Bruja

Capítulo VI

Había sombras volando a su alrededor. De alguna forma se había quedado encerrado en su propio vehiculo, acechado por siluetas que lo rodeaban en medio de un sitio cubierto de niebla. Una a una, las cosas que sobrevolaban a su alrededor comenzaron a impactar el chasis. Axel salía expulsado de un lado a otro en la parte delantera del automóvil. Aterrado, se cubria la cabeza. En una de tantas sacudidas, el parabrisas explotó y pedazos de vidrio cayeron sobre los asientos. Apresurado, se dio la vuelta y se lanzó al asiento trasero.
 


 

El abollado chasis parecía que no aguantaría más.  Que esas criaturas entrarían de un momento a otro. Un sonido sordo se escucho sobre su cabeza, había algo sobre el techo del carro. Se podía escuchar como esa cosa, lo que fuera, se arrastraba hacia la parte trasera. Raspando la carroceria avanzó hasta detenerse sobre él. Axel guardó la respiración, todo se reducía a éñ y lo que fuera que se encontraba sobre el techo. Mirando a su alrededor comprendía que no tenía escapatoria, estaba perdido. No había salida, no había nada que pudiera hacer; no hasta que vió ese pequeño resplandor sobre uno de los tapetes debajo de sus pies. Era su multiherramienta, la que el abuelo le había regalado.
 


El techo fue atravesado por una mano de piel blanca, casi transparente y unas horribles garras verdosas que querían alcanzarlo. Tenia dos opciones, quedarse ahí, paralizado o tomar la multiherramienta y atacar. Tenía que decidir, y pronto. Justo cuando estaba por tomar la decisión....

De pronto, despertó a causa de una alarma que había puesto para no dormirse. Una vez más, acababa de tener una pesadilla, la misma que me había estado atormentando desde hacía semanas.

La noche lo había alcanzado sin que se diera cuenta. En medio de la oscuridad de la casa, Axel corrió al cuarto de baño dando tumbos. Una vez dentro encendió la luz y corrió directo al botiquín, de dónde tomaba sus medicinas. Las manos le temblaban y respiraba agitado, como si se ahogara.

—¡¿Dónde están?!—repetía mientras hurgaba en el cajón—, ¡Vamos!—.

Al encontrar el frasco con píldoras e intentar abrirlo, con la tembladera de sus manos tiró un puño. Desesperado se puso a gatas y tomó un par para consumirlos como si fueran dulces. Sentado con la espalda contra la puerta del baño se recargó.

—Tranquilo—repetía en voz baja mientras con una mano trataba de someter a la otra.

Después de un momento de mecerse en completo pánico respirando a bocanadas, recuperó el aliento. Y en la soledad el cuarto de baño, en la oscuridad algo sucedió. Una sensación distinta, una inseguridad extraña, como si su casa no fuera la misma de antes. Aguantando la respiración, escuchando los latidos de su corazon, Axel podía asegurar que alguien o algo se detuvo del otro lado de la puerta. Pero él sabia que no era posible, estaba solo.

-Relajate-dijo tallando su rostro.

Pasaron más de cinco minutos para que pudiera tranquilizarse y olvidarse de esa presencia, que segun él, no se marchó hasta que abrió la puerta.

—Ya pasó, ya pasó—se dijo y suspiró. La crisis había pasado.




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