Ada
—Levántate la blusa.
Automáticamente me pongo roja y volteo hacia todos lados cuando Mason me pide eso.
—¿Qué? —susurro, incapaz de no mostrar mi asombro.
—No es lo que estás pensando. En primera tu no eres mi tipo de chica, en segunda estoy felizmente casado y en tercera Evan me rompería la cara.
Mueve la cabeza y trago saliva.
—No entiendo.
Da un paso para quedar lo mas cerca posible de mí, agarra ambos costados de mi blusa y la levanta rápido dejándola por debajo de mis pechos, luego me rodea observándome de pies a cabeza avergonzándome.
—¿De que se trata esto? No me digas que es parte del entrenamiento mirarme de pies a cabeza.
—Eres flaca, no tienes nada de condición. Esto me va a costar mas a mi que a ti. Vamos, no hay tiempo que perder.
Va a la puerta de salida dejandome en medio de la nada y enseñando piel. Estúpido Mason, me recuerda tanto a Evan cuando recién lo conocí. Era igual de pesado y presumido que su hermano ahora. Se detiene y se da la vuelta, levanta las cejas y suspiro para después seguirlo sin hacer preguntas. Ahora que trato mas a Mason no puedo creer que me pude enamorar de Evan, son tan iguales que me enferma. Incluso cuando manejan, ambos lo hacen con el ceño fruncido.
Evan, Evan, Evan.
Joder, si pudiera arrancármelo del corazón de una vez por todas me ahorraría tantas groserías que le e hecho, hasta el día de hoy no sé como es que sigue intentando conquistarme. Si fuera él hubiera mandado todo al carajo.
Pero ser dura y fría como un tempano de hielo me hace fuerte ante personas que quieren perjudicarme como Mason, que desde el primer día me hizo ver que no le simpatizo, y jamás vaya a simpatizarle.
—¿A dónde me llevas?
—A un lugar que va a encantarte, y a mí también.
Me recargo en el vidrio de la puerta y suspiro. Extraño tanto Nueva York, sus calles, el clima, la gente. Siempre me quejé de tantas cosas, pero estando lejos me doy cuenta de todo lo que amaba. No veo la hora de regresar a casa, aunque eso sea renunciar a Evan para siempre, nuestras vidas son tan diferentes que jamás podremos estar bien. Esa es otra de las razones por las que he decidido terminar con él definitivamente, antes de que nos hagamos mas daño el uno al otro. Alejarlo es lo mejor para los dos, aunque no lo comprenda todavía, algún día lo hará.
Luego de manejar unos minutos se estaciona afuera de lo que parece ser un gimnasio, bueno, nunca en mi vida he pisado uno ni me ha pasado por la cabeza si quiera preguntar por la membresía. Pero si eso tengo que hacer para que me dejen libre, adelante. Haré ejercicio si eso quiere el señor Taylor.
Nos bajamos del coche casi al mismo tiempo, atrás del auto se estacionan varias camionetas negras, supongo que es su seguridad. Alguna vez escuché que este tipo de personas tienen muchos enemigos, por ese lado entiendo que quieran que aprenda como defenderme. Entramos al gimnasio donde cada quien está en sus actividades, nadie nos hace caso cuando entramos y pasamos desapercibidos ante todos.
—Espérame aquí —dice Mason.
Cruzo los brazos y se aleja, no pierdo de vista hacia donde va. Se detiene a platicar con un hombre de edad avanzada, alegan y después voltean a verme. El viejecillo casi me come con la mirada y ríe a carcajadas cuando Mason le dice algo. Frunzo la mirada y espero a que regrese y me diga qué está pasando, empiezo a sospechar que no me trajo aquí para hacer ejercicio.
—¿Qué pasa? —le pregunto cuando regresa a mi lado.
—Ven conmigo —camina por delante de mi y me lleva a una especie de ring viejo—. Vas a pelear ahora.
—¿Qué?
Es lo primero que puedo decir, seguramente está bromeando. El viejo anterior se sube al ring con un megáfono en mano y mi corazón empieza a latir con mayor fuerza.
—Señoras y señores, la suerte está echada. Comienzan las apuestas para la primera pelea del día. Ada Taylor contra Lliana Luck.
No me jodan, no puede estar pasando esto.
¡Hijo de su madre!
—¿Cómo me puedes hacer esto? —estallo contra Mason.
Esto es increíble.
—¿Tienes miedo? Porque ya no hay marcha atrás, vas a luchar el día de hoy quieras o no.
—No puedo hacerlo, tú mismo dijiste que no tengo condición.
