Browbeater (intimidante)

Capítulo 9

Abrumado y desconcertado por su llamada en la dirección, Noah llegó al lugar señalado. Primero golpeó un par de veces y aguardó por la imponente presencia femenina que no demoró ni un minuto en abrir la puerta para cederle el paso. Noah entró con pasos vacilantes, mordiéndose la lengua para sofocar las decenas de preguntas que tenía en mente. Y es que había tantas razones por las cuales podía ser reprendido y cuestionado que, quería adelantarse por lo menos un poco para cerciorarse del rumbo que tomarían las cosas.

Tomó asiento en la suave silla acolchada frente al escritorio de caoba y respiró profundamente, nublándose sus sentidos de manera irremediable al distinguir el aroma a whisky que provenía junto a las decenas de carpetas perfectamente apiladas. Bien podrían llamarle la atención por llegar tarde las últimas semanas, o tal vez se habían enterado de su beso con Saul. También estaba el asunto del ensayo de Howard que todavía no comenzaba, incluso podría deberse a su ausencia en la penúltima clase de gimnasia.

—Noah.

Tragó pesado al verla sentarse delante de él, con las manos entrelazadas y sus brillantes ojos ámbar fijos en su rostro, como si quisiera escudriñar el motivo de sus acciones pasadas o anticipar una mentira.

—Imagino que sabes por qué estas aquí. —no, no lo sabía. Así que se limitó a negar, conteniendo apenas el nerviosismo al aferrarse la tela frontal de los pantalones—. Has tomado algo que no…

—¡Traeré justificante médico!

Molesta por verse interrumpida, Sienna Payne contrajo las cejas, se masajeó el puente de la nariz y bebió un sorbo de su bebida antes de continuar.

—¿Justificante medico? —inquirió, seria—. Estoy hablando del objeto que tomaste sin permiso y del cual te acusaron tus compañeros.

—¿Cómo?¿Qué objeto? —balanceó los pies, sintiéndose más y más ansioso, más y más confundido.

—El celular. —exhaló Sienna al cabo de unos segundos, dando por sentada la desorientación del tema—. Tomaste el celular de una de tus compañeras mientras se encontraban en hora de descanso.

Noah boqueó reiteradamente, sin poder digerir del todo la acusación.

—¡No es así! —saltó plantando ambas manos en el escritorio, confrontando la severa mirada de la fémina—. Yo no lo hice.

—Varios de tus compañeros te vieron salir con él.

—¡No era yo! —negó enérgicamente, experimentando una llamarada interna de cólera mezclada con miedo—. Yo estaba con Saul Clifford, se lo juro. Ni siquiera...

Repentinamente, Sienna alzó la mano, dándole a entender que su perorata poco y nada importaba, dadas las circunstancias.

— ¿Te importaría si registro tus bolsillos y el resto de tus pertenencias?

Humillación en estado puro, fue lo que sintió Noah cuando la adulta rodeó el escritorio para hurgar en los bolsillos de su uniforme. Con la cabeza gacha, y conteniendo apenas la vergüenza que le ocasionaba tal suceso, la dejó buscar libremente. Sabía que si se oponía solo levantaría sospechas falsas.

— ¿Puedo verificar tu mochila?

Sin tener más opción, Noah asintió, y resignado, se dirigió de vuelta a su salón de clases, seguido de cerca por ella.

***

Tenía el estómago revuelto, los nervios crispados. La cabeza le punzaba continuamente en un quejumbroso martilleo que prometía no cesar pronto. Finalmente, todos se habían ido, "él" se había ido, y lo peor de todo es que tuvo que mentirle para que no lo esperara a la salida como habían acordado previamente.

Saul había estado buscándolo después de finalizada la práctica, sin embargo, no se encontraron allí. Fue en la terraza que solían frecuentar en las meriendas que Noah decidió esperarlo para pedirle que se fuera, que él se quedaría un par de horas después de clases debido a un curso al que se había inscrito para ponerse al corriente con las materias. Por supuesto todo era una vil falacia inventada a último minuto.

Luego de que Sienna diera con el celular extraviado de Zoe que tan inoportunamente había aparecido en su bolsa de útiles, Noah no había podido desmentir tan bochornoso malentendido. Sus palabras, reclamos y protestas no sirvieron de nada contra las decenas se señalamientos de sus compañeros. Nada era verdad, pero tampoco nadie le creía. Y seguramente Saul tampoco lo haría, sin embargo, era conveniente atrasar un poco las cosas, así al menos estaría preparado para cuando el pelinegro se enterará y optara por alejarse de él para siempre.

Luego de las constantes burlas e insultos que había recibido a espaldas de los profesores, Noah se había visto obligado a iniciar con su labor. La sanción consistía en nada más y nada menos que un mes de limpieza en el salón de clases. Además de dos visitas semanales con el psicólogo del colegio que estaría deseoso de oír cuanto tuviera por decirle.

¿Y qué iba a decirle?

De cualquier forma, no le creían. Ahora ningún profesor confiaría en él.

Con el entrecejo fruncido a causa de la preocupación, continuó deslizando la escoba de lado a lado, reuniendo la basura en una de las esquinas de la infraestructura, rezándole a todos los dioses porque nadie más lo viera de ese modo, especialmente Saul.




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