Ada
Siempre he pensado que el orgullo es malo, sobre todo en situaciones como esta, pero mi familia me heredó un carácter muy fuerte y eso me nbla la vista al querer dejar mi orgullo de lado.
—¡Vete a la mierda!
Salgo de la sala de entrenamiento muy a prisa, con la sangre hirviendo por mi cuerpo.
—Espera, no estés así.
Me dice Evan en tono burlón, y eso me hace cabrear mucho más. Detesto su forma de no tomar las cosas en serio cuando debe de hacerlo.
—¡Pudiste haberme matado!
—No exageres.
—¡Me disparaste!
Puedo sentir sus pasos muy cerca y la adrenalina comienza a desprenderse en mi estómago.
—Eres tan exagerada mujer, son balas de salva.
—¡No me importa!
Llego a la camioneta y abro la puerta, me dan tantas ganas de coger las llaves, irme de aquí y dejarlo solo para que deje de jugar conmigo. Me pongo en cinturón de seguridad y me volteo cuando él entra.
—Ada, escúchame.
—No quiero hacerlo, me traicionaste.
Gira la llave y empezamos a andar, yo no volteo a verlo porque su mirada siempre me debilita.
Desde el momento en el que decidimos estar juntos de vez en cuando seguimos peleando, pero ahora tenemos la capacidad de resolver cualquier conflicto que tenemos. Nuestras noches se han convertido en gemidos, gritos y dos cuerpos empapados en sudor, y por las mañanas se levanta y me prepara el desayuno. Lo amo tanto, nunca pensé que podría amarlo de esta forma.
Toca mi pierna y me hace vibrar esa pequeña parte de su toque.
—Por favor, discúlpame. Lo hice por tu bien.
—¿Mi bien?
—Lo hice para que aprendas que no debes confiar en nadie, pase lo que pase, jamás confíes en nadie. Ni en tu sombra.
Sus palabras me hieren lo más profundo de mi ser, porque una vez confié en él, y me falló. Y eso me hace recordar en todas las veces que confié en alguien que me pagó mal, traicionándome o simplemente dándome la espalda.
Evan sigue pidiéndome perdón, y yo solo puedo pensar en sus palabras. Quizá lo ha dicho por un motivo bastante grande, quizá me está pidiendo que no vuelva a confiar en él. Mientras me hago volteretas en la cabeza con mis pensamientos, escucho que Evan maldice entre dientes, después da un frenon inesperado y me cubro la cara con las manos para no golpearme en el tablero.
—¿Puedes ser más cuidadoso?
Voltea hacia el espejo y lo acomoda.
—Coge el arma que está en la guantera.
—¿Qué? Evan, si es otra de tus pruebas de confianza, he de decirte, que estamos fuera del campo de entrenamiento.
—Coge la maldita arma de la guantera, nos están siguiendo.
Volteo hacia atrás, hay dos camionetas detrás de nosotros, a una buena distancia, pero son bastante obvias, además de que son grandes y tienen todo blindado, así que regreso al frente y hago lo que Evan me ha pedido, saco el arma y la sostengo en mis manos, como si ésta me brindara todo el poder que necesito para ponernos a salvo. Aunque es así, aún no puedo manejarlas bien, me da miedo todavía y sé que Evan lo sabe.
—Ada, solo saca la mano y dispara con cuidado.
—No puedo —susurro—, ¿y si es otro truco tuyo?
—¿Qué? ¡No! ¿Por qué piensas eso?
—Porque me acabas de pedir que no confíe en nadie.
Se agarra la frente y golpea luego el volante.
—Solo haz lo que te digo, por favor. O moriremos.
Yo no quiero morir, volteo una vez más hacia él y vuelve a gritarme.
—Me estresas mujer, solo dispara.
Una de las camionetas golpea la parte trasera y aprieto el gatillo sin querer dando un disparo al aire.
—¡Déjame en paz!
Bajo un poco el vidrio, recuerdo un poco las clases que Mason me dio, sobre identificar armas y como disparar cada una de ellas de manera casi perfecta, digo casi porque aún me falta mucho entrenamiento. Doy el segundo disparo y este se impacta en el parabrisas.
—¡Maldición!
El coche se derrapa, Evan sabe controlarlo muy bien, pero cada vez están más cerca de nosotros. Apunto y trato de darle en el mismo lugar, pero Evan se da cuenta y me da una sola indicación: abajo. Una bala se impacta en el espejo de atrás y grito, las manos están temblando, estoy tan nerviosa que no puedo pensar con claridad, él me ha dicho solo una palabra. Tres tiros y logro darle al objetivo, la camioneta se descontrola con la llanta ponchada y sale del camino.
—¡Bien! Ahora solo vuelve a hacerlo, tranquila, respira y concéntrate.
—Lo haría si dejaras de estarme gritando, eres tan pedante.
Vuelven a golpearnos por detrás, Evan está a punto de perder el control, lo puedo notar por lo tenso que está al levantarse la vena de su frente. Si Evan pierde el control todo se irá al carajo, sabe que pasa algo malo, el por qué nos persiguen tanto, el por qué quieren matarnos.