Browbeater (intimidante)

Capítulo 15

Sentía que se ahogaba. Aferrado a los brazos de su mentor, solo atinó a aspirar grandes bocanadas de aire.

—Noah, por favor. —suplicaba Brahim en tono quebrado, abrazando a un deshecho Noah que no acababa de procesar la noticia, que se rehusaba totalmente a creerla—. Respira despacio.

Noah hincó las uñas en el oscuro traje del adulto. Su mente fragmentada se oponía a oír sugerencia alguna. El aire entraba y salía a un ritmo desigual y en dosis inexactas. Quería morir allí mismo, tan solo dejar de respirar y hundirse en lo más hondo de aquel pozo que día con día lo había ido devorando.

—Todo va a estar bien. —gimoteó Brahim contra su oído, repartiendo tiernas caricias por los cabellos rubios—. Estoy aquí ahora.

Poco a poco Noah dejó de hiperventilar. Su mente cristalizada dio una nueva orden a sus funciones motoras.

Empujar a Brahim. Apartarlo lejos de sí como si se tratara de una auténtica amenaza.

—¡No me toque! —exigió, su ritmo se hallaba aún acelerado, pero su férreo semblante no cambió en lo más mínimo, ni siquiera cuando Brahim lo observó perplejo y con lágrimas de arrepentimiento corriendo por su rostro—. No tiene ningún derecho a acercarse.

En alguna parte de sus contrariados pensamientos, Noah experimentó un deje de ausencia verbal. Se sentía como si otro estuviera hablando en su lugar, diciendo cosas hirientes que él jamás dejaría escapar, ni siquiera por error. Pero era tarde para frenar aquel impulso de rabia, de odio y resentimiento que se había ido acumulando a lo largo de los meses.

—Noah, escúchame. —suplicó Brahim, herido por la mirada despectiva del menor—. Sé que estás molesto.

—¿Qué sabe usted de cómo me siento? —lo confrontó Noah con el ceño fruncido, cerrando las manos en dos firmes puños. Daba la impresión de que derramaría lágrimas en cualquier momento, y pese a ello, su determinación no flaqueaba—. No ha estado en mi vida por tres meses. No tiene la menor idea de lo que he tenido que pasar en.…  —tensó la mandíbula a tiempo para retener lo último—. ¿Qué ocurrió con Jonathan?

Brahim se limpió las lágrimas con los puños del traje, tenía la garganta cerrada por el nudo que la atravesaba.

—No quise ausentarme de tu vida, Noah. Comprendo que me odies, pero al menos déjame explicar lo que tengo para decirte. —exhaló con pesadez y tomó asiento en uno de los peldaños—. Jonathan estuvo trabajando por casi tres años en una novela que lleva tu título y auguraba ser un éxito en ventas, pero todas las editoriales le cerraron las puertas sin siquiera tener en consideración la propuesta, ni haberla leído antes. Sabes que Jonathan tenía cierta reputación en el ámbito literario por sus novelas pasadas de erotismo.

—¿Y qué con eso? —la ira interna se fue aplacando, al grado de que la expresión de Noah se tornó sombría. Sus ojos opacos ya no dejaban entrever sentimiento alguno.

—Tardó dos meses en dar con una editorial que accediera a publicar su escrito. Él pretendía que su historia se vendiera en cada librería dentro de la ciudad, y me pidió ayuda para ello. —Brahim negó con la cabeza al recordar—. Quería hacerte un obsequio y yo acepté a ayudarlo. Cada centavo de las ventas de la novela iba a ser para ti. La beca está próxima a expirar y nosotros queríamos asegurar tus estudios. La universidad es costosa y sabíamos que no podíamos depender por siempre de la ayuda económica de terceras personas.

—No confiaban en mí… —susurró Noah.

Su labio inferior tembló al tiempo que gruesas gotas salinas abandonaban el resquicio de sus ojos. Perdería la beca si sus calificaciones no mejoraban y hasta el momento, no había demostrado estar a la altura de la situación, pero de cualquier modo lo lastimaba que sus dos únicos familiares no creyeran en su capacidad intelectual.

—Lo siento… —murmuró Brahim, hundiendo el rostro entre sus manos—. Jonathan estaba próximo a terminar la novela. Él escribía y yo corregía. Días atrás acordamos salir para revisar cada una de las páginas. Jonathan fue a un bar para inspirarse, quería que todo estuviera en orden, pero parece que bebió demasiado. Yo no estaba con él. La policía me contactó al encontrar la identificación cubierta de sangre seca cerca del muelle. Dos testigos afirmaron haber presenciado un asalto ¿sabes qué es lo irónico de todo? —sollozó con más fuerza. Noah no se condolió, le dio la espalda y contuvo un hipido—. No se llevaron su billetera, solo el manuscrito. La novela que Jonathan llevaba consigo. Quienquiera que fuera, estaba enterado de los planes de Jonathan. La policía aguarda que la novela se haga pública para iniciar las investigaciones.

Noah mantuvo el mentón alzado, miraba fijamente a la pared, sintiendo una a una las lágrimas traicioneras que descendían presurosas de sus ojos. Cuántas ganas tenía de gritar, de golpear algo, alguien...

—No recuperaron el cuerpo de Jonathan. Aún no. —Brahim sacudió la cabeza y se levantó—. Posiblemente no lo encuentren. La marea pudo haberlo arrastrado mar adentro.

—Hubiera preferido… —empezó Noah con sequedad—. No asistir a la universidad. —se zafó del agarre de Brahim para abrir la puerta, pero su cuerpo se congeló al ver quien se hallaba de pie del otro lado—. Tareck...

Su primer impulso habría sido cerrar la puerta de golpe, poner seguro y alejarse lo antes posible, sin embargo, su cuerpo se mantuvo rígido en su lugar.




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