—Para eso estas aquí, niña. ¿Ves a todas esas personas? Ya hicieron sus apuestas, no querrás hacer perder a los pocos que apostaron por ti ¿verdad?
Mucha gente rodea el ring y localizo rápidamente a algunos con el dinero en mano y otros más dándole sus billetes al viejo organizador de esto.
—Juro que vas a pagar por esto, Mason Taylor. Te lo juro.
No conforme con meterme en este lio todavía se burla de mí, no cabe duda, los Taylor son unos idiotas ¡todos ellos! Estoy nerviosa y empiezo a sudar como cerdo, no sé con quien diablos voy a pelear, pero estoy tan nerviosa que me dan ganas de hacer pipí. Mi contrincante es anunciado primero a través del megáfono y al verla imagino mi funeral. Es demasiado alta, morena y sus brazos están tan marcados como si se los hubiera arrancado a un macho y se los pusiera únicamente para partirme la cara.
Es evidente que no sabe que luchará contra mí, porque busca entre toda la gente sin dar conmigo.
—Detén esto, Mason. La violencia nunca es buena.
—Este es parte del entrenamiento, así que sube ahí y pártele el trasero, si es que puedes.
Las piernas se me doblan cuando dicen mi nombre y sé que debo de subir, si no lo hago quedaré como una cobarde frente a todos, y mas frente al idiota de Mason que fue quien me metió en esto.
Vamos, recibí un disparo y casi muero hace unas semanas ¿no puede tener piedad de mí? Busco las escaleras para subir y unos tipos se ríen a mis espaldas, me dicen palabras como niñita o princesita y entiendo de donde viene tanto machismo por parte de Evan. Al parecer todos aquí son iguales. Cuando planto ambos pies en el ring las risas se hacen mas audibles y las voces detrás mas irreconocibles por el acento, algunas palabras las entiendo, pero otras nada.
—Como les dije, la suerte está echada. Aquí no hay reglas y nadie puede rendirse, entonces, que gane la mejor.
La chica me mira como si fuera su peor enemigo, calculo el tiempo en el que el viejo nos deja aquí arriba para negociar con ella y convencerla de que esta es una estupidez, pero antes de que reaccione me da un puñetazo en la mandíbula. No caigo al suelo porque las cuerdas me detienen, pero me deja mareada y viendo doble. Luego me agarra del cabello y me arrastra de nuevo hacia en medio, no veo en donde puede estar Mason, pero espero que donde sea que esté se arrepienta por haberme metido en esto.
—Te equivocaste, aquí no se juega a las muñecas.
Da la vuelta a mi cuerpo y me golpea el abdomen sacándome el aire, me inclino y busco aire como un pescadillo recién salido del agua. Esto es demasiado, pero no me voy a rendir. Antes de que pueda darme otro golpe me muevo y eso me da oportunidad de devolverle el golpe, por supuesto que no me quedo con las ganas y lo hago dos veces. Se apoya de las cuerdas y me da tiempo de respirar.
Si salgo viva de esto, voy a darle dos de esos golpes a Mason, pero un poco más abajo. Tengo la garganta muy seca, quiero mojar mis labios, pero mi boca está tan pastosa que no se puede, cierro los ojos unos segundos que ella aprovecha para volver a someterme y esta vez acabar conmigo. A lo lejos puedo escuchar la voz de Mason diciendo que no me deje, que escape de su agarre como pueda, el problema es que no puedo. Estrella su puño en mi mandíbula, luego en el ojo y culmina en la boca, mis piernas se doblan, pierdo fuerza y mis ojos se cierran sin que yo se los pida. Me tiene sostenida del cabello, luego siento un fuerte golpe cuando me deja caer. Después de todo el maltrato que ha sufrido mi cuerpo, aun así hago el intento por continuar, abro los ojos solo para ver como estampa el pie contra mi cara.
Y eso es todo.
Evan
—Se que estás enojado conmigo, algún día entenderás que lo mejor para ella fue que Mason le enseñara.
—Va a ser duro con ella, lo sé. Y Ada menos que nadie se lo merece.
—¿Dónde diablos está Evan?
Lo que me faltaba, mas problemas. Justin entra al despacho y se me lanza a los golpes, Caín lo detiene y papá se pone en medio de los dos.
—¿Puedo saber qué te pasa? —le pregunto.
Aunque ya sé la respuesta.
—¿Cómo te atreviste? Los Claire me arruinaron la vida, mataron a mis padres y aun así te enamoraste de ella. ¡La trajiste a esta casa! ¿no te importamos Caín y yo? ¿Mis padres muertos?
—Justin, cálmate. Las cosas sucedieron sin que yo lo pidiera.
