balcón y recibo un poco de viento en mi cara, desde aquí puedo escuchar las olas del mar, música para mis oídos. Han pasado tres malditos días desde que Ada abrió los ojos y me habló, tres días y ella sigue dormida, no sé cuanto tiempo mas pasará, pero cada día al despertar no pierdo la esperanza de que ese día puede ser hoy.
No perderé la esperanza de volver a ver esos ojos verdes que me vuelven loco y que se achican cuando me ven. Cada quien en esta casa ha realizado sus actividades normales, todo sigue igual, el mundo sigue su curso sin ninguna expectativa. Mientras yo sigo aquí, en esta habitación esperando a que ocurra lo que deseo.
Tres putos días más sin ella.
A veces he pensado en tirar la toalla y dejar de creer que despertará y todo va a seguir como antes, pero no puedo. Me aferro a ser positivo, quiero volver a tenerla en mis brazos y sentir su piel suave debajo de mis dedos. Después de varios suspiros y un cigarro abro la puerta y entro a la habitación, mi corazón late tan rápido y fuerte que puedo escucharlo perfectamente sobre mis oídos. Ella se mueve y se está quejando, va a pasar… tiene que pasar.
Me acerco muy rápido a ella y me pongo de rodillas sobre el suelo.
—Ada ¿me escuchas?
Hace algunos gestos y me pongo muy nervioso, como jamás lo he estado.
—¿Mamá? —pregunta chillando.
Tomo su mano y le doy besos en los nudillos.
—Soy Evan, despierta mi amor.
Su pecho sube y baja rápido, abre los ojos lentamente y con dificultad comienza a ver a su alrededor hasta que llega a mí, siento que el corazón se me va a salir, hace tanto que no me sentía tan feliz.
—¿Qué pasó?
Se quiere quitar el respirador, incluso el suero, pero no se lo permito.
—Mi amor, me tuviste tan preocupado. Recibiste un disparo, estás en mi casa.
Una lagrima sale por su ojo y va encaminada hacia la nuca.
—Tengo sed —jadea.
No sé si está permitido, pero bajo a la cocina rápidamente por un vaso de agua, cojo una pajilla y se lo pongo, mientras camino a prisa haciendo equilibrio para que el agua no se derrame me encuentro a Rubí en el pasillo, me alega algo, pero no la escucho y le digo que después hablamos. Estoy tan feliz, aunque he de confesar que mis manos me están temblando un poco, pongo el vaso sobre la mesa de noche y le ayudo a inclinarse un poco sosteniéndola de la nuca. Luego le acerco el vaso de agua y la pajilla a su boca.
—No quiero estar aquí —dice y se lleva toda mi alegría.
—Amor…
—No me llames amor, no quiero nada de ti ni de tu maldita familia de asesinos. Eres un delincuente.
Sonrío solamente para que no se de cuenta que con sus palabras me está rompiendo en muchos pedazos.
—Sí, lo soy. Pero no me arrepiento de nada, mucho menos de haberte traído hasta aquí, de no haber sido así estarías en manos de quien sabe quién. Voy a llamarle al medico para que te revise, y si quieres después puedes regresar a tu casa.
Ada
Estoy muy confundida, tengo algunos recuerdos en mi cabeza, pero son nulos, como aquella vez que tuve mi primera borrachera y a la mañana siguiente tenia recuerdos vagos de lo que había pasado. Sé que Evan y yo terminamos, de eso no tengo ninguna duda y sigo estando furiosa con él, mucho más por haberme traído hasta aquí, no sé como lo hizo ni cuánto tiempo ha pasado, pero no pienso estar en este sito un minuto más. Tengo el presentimiento de que aquí corro peligro, esta familia me odia.
Me duele mi cuerpo, el cuello y no puedo moverme muy bien, además siento vergüenza porque estoy conectada a una maldita zonda ¿Qué demonios pasó? Quiero ver a mamá y a William, reconozco la decoración de la habitación y me confundo mas ¿Qué fue lo que pasó para que Evan me trajera hasta aquí? Seguramente porque es un maldito posesivo que no puede aceptar que no regresaré con él, por mas que lo ame.
Tengo tantos sentimientos encontrados que me pongo a llorar y no puedo dejar de hacerlo, después de pocos minutos Evan regresa con un doctor y una enfermera.
—Me da mucho gusto que estés despierta.
A lado de mi hay una maquina con los latidos de mi corazón haciendo bip, ese sonido me empieza a causar dolor de cabeza, el doctor revisa la máquina y mientras tanto la enfermera me toma la presión.
—¿Pueden decirme que me pasó?
—Recibiste un disparo —volteo hacia la puerta, Evan está recargado ahí sin quitar la vista de mi—, tienes mucha suerte de estar viva.
—No, créame que no tengo nada de suerte.
Digo sosteniendo la mirada de Evan, no tengo suerte porque él está en mi vida. Tengo tanto resentimiento hacia él que puedo cometer cualquier locura. Aunque no tenga fuerzas y me sienta mareada y débil, soy capaz de levantarme de esta cama y largarme.
—Ahora tienes que poner todo de tu parte para que te recuperes, tienes que seguir todas mis indicaciones.
—Así será, de eso me encargo yo.
Dice Evan desde el mismo lugar.
¿Quién se cree? Él no es el dueño de mi vida. Cierro los ojos un momento porque no quiero ver lo que la enfermera hace conmigo, en verdad me siendo muy mal.
