No he sido capaz de subir a esa habitación, por mas ganas que tengo. Me duele admitir que me da miedo que Ada vaya a rechazarme, sé que lo hará y prefiero evitar ese momento, aunque estando los dos en la misma casa ese momento es inevitable.
—Esto a penas comienza ¿ya vas a rendirte? —pregunta Aron detrás de mí.
—¿Sabes algo que yo no?
—No, solo que esperaba que en cuanto ella despertara no te despegaras de su lado.
Esa era la idea, pienso.
—Ada y yo terminamos, ¿lo recuerdas?
—El Evan que yo conozco no se da por vencido, ¿vas a renunciar a ella? La quieres, no te había visto tan mal como en estos días.
Se pone en frente de mi y lo miro a los ojos, solo para que piense que estoy seguro y no muriendo por ir a buscarla.
—Me sentía culpable, esa bala era para mí, no para ella. Por supuesto que me sentiría mal, pero afortunadamente está mejor y en cuanto pueda se irá a continuar con su vida de princesa.
Me retiene la mirada unos segundos y yo no flaqueo.
—¿Entonces pretendes seguir con el plan inicial?
—Mi trabajo es averiguar donde está lo nuestro y lo seguiré haciendo, pero con Ada lejos de mí.
Me agarra el hombro y da un apretón.
—Lo que decidas yo te apoyaré como siempre.
Asiento y me despido de él, voy a mi habitación siguiendo mi paso firme y derecho para no detenerme en donde está ella. Por lo menos hasta que me sienta seguro de hacerlo. Demonios, casi la pierdo y ahora no soy capaz de acercármele por temor ¿Qué me está pasando? Yo no era así, ¿por qué putas tuvo que llegar ella a cambiar mi vida? ¿a cambiarme a mí? Me quito la ropa y me meto a dar una ducha, necesito pensar. Aron tiene razón, no puedo darme por vencido, pero si Ada decide no perdonarme no creo soportarlo y voy a cometer locuras, lo sé, me conozco.
No quiero perderla.
Recargo las manos sobre la pared, cierro los ojos y recuerdo cuando fue mía, su cuerpo encima del mío, sus gestos, los gemidos. La extraño tanto que duele, siento que me he convertido en un guiñapo, en un hombre débil. Si tan solo se me ocurriera algo para recuperarla lo haría
(…)
Remediar los errores, eso es lo único que se me ocurrió durante toda la noche, no dejé de dar vueltas de un lado a otro sin poder dormir. Esa niña me ha robado el sueño desde el primer momento y no encuentro remedio a esto, pero si puedo buscar algún remedio para que deje de tenerme rencor y ponerle punto final a esto. Entro a la habitación, antes de esto estuve preparándome para el posible rechazo. Abre los ojos y me ve solo unos segundos, esa mirada me mata, lo hace como si yo fuera un monstruo que le hizo mucho daño.
—Buenos días ¿Cómo amaneciste? —pregunto y avanzo.
Llevo detrás de mi una rosa roja que Esther me dio para que se la obsequiara a Ada.
—Mejor de lo que merezco.
Le muestro la rosa, esperando que tenga alguna reacción positiva, la ve y se muerde los labios. Supongo que está pensando si aceptarla o no.
—Es para ti, recién cortada del jardín.
La agarra y a penas y levanta los labios en un intento de sonrisa.
—Gracias —murmura y manipula los pétalos.
Luego se mueve algo incomoda.
—¿Necesitas algo?
Trato de acomodarle las almohadas y se recarga sobre sus codos.
—Quiero ir al baño.
—Te acompaño —levanto la sabana, pero la jala para cubrirse otra vez.
—Llámale a Bethany, quiero que ella me lleve.
—Bethany no está, salió con Aron y no sé a qué hora regresen. Así que no te queda otra opción.
Me cruzo de brazos y ella pone los ojos en blanco. No me ha gritado ni evadido, supongo que esa es buena señal hasta ahora. Espero y espero, ella sigue pensando y me doy media vuelta justo para que reaccione de la forma en la que pensaba que lo haría.
