...
Después de mirarlo por largos minutos tomo un poco de la taza de café negro que me he preparado.
Se ve tan pálido, lo extraño tanto.
Lleva dos semanas inconsciente.
Esto ha sido lo mejor para la familia, en especial para él, pero… joder, Evan es el alma de los Taylor, él que siempre está, el que siempre protege. Alcanzo a tocar su mano y la acaricio con mi pulgar, si tan solo hubiera entendido que Ada sería su perdición no estaría así.
—Te extraño —susurro.
Sé que es temporal, aun así, no soporto verlo tan desprotegido, tan vulnerable. Así no es Evan.
Escucho el rechinar de la puerta y miro de reojo, BAstián entra y hace lo mismo que yo, observar a su hijo, acariciarlo, enternecerse a pesar de los últimos momentos que vivieron que fueron puras peleas.
—¿No podemos hacer que despierte? —le pregunto.
—No es el momento.
—¿Cuándo?
—Cuando Ada nos lleve hasta donde queremos, mientras tanto Evan tiene que estar fuera de la jugada