Bruja

Capítulo VII

El resto de esa noche transcurrió sin ningún problema a excepción de la pesadilla, pero esa era algo normal para él.

Durante el día siguiente Axel tuvo contacto nulo con sus amigos. No sabía nada de ellos, ni siquiera de Adriel o Lidia.

Había anochecido de nueva cuenta y como siempre se ubicaba frente al ordenador investigando. En esa ocasión decidió no apagar las luces en toda la casa, no quería más oscuridad hasta asegurarse de que estaría a salvo. Las palabras de Juan no salían de su mente y no podía dejar de pensar en esa casa y el misterio que escondía, pero para su desgracia, no encontraba nada en la web. Tomó su grabadora portátil y comenzó a guardar su bitácora.

—No logré encontrar nada acerca de este sitio en el Internet, es como si no existiera—mencionó y miró a su alrededor. Ya no se sentía seguro en su propia casa. El collar con la cruz que le regalo Juan estaba a su lado, sobre el escritorio. Soltó el botón de grabación y tomó dicho collar para observarlo con detenimiento.

—¿En verdad eso nos seguirá a todas partes?—pensaba recordando las palabras de Juan.

Por su mente pasaron una y mil cosas, no sabia si quería ir más allá del punto sin retorno pero claramente necesitaba su video cámara de vuelta. Como fuera, después de pensar en eso recordó que era lo que estaba haciendo previamente y decidió proseguir.

Puertas que se cierran solas, pasos y disminución de temperatura entre otros fenómenos. Este lugar esconde algo y lo vamos a descubrir. Que mas hubiera querido que haber ido ayer mismo, pero mi hermana me convenció de no ir. No puedo dejar de pensar...—

Se detuvo en esa frase. Una vez más había escuchado algo en la planta baja, tal cual como la noche en que fueron a la casa abandonada. Tenía música para evitar escuchar los ronquidos de su hermana a sus espaldas, así que no logró distinguirlo. Apagó el sonido de las guitarras de Iron Maden y esperó un momento.

—¿Papá?—preguntó. Aunque él sabia que ellos no volverían de su crucero hasta dentro de seis días, pero igual se habían adelantado o algo. Volvió a escuchar algo, como si alguien buscase cosas en las gavetas de la cocina. Se levantó y caminó un par de pasos al cuarto Clara, pero ella estaba ahí, dormida profundamente.

—¿Clara?—no tuve respuesta, las guardias la dejaron rendida.

Tendría que bajar, asi que tomó su multiherramienta y la empuñó, también se colgó el collar que le obsequió Juan y comenzó a bajar las escaleras, un peldaño a otro con el temor de lo que pudiera suceder. Los últimos días se sentía