Envueltos en la oscuridad, Axel y Juan caminaban por la parte trasera de la casa. El hedor a humedad era desagradable, el frío entraba por todas partes y se podía escuchar como las hojas de las copas de los árboles afuwra de la casa se mecían con el viento.
—Oye, Juan—dijo Axel y raspó la garganta—, ¿A qué te referías con el vapor saliendo de la boca y el descenso de la temperatura?—cuestionó ansioso de saber el porqué de esa extraña advertencia a sus amigos.
Juan, quien iluminaba los alrededores a la expectativa puso una expresión de suficiencia y se detuvo un momento. Eso sin dejar de estar alerta.
—Se llaman presagios—indicó acelerando la curiosidad de Axel al máximo. El tema simplemente le fascinaba—, todos ellos aparecen justo antes de que un espíritu haga presencia—concluyó.
—Wow—respondió Axel admirado y sintió como se le heló la sangre. Después miró alrededor con preocupación y la piel erizada.
—Es por eso que debes estar alerta a cada momento, Axel—mencionó y siguió caminando.
Más delante se encontraron con una vieja puerta de madera que se sostenía de milagro. Juan, quien siempre iba al frente, la abrió iluminando en su interior mientras que Axel observaba desde el lente de su videocámara.
—Parece un cuarto de herramientas—mencionó Juan.
En una parte más alejada de la casa, Lidia y Adriel caminaban por un pasillo largo que los llevaría a través de dos habitaciones y una puerta más al final del mismo. Ella llevaba la cámara fotográfica mientras que Adriel, frente a ella, iluminaba el camino.
—Odio cuando me convencen de hacer estas cosas—dijo Adriel con enfado.
—¡Ay cállate!—dijo Lidia y lanzó una carcajada—, nunca vienes con nosotros—señaló ella, lo cual era verdad. Axel y ella eran más bien quienes se aventuraban cada que podían.
Adriel sonrió no muy contento del comentario, por lo que decidió continuar para llegar a la primer puerta. Iluminando el interior de esa habitación no encontraron mas que basura por todo el suelo. Lidia tomó un par de fotografías y Adriel puso una cara de repulsión.
—¿Basura?—cuestionó.
—No fotografío la basura torpe—indicó—, tomó evidencias del lugar para mi artículo—concluyó.
—¿Artículo?—preguntó sorprendido.
—¡Si, mi artículo! La universidad se va a morir con mi historia—dijo emocionada.
—¡Estás loca, Lidia!—dijo Adriel sorprendido.
—¿Cuál es tu problema?—preguntó molesta—, ¿Porque no puedes apoyarme cómo lo hace Axel?—.
—¡Porque yo soy realista!—indicó.
Justo en ese instante, ambos escucharon un sonido al final del oscuro pasillo. Un golpe, uno fuerte, cómo si algo quisiera romper la puerta desde el otro lado. Adriel, desde su posición solo abrió los ojos al límite mientras que Lidia se quedó paralizada.
—¿Oíste eso?—cuestionó ella en voz baja sumamente aterrada.
—Debió ser el viento—respondió él en un intento absurdo de calmar la situación.
—No creo que haya sido el viento—dijo ella.
Ricardo caminaba tranquilamente por otra zona de la casa. El sitio era enorme, con muchos pasillos y habitaciones, daba la impresión de haber sido una escuela, albergue u hospital en sus tiempos dorados.
—Montón de cobardes. Ni siquiera pueden andar solos—dijo y rió un poco iluminando alrededor.
Al girar en una esquina se encontró un pasillo más, al final del cual le pareció ver a alguien antes de que su linterna se apagara por si sola.
—¡Mierda!—dijo golpeando la linterna mientras aterrado miraba al final del pasillo tratando de distinguir la figura.
Entre las penumbras no lograba ver mucho. Pero estaba seguro de no estar solo en ese pasillo, sabía que a unos metros de él había alguien.
—¿Chicos?—preguntó temeroso—, no es gracioso ¿Quien es?—.
Nadie respondió, pero entonces, con un poco de la luz de la luna le pareció ver a una mujer que se fue escaleras arriba.
—¿Lidia?—cuestionó y fue detrás de ella.
Un objeto cayó al suelo, o al menos eso les pareció tanto a Axel como a Juan, quien dirigió la luz de su linterna a la puerta del lugar al que recién habían entrado.
—¿Oíste eso?—preguntó Axel respirando agitado mientras grababa.
—Si, quédate detrás de mí—anunció Juan avanzando lentamente.
Axel no quería quedar atrás, así que lo siguió muy de cerca pero con sus reservas. Juan salió de la habitación e iluminó en todas direcciones pero no encontró nada.
—Falsa alarma—le indicó a Axel apenas se giró hacia él.
Apenas se relajaban cuando la linterna de mano del chico calvo comenzó a parpadear. Axel abrió los ojos al límite cuando apareció como su aliento salía en forma de vapor. Juan apenas vio esto se mostró preocupado.
—Maldita sea—y apenas terminó la frase su linterna se apagó.
—¡No!—gritó Axel apenas lo notó, se habían quedado a oscuras.
En su videocámara podía ver a Juan con su cara de susto estirando las manos en la oscuridad queriendo ubicarse. Axel se congeló y permaneció en el mismo lugar grabando en todas direcciones.
—Axel, quédate donde estás—indicó Juan, que seguía manoteando—, yo iré contigo—.
Cuando Juan apenas se acercaba, un ruido se escuchó detrás de Axel y éste volteó con la vídeo sin ver nada fuera de lo común.
—¿Qué fue eso?—preguntó.
—¿Qué?—preguntaba Juan. Desesperado—, ¿Que pasó?—.
—Esucuché algo por allá—dijo Axel preocupado.
Pero justo en ese momento, algo ya se movía a espaldas de ambos. Por rápido que fue el movimiento Axel no logro captar nada nuevamente, pero lo que sucedió después fue alucinante. Apenas la vista de ambos volvió al frente, Axel notó algo muy extraño.
—¿Qué?—cuestionó.
—¡No puede ser!—dijo Juan aterrado al dr a través del lente de la videocámara con visión nocturna.
Frente a ellos, en la pared, había una serie de pequeñas huellas de manos en la pared. Y todas ellas iban hacia una sola parte, esa vieja puerta con un candado oxidado que la resguardaba.