—¡Quiero ver a mi amiga, mi hermana!
Abro los ojos de golpe al escuchar a Bethany, no sé si ya estoy alucinando o son mis ganas de querer que ella esté aquí.
—¿Bethany está aquí? —pregunto.
Evan frunce los labios y asiente. No lo puedo creer, ella entra y se pone a llorar cuando me ve, esto debería hacerme sentir mejor, pero sucede todo lo contrario.
—Pensé que morirías, no he dormido en los últimos días y sabes que la cama y yo tenemos una relación muy fuerte. Le he fallado por tu culpa.
Sonrío solo un poco, hasta hacer esa mueca me causa dolor.
—Pídele perdón de mi parte, no volverá a pasar.
—Eso espero.
Se limpia las lagrimas y se pone a reír, como si le hubiera contado un chiste, o como si se hubiera dado cuenta de lo terrible que seguramente me veo.
—Ada no está bien del todo, dejémosla descansar y tratemos de no abrumarla ¿de acuerdo? —dice el doctor.
Aunque quiero en este momento cerrar mis ojos con el único propósito de que cuando los abra todo el dolor desaparezca, no quiero quedarme sola. Necesito a mi amiga conmigo.
—Quiero quedarme con Bethany.
Evan levanta los hombros, dando a entender que no le interesa si lo quiero a mi lado o no, el medico y la enfermera se marchan y después él cerrando la puerta y dejándome a solas con Bethany como lo pedí.
—¿Me puedes decir qué estás haciendo aquí?
—Primero vine porque no iba a dejarte sola, pero en estos días decidí que quiero quedarme aquí con Aron, amiga, ahora soy Bethany Taylor.
Rápidamente me niego a esta idea absurda.
—¿De qué hablas? ¿Cuántos días han pasado?
—Una semana.
Maldita sea, mi madre va a matarme. Estúpido Evan, todo va a caer sobre su conciencia, el castigo que me pongan será su culpa.
—Tenemos que regresarnos ahora.
—¿No me entiendes? No voy a volver, me quedaré con Aron porque lo amo y quiere casarse conmigo.
Quiero decirle que es una idea tonta, tenemos 17 años, además sus padres están lejos y necesitan de su aprobación. Seguramente a estas alturas creen que estamos secuestradas o algo peor.
—Evan no se da cuenta del lio en el que me metió, y a ti también por traerte.
De pronto pone esa cara seria que me asusta, seguramente va a decirme algo que no me va a gustar o me hará arrepentirme de algo que dije.
—La que no se da cuenta de todo eres tú. Sé que acabas de despertar y estás confundida por toda la droga que te pusieron, pero si estás aquí es porque Evan salvó tu vida —pongo los ojos en blanco, sí, sabía que esto iba a pasar—. No imaginas todo lo que sufrió al verte así, en cuanto supo que estabas en peligro hizo lo posible por ponerte a salvo, amenazó a los doctores para que te salvaran, no durmió, te donó su sangre. Ada, ese hombre te ama con locura.
Hubiera querido no escuchar esto, no ahora. Si esto es verdad me siento fatal por haberlo tratado como lo hice.
—Entiéndeme, ellos son los culpables de la muerte de mi papá. No voy a sonreír y a olvidar que por esta familia mi padre está muerto y haré como si nunca me hubiera enterado. Él era mi mejor amigo y me lo quitaron.
Sabe que tengo la razón, claro que sí porque suspira solamente y esconde la mirada.
—Lo único que sé es que si alguien me amara como Evan te ama a ti jamás lo dejaría ir.
—Probablemente cambarías de opinión si te enteraras que es un asesino.
Pone los ojos en blanco y es aquí cuando doy por ganada la pelea
—Jamás dejarás de ser la mas terca, no te haré cambiar de opinión ¿verdad?
—No, y para dejarte claro algo; no hizo lo posible por ponerme a salvo, el mismo me puso en peligro. ¿Puedes pedir que me quiten esto? No estoy contenta con que vean mi orina colgando.
—Ya vuelvo, no te vayas a ir.
Como si pudiera, siento que me abrieron como a un plátano. Pero en cuanto pueda andar me iré de aquí, aunque mi madre me vaya a castigar el resto del año, todo se lo debo al gran Evan Taylor. Cuando me quedo sola en esta gran habitación me lleno de remordimiento, Bethany no me mentiría con nada, de lo que pueda estar completamente segura es que está de parte de Evan, desde el principio. Pero no por eso me diría mentiras, sé que dice la verdad y por eso me remuerde la conciencia. Si Evan la pasó tan mal mientras yo, aparentemente moría, puede significar muchas cosas, cosas que no quiero aceptar.
Cuando lo vi recargado en esa puerta me dieron ganas de que estuviera cerca de mí para abrazarlo y besarlo, pero mis malos sentimientos pueden mas que lo buenos, es su mala reputación la que me impide dar un paso adelante con él. Lo odio, lo odio, lo odio, pero también lo quiero.
Maldita sea ¿Cómo fue que llegué hasta aquí? Mi vida con Jackson era tan tranquila, quisiera regresar a ese tiempo. Podría estar con Evan, un hombre que tiene el poder de tener lo que quiera con un chasquido, o con Jackson que, aunque no tenga tanto poder me da la tranquilidad que necesito. Adoro a Evan, pero no olvidaré jamás lo que me hizo, a mí y a mi familia. Carajo ¿Qué hago?