—Espera, está bien, ayúdame.
Sonrió y meneo la cabeza, a veces suele ser predecible, y otras es capaz de sorprenderme tanto. Creo que es lo que mas me gusta de ella. La agarro de la espalda para ayudarle a que primero se siente y después se levante de la cama, le tomo la mano y con mucho cuidado la levanto y la cargo en mis brazos sorprendiéndola.
—Puedo llegar hasta el baño a pie —dice con una voz tan dulce y tierna.
La tengo tan cerca de mi que quiero besarla, maldita sea, necesito sentir sus labios. Pero no lo haré, no la besaré hasta que ella me lo pida. Aunque muera en la espera, no me importa. Jamás en la vida he tenido que rogar por nada, mucho menos a una mujer, espero no tener que hacerlo ahora.
Se agarra de mi cuello y suspira. Cuando estamos en el baño la pongo sobre sus pies y se sostiene de mis hombros.
—Date la vuelta, no quiero que me veas.
Levanto las manos y hago lo que quiere. Espero a que haga lo que tiene que hacer sin voltear, ella tiene sus motivos para no querer hablar conmigo, ni que la toque y está bien, le hice daño y sobre todo le hizo mucho daño saber lo que fue su padre en vida. Espero que esto termine pronto porque mi cuerpo ansía volver a sentir la electricidad que me provocaba tocarla y las chispas cuando pronunciaba mi nombre con cariño.
Extraño esos momentos, incluso las discusiones, pero me conformo con tenerla cerca y saber que está bien.
—Listo.
Me doy la vuelta y antes de que me acerque presiona el botón del retrete. Estira los brazos y la vuelvo a cargar para llevarla de nuevo a la habitación, los médicos dicen que Ada está mejor y que solamente hay que esperar a que la herida sane. Le acomodo las almohadas, quiero que mientras esté en casa se sienta cómoda y no le falte nada, conmigo nunca nada le faltará.
—Quiero irme hoy mismo a mi casa —me sorprende diciendo.
—No puedes, necesitas guardar reposo.
—Guardaré el reposo que se necesite estando en Nueva York, no quiero estar más aquí.
Sus palabras me duelen, pero no puedo hacer nada, quisiera retenerla aquí lo mas que pueda para hacerla cambiar de opinión. Pero no lo haré.
—Si quieres no me acerco mas a ti, con tal de que te quedes.
—Prácticamente me secuestraron, estoy aquí en contra de mi voluntad y rodeada de personas que me odian, a mi y a mi familia.
—Yo no te odio, pero está bien, diré que preparen el avión privado.
Espero que con esto ya esté contenta, solo quiero su felicidad y si es lejos de mi está bien, ya, lo acepto.
—Solo quiero esperar a que Bethany esté aquí para llevármela, no la voy a dejar en esta casa,
—Eso no va a ser posible, no por ahora.
Dice mi padre detrás de mí, volteo a verlo y me quedo boquiabierto. Ada se pone pálida y nerviosa, la figura de mi padre intimida a cualquiera, incluso a nosotros.
—Lo lamento, señor. Pero quiero irme a mi casa, mi familia debe estar preocupada.
—Te irás en cuanto concluyas un entrenamiento, no tienes idea ahora, pero necesitas saber defenderte para que esto no te vuelva a ocurrir.
Claro, lo había olvidado. Recuerdo que hablamos de darle un entrenamiento básico a Ada, pero lo pasé a segundo plano. Ella mueve la cabeza de un lado a otro.
—No quiero ser grosera, pero yo no necesito de ningún entrenamiento, sé cuidarme sola.
—Atiende a lo que te digo, uno de mis hijos se encargará de darte los conocimientos que necesites y cuando vea que ya estás preparada, solo entonces, te podrás ir.
No deja que ella le responda, y probablemente ni siquiera lo necesita. Mi viejo ha hablado, Ada tendrá que aceptar, lo quiera o no. Y eso me da mas tiempo para hacer que se vuelva a enamorar de mí, si es que ya no lo está.
