Suelto un suspiro cuando al fin traspasó la puerta de mi casa y me recargo en ella. Había sido un día demasiado largo. En la tienda que trabajo, todo era motivo de Halloween y la gente estaba como poseída comprando dulces a diestra y siniestra, creo que nos quedamos sin mercancía hasta el año siguiente. Algunos iban hasta vestidos con disfraces, así que tuve un desfile de brujas, piratas, esqueletos, hadas, princesas, y no podemos dejar de mencionar a los favoritos que eran los superhéroes. Sin embargo, parecía como que una horda de zombis venía detrás de las personas, porque se abalanzaban a los estantes en busca de los dulces y luchaban entre ellos por conseguirlos.
¡Fue una verdadera LOCURA!
Al fin estoy en casa y eso es lo importante. Todo está apagado, por lo que creo que Rick, mi hermano, no ha llegado. Soy la mayor, le llevo unos tres años, aunque parecemos de la misma edad. Somos inseparables. Voy a la cocina y me sirvo un vaso de jugo de naranja. No sé qué cenaremos hoy, no he hablado con mi hermano desde la tarde, aunque si me dijo que él se encargaría de tener un buen plato fuerte para esta noche. Tanta amabilidad, me confunde. Voy a darme una ducha y luego lo llamaré a ver por dónde anda. Tengo hambre, mas el cansancio es mayor, por lo que creo que, con tan solo poner la cabeza en la almohada, caeré rendida en un sueño del que despertaré en 2023.
Vivimos en una pequeña casa de dos plantas, en la planta baja tenemos sala, comedor, cocina y un lavadero, y en la superior, dos habitaciones, una de ellas cuenta con su propio baño —que es la mía por ser la mayor— y un baño aparte. Me dirijo a la habitación de Rick, toco y al no escuchar nada, decido abrir la puerta para ver si se encuentra dormido encima de la cama, pero está vacío, repito la misma operación con el baño y nada. Parece que todavía no ha llegado, aunque me extraña porque ya debería de estar aquí.
Al llegar a mi habitación, me desprendo de mi ropa y voy directo a la ducha. Eso es lo que deseo ahora, una larga ducha de agua bien calientita para aflojar mis músculos y que se vaya todo lo que he pasado en el día. Pongo mi móvil en una reproducción de música para animarme, mientras el agua corre por mi piel. Inicio con Blurred Lines de Robin Thicke y así como la música cobra vida, mis caderas también lo hacen. Es un baile loco, solo creado para sacar todo el esfuerzo del día. La canción va por la mitad y es en ese momento cuando se escucha un ruido fuerte de interferencia y la canción se detiene, justo cuando parpadean las luces en el baño. Luego de unos segundos se detiene y en vez de continuar la canción, empieza la canción de un carrusel de esos antiguos, de esos que salen en las películas de terror. ¿Que habrá pasado? ¿De dónde sale esa música? Detengo el agua y abro lentamente la cortina. A pesar de todo, hoy es Halloween y dicen que los espíritus andan libres en la noche de hoy. Tomo la toalla y envuelvo mi cuerpo en ella. Una fría corriente de aire me estremece, por lo que mi vista va directamente hasta la ventana, la misma está abierta y yo no la dejé así. La cierro con rapidez. La música del carrusel ya me está poniendo los pelos de punta, así que que busco de dónde procede y mayor es mi desconcierto al ubicarla en mi móvil. Es desde allí que se reproduce. Me acerco a él y lo que veo en su pantalla me pone los ojos como platos.
Es un fondo negro y unas letras rojas brillantes, como si fueran gotas de sangre se van escribiendo una y otra vez. Lo peor es el mensaje: “Feliz día de brujas, Nita”. ¡Joder! Nita es mi diminutivo. Me llamo Mariana, en mi familia antes me decían Marianita y se quedaron diciéndome Nita. Toco la pantalla con desesperación para detener esto, pero no hace nada. Es inútil, por más que toco los botones, no hace nada. La pantalla sigue reproduciendo lo mismo una y otra vez, y la música tampoco cesa. Vuelvo a sentir la corriente de frío, por lo que miro nueva vez la ventana y está abierta. ¿Pero… cómo? ¡Ay, no! Esto no tiene buena pinta. Vuelvo a cerrarla. Tomo mi móvil y lo llevo al fondo de la cesta de la ropa sucia, para tratar de amortiguar el sonido que me va a volver loca. Decido tomar el vestido que estaba encima de la cesta y ponérmelo para no estar solo con una toalla. Si tengo que salir corriendo es mejor hacerlo con algo de ropa y no en bolas. Voy a llamar a Rick desde la línea de la casa y que nos encontremos en otro lugar. Cuando nos mudamos hace unos meses, nos habían mencionado de ciertos rumores sobre cosas extrañas pasaban a veces, no obstante, nunca habíamos visto nada... Hasta hoy.
Al detenerme frente al espejo para ponerme el desodorante, mi sangre se hiela al ver lo que está escrito en el espejo. Con el vapor del agua se había empañado el mismo, mas se podía distinguir perfectamente lo que decía: “Bienvenida a casa, Nita”. Lanzo un grito y salgo disparada hacia mi habitación. Está todo desordenado, la cama es un desastre de sábanas y colchas. Algunas cosas que tenía en la mesita de noche están tiradas en el suelo. Tomo el teléfono que también está volcado en el piso, pero no consigo línea. Voy corriendo hasta la habitación de Rick, ahí se encuentra el otro teléfono. Al llegar, está todo oscuro y por más que le doy al interruptor para que se encienda la luz, este no lo hace. Marco el número de Rick y suena varias veces sin contestación. Lo vuelvo a intentar y luego de dos tonos, toman la llamada.
— ¡Rick, Rick! ¿Dónde estás? ¡No vengas a casa! Nos vemos donde Lou. Algo extraño está sucediendo.
— ¿Nita? —dicen del otro lado en un susurro, aunque es una voz extraña. No parece la de Rick.
— ¿Rick?
— Nooooooo, por favor. No me hagan daño. Nooooooooo.