—Quiero a esa mujer muerta y a toda su familia, o te olvidas de mi para siempre. No estoy jugando, Evan. Nunca te perdonaré que te involucraras con la asesina de mis padres.
—No digas tonteras, Ada no lo hizo.
—Es como si lo hubiera hecho, ella es la reencarnación de George Claire, sabes lo que esa estúpida representa en nuestras vidas.
—¡Justin, cállate ya! —grita papá—, te calmas o te calmo. Ustedes nacieron para estar juntos y apoyarse el uno al otro como hermanos. No pueden pelear de esta forma, somos familia.
—Díselo a tu hijo, tío. Porque parece que se le olvidó.
Muchas veces lo he visto así de furioso, pero jamás contra mí y se siente tan raro. Como si todo lo que pasa no fuera suficiente ya, ahora se le suma esto. Caín puede entenderlo, pero Justin tomará su tiempo, aunque lo conozco tan bien que su rencor contra mi durará mucho tiempo.
—Déjenos solos.
Justin y mi papá asienten y hacen lo que les pido, solo necesito unos minutos a solas con este cara dura. Doy un paso y lo agarro de las mejillas.
—No quieras convencerme, no lo harás.
—Eres lo mas importante que tengo, eres mi hermano y jamás haría algo que te lastimara a propósito, quiero que entiendas que esto simplemente ocurrió.
—No puedo entenderlo, tú sabías…
—Sí, sí, yo lo sabía todo y aun así ocurrió, me enamoré. Pero quiero que estés tranquilo, ella ya no quiere nada conmigo y probablemente jamás volvamos a estar juntos. Así que ya, superémoslo.
Me mira a los ojos unos segundos y después desvía la mirada.
—Está bien, pero no me pidas que sea amable cuando ambos estemos en el mismo lugar. Si pudiera la mataría con mis propias manos.
A veces me dan ganas de agarrar a bofetadas a quien le echa la culpa a Ada de lo que su padre hizo, ella no tiene la culpa de nada.
—Como quieras.
Le doy una palmada en la mejilla y un abrazo, este abrazo me sabe tan bien que quiero permanecer varios segundos mas así. Siempre he sido para ellos una figura importante, como el hermano mayor al que siempre se le debe pedir permiso o una opinión, a pesar de ser primos. Y que me hablara de esta forma me hizo sentir mal en verdad, nunca nos hemos disgustado, mucho menos por una mujer. De repente hay gritos afuera, nos separamos y volteamos hacia la puerta.
—¿Y ahora qué?
—Creo que es Mason, vamos a ver.
Salimos del despacho y todo mi temperamento se eleva cuando veo a mi hermano de pie y en los brazos lleva a Ada, llena de sangre y desmayada.
—¿Qué pasó? —pregunta mi padre.
Mason me ve y traga. Encierro los puños y aprieto fuertemente hasta sentir que me hago daño con mis propias uñas, solamente una vez en la vida he tenido en sentimiento de golpear a mi propio hermano, fue cuando me entrenaba y me obligaba a hacer cosas que no estaba preparado. Pero ese sentimiento ha regresado a mí, otra vez. Y más fuerte.
—¿Qué le hiciste? —pregunto esta vez yo.
—Yo no le hice nada, quise ver que era lo que traía y terminaron dándole una paliza que no soportó y se desmayó.
—¿La llevaste a la arena? —levanta las cejas y con ese simple gesto sé que lo ha hecho—. Maldita sea, te dije que no fueras duro con ella ¿Cómo se te ocurrió llevarla en el primer día?
Se la quito de los brazos con cuidado y ella se queja, maldita sea. Si sigo viendo a Mason juro que no tendré piedad, y no quiero faltarle al respeto, juro que no.
—¿Entonces que quería que hiciera? ¿jugar a las muñecas? Tiene que despertar y darse cuenta de como es el mundo real y de como será su vida de ahora en adelante.
—Cállate Mason, porque estás colmando mi paciencia.
—¡No me hables así! —levanta la voz.
—¡Entonces guarda silencio! Parece que haces todo esto para joderme las pelotas.
Doy media vuelta y subo a la habitación. Si tan solo ella hubiera dejado que la entrenara yo, nada de esto estaría pasando. Pero mi padre tiene razón, si me encargaba yo de eso seguramente no sería lo suficientemente estricto, o utilizaría el tiempo de entrenamiento para hacerle el amor. Cuantas ganas tengo de hacerle el amor ¿Cuándo se va a acabar su enojo? Estoy empezando a creer que nunca.
La acuesto en la cama y entreabre los ojos.
—¿Qué pasó?
