Ada
—Dale, date prisa que solo faltas tú.
Rodeo los ojos y resoplo, me acomodo el flequillo otra vez porque sigo inconforme, no sé si es mi cabello, o el vestido o simplemente toda yo. Beth entra a la habitación y pone los brazos en jarra.
—Ya voy, dame un segundo.
Miro mi espalda y ella me echa una mano subiendo el cierre del vestido.
—Te ves guapísima, sin duda nadie podrá quitar los ojos de encima de ti.
Levanta las cejas y me codea.
—Con que solo me mirara una persona —suspiro y mi ánimo baja.
Los últimos días han sido tan raros, Evan a penas voltea a verme y solo me lanza una sonrisa pequeña, y eso a veces. Después de esa ultima noche que pasamos juntos todo se perdió, como si nunca nos hubiéramos amado, o como si nunca me hubiera amado. Tengo tanto miedo por el futuro y rencor por las tontas decisiones que he tomado, poco a poco me he acostumbrado al estilo de vida de los Taylor, siento que en verdad me he convertido en una de ellos, que ya no tengo que reclamarle a Evan, por nada.
—No te pongas triste, ese macho te ama, pero le hiciste mucho daño.
—Ya, ya, no necesito que me recuerdes lo idiota que fui.
—No es eso, solo ponte en su lugar un poco —me agarra el hombro, y como si no pudiera sentirme peor, me demuestra que su apoyo sigue siendo hacia él—. Pero dejémonos de eso, es la ultima noche del año así que ¡vamos a mover el bote mami!
Me da una nalgada y sale corriendo, yo camino detrás de ella con mucho cuidado, llevo unos tacos bastante altos y no quiero hacer el ridículo y caer frente a todos. Mason no está nada de acuerdo en que salgamos de casa por la seguridad de todos, pero los demás insistimos. Creo que después de tanto estrés, sangre y muertes todos merecemos cinco minutos de tranquilidad.
En cuanto Beth se encuentra con Aron ambos ríen, él le toma la mano y le besa los nudillos, le susurra algo al oído y ella se sonroja. Al verlos me doy cuenta de lo mucho que se quieren y, sigo siendo una tonta porque aún siento celos de su relación. Termino de bajar los escalones que quedan y llego hasta ellos.
—Te ves muy bien —me dice Aron, mientras Beth le da de besitos en las mejillas.
—Gracias… ¿Dónde está? —pregunto muy bajito.
No necesito decir su nombre, ellos saben a quien me refiero. Lo primero que hice al salir a las escaleras fue buscar a Evan. Aron mueve la cabeza hacia afuera y le doy las gracias con una sonrisa. Voy hacia afuera y miro su espalda, tan ancha y marcada, en la mano tiene su cigarro y la postura siempre a la defensiva, como si todo el tiempo tuviera la sensación de que algo va a pasar y está a la espera del ataque.
Me siento una estúpida porque cuando estoy detrás de él no sé como debo reaccionar, debería aferrarme a su espalda, demostrarle que quiero quedarme aquí con él, pero me da tanto miedo su reacción.
—Hace mucho frio, ¿por qué no entras?
—Últimamente Beth odia el olor a cigarro.
Hay un silencio de unos cuantos segundos, que parecen horas. Y yo sigo detrás de él.
—Cien mil por tus pensamientos —le digo.
No lo estoy viendo, pero estoy segura que ha sonreído.
—Si acepto acertarías al instante, y no estoy para perder dinero. Sabes que no me gusta perder.
—Bueno, yo no estoy en la mejor posición.
Levanto los hombros resignada porque sé que no me dirá lo que piensa, sin embargo, sigo aquí, en espera de él. Tengo solamente una noche, unas cuantas horas para demostrarle mi amor, y lo arrepentida que estoy por tirar la toalla y renunciar a nosotros. La voz de mi cabeza no se cansa de repetirme que soy una tonta, y no dejará de hacerlo por lo menos lo que resta de la noche.
—Al parecer los demás decidieron cancelar a ultimo minuto, así que solo seremos nosotros cuatro; a menos que quieran quedarse también —dice Aron desde la puerta, con un tono de voz totalmente de enfado.
Evan tira la colilla del cigarro y después se da la vuelta, le digo a Aron que vamos y le sonrío. De inmediato siento la penetrante mirada de Evan encima mío, tanto que me pone los nervios de punta.
—¿Qué me miras? —pregunto.
Se pone nervioso, y piensa que es lo que va a decirme, y piensa y piensa y piensa.
—Nada —se quita el saco negro que lleva puesto y lo pone sobre mis hombros—, ponte esto, hace frio.
Se encamina hacia la puerta y desaparece sin mirar hacia atrás. Lo poco que queda vivo de mi corazón no resistirá esta noche si las cosas con él siguen así.
Evan
Entro al auto, enciendo el motor y espero a los demás aquí. Miro hacia la ventana simplemente para poder desviar mi mente de Ada y el maravilloso vestido que lleva puesto, ese escote que hay en medio de sus pechos, sus piernas, y ella… dios mío, se ve tan hermosa. Me llena de rabia pensar que fue mía y la dejé ir porque soy un imbécil, que los siguientes días serán un infierno hasta que pueda acostumbrarme a su ausencia, que no habrá minuto que no reclame por su piel, sus besos, sus manos recorriéndome, así como la ultima vez que nos entregamos ¡Joder! Maldita impotencia.