—Quiero llamarle a mi madre, necesita saber que estoy bien.
—No creo que sea buena idea, podrían rastrear la llamada y a nadie le conviene que sepan de este lugar.
Hemos sido cuidadosos todos los años como para que seamos descubiertos por una niña asustada que quiere hablar con su mamá.
—¿Por qué? Dime qué es lo que esconden.
—Yo ya te dije todo sobre mí, soy un criminal, mafioso, he robado, he matado ¿y que crees? Aun así, estás enamorada de mí ¿qué más puedo decirte?
Pone los ojos en blanco y se prepara para contra atacar.
—Dime algo, Evan ¿en verdad crees que merezco a un hombre como tú, que ha robado y matado para no sé qué beneficio?
Uy, ese ha sido un golpe a matar que no me esperaba, sabía que iba a ser cruel pero no de este modo. Y ni siquiera sé qué responderle, aunque sé la respuesta.
—Por supuesto que no, yo no te merezco. Eres lo mas maravilloso que existe como para que estés con un imbécil como yo, pero ¿Qué quieres? Enamorado de ti ya estoy, no hay marcha atrás.
—Claro que la hay, no quiero que te acerques a mi mientras esté aquí. Tú y yo terminamos y así vamos a seguir, no quiero a alguien como tú en mi vida.
Tengo que aceptar sus decisiones, pero no quiero, joder.
—Como tú lo desees.
Mentira, voy a luchar por ti.
Ada
¡Esto es increíble! No solo me tienen aquí secuestrada, sino que ahora me podré ir cuando ellos lo decidan. ¿Un entrenamiento? ¡Que estupidez! En cuanto Evan se fue de mi habitación intenté levantarme, no quiero seguir acostada, ya me duele la espalda y el trasero.
—¡Mira todo lo que te traje! —grita Beth cuando entra—. ¿Qué haces levantada?
—Se me va a desaparecer el culo si sigo en esa cama.
Me acerco a la ventana apoyándome en la mesa de noche y la pared.
—Salí con Rubí y compramos ropa bonita para ti. Te va a encantar porque yo la escogí.
Mientras ella alega detrás de mí no sé qué cosas yo veo como una chica saluda a los guardias y entra como si viviera aquí.
—¿Quién es esa mujer? —pregunto y señalo con el dedo hacia el jardín.
Bethany corre hasta donde estoy para asomarse. Levanta los hombros y hace muecas.
—El otro día la vi por aquí, pero no sé quien es. Supongo que una amiga de la familia ¿quieres que le pregunte a Aron?
—No, no, solo tenía curiosidad.
Me agarra del brazo y me encamina a la cama mientras me enseña lo que me compró con tanta alegría que logra contagiarme solo un poco, entre nosotras nada a cambiado a pesar de estar en otro lugar y con otra familia. Cambió por completo nuestro ambiente y seguimos siendo las mismas, aunque esté de lado de Evan, la amo.
Los días en esta casa pasan tan lentos mientras espero mi recuperación, día tras día Evan entra en mi habitación con flores u otros regalos para que lo perdone, pero siempre termino diciéndole lo mismo, que no vamos a regresar. A veces me duele tener que tratarlo tan mal, pero ese es mi mecanismo de defensa para sobrevivir en esta casa; ser dura para que nadie me haga daño.
Dos semanas después Bethany me convence de desayunar en la mesa con todos los demás integrantes de la familia, no digo nada y me molesta la forma en la que mi amiga se ha metido en esta familia, todos la tratan como si fuera un integrante mas y a mi como si fuera un mueble viejo y arrumbado. Evan está sentado frente a mí platicando con los demás, sin mirarme ni ponerme nada de atención.
Sin embargo, no me arrepiento de la actitud que he tomado en los últimos días, tomé mi decisión y estoy mucho mejor sola.
—Ada, es un poco tarde para decirte esto, pero hoy inicias con el entrenamiento. Mason se encargará.