Su boca aun sigue sangrando y tiene un hematoma en el ojo, se le va a inflamar como el infierno.
—Ya estás en casa, yo voy a cuídate ¿de acuerdo?
Saco el celular y le llamo al medico de la familia, el único que sabe la dirección de esta casa y que tiene discreción cuando se trata de asuntos importantes, el mismo que realizó su operación. Espero que no demore mucho.
—Quiero llamar a mi madre, por favor, déjame hacerlo.
Me agarra del brazo, aun con la mano temblándole.
—Te prometo que en cuanto te recuperes dejaré que hables con ella, por lo pronto tienes que recuperarte.
—¿Por qué me odia tanto Mason? Yo no les hice nada.
Empieza a llorar y yo siento que mi alma se parte en dos, jamás imaginé verla de esta forma.
—Él no te odia, simplemente tiene un mal carácter.
—Lo dices porque es tu hermano y es igual a ti. Los mismos gestos, el mismo carácter, las mismas manías. Lo único que cambia es el nombre.
—Y la edad, recuerda que soy mucho más joven.
Sonríe un poco porque le duele y se vuelve a quejar.
—Quisiera que no tuvieras que pasar por tanto dolor, si pudiera estar en tu lugar te juro que lo haría.
—¿Por qué haces esto? Te he tratado tan mal.
—Me dijiste que soy el rey de tu corazón, y el rey no funciona sin su reina.
—¿Yo dije eso? No lo recuerdo.
—No lo recuerdas porque estabas drogada con tanto medicamento, pero así fue. Ada, te extraño.
Se estremece y suspira con dolor.
—Evan, no voy a volver contigo. Estoy siendo completamente sincera, nunca voy a olvidar lo que me hiciste y si te perdono nada entre nosotros volverá a ser igual. Lo que vivimos fue lindo, pero ya fue.
Quisiera pensar que sigue confundida, o que está mintiéndome solo para deshacerse de este momento, pero no, sé que está siendo sincera porque me mira a los ojos fijamente, sin titubear ni dudar de lo que está diciendo.
—Estás rompiendo mi corazón, lo sabes ¿verdad?
Mira hacia otro lado, evadiendo mis ojos.
—Lo lamento, lo nuestro no tenía futuro y lo sabíamos desde el principio.
Están pasando tantas cosas en mi vida que esta hace que explote, ya no puedo más, a veces no basta con intentar ser fuerte.
—Está bien, ya no sé qué hacer por ti. Me equivoqué, sí, te oculté cosas, pero ya te pedí perdón de mil maneras y estoy muy arrepentido por todo. Ya me quedó claro que para ti todo se fue a la mierda a pesar de mis intentos por arreglar lo nuestro.
—Evan… —murmura.
—Ya no digas nada, también estoy cansado de rogarte, de soportar tus malos tratos y groserías. Te amo, pero todo tiene un limite y si estás tan segura que no vamos a regresar jamás entonces que así sea.
Salgo de la habitación y azoto la puerta, me siento tan mal, triste y enfadado que quiero golpear cualquier cosa, lo que sea para liberar todo esto que siento. No puedo mas con esto, no estaba preparado para esta ruptura ¿Cómo maldita sea me enamoré tanto? Yo no era así, joder.
Caín sigue abajo y cuando lo veo él adivina lo que pasa.
—¿Necesitas salir?
—A donde sea, pero llévame lejos de aquí.
***
No sé cuantas cervezas llevo, pero no me siento nada bien. Conforme pasa en tiempo me siento mas mierda y las palabras de Ada están en mi cabeza rodeándome para seguirme torturando. No entiendo por qué demonios las cosas se dieron así, toda mi vida he ido de mujer en mujer y ahora no puedo pasar de una.
—El mundo es tuyo, primo. Ve y consigue a la mejor mujer y olvídate de esa que solo te hace sufrir.
Dice Justin, esta situación a él le conviene, sin embargo, trata de hacerme creer que no es así. Pero tiene razón, me he convertido en alguien que desconozco, en alguien que no me gusta y debo terminar con esto ya, antes de que me vuelva loco.
—Déjalo, Justin. Es bueno que saque su dolor —comenta Caín.
Le doy el ultimo trago a la cerveza y la dejo sobre la barra.
—Juro que esta noche será la única que le llore, mañana seré un hombre nuevo.
Ellos se ven entre sí, yo me limpio la boca con la mano y saco de mi cartera el dinero para pagar la cuenta. No estoy diciéndolo solo de dientes para afuera, estoy diciendo la verdad y espero que Ada no se arrepienta de la decisión que tomó. Estoy roto por dentro, me siento destruido, pero me levantaré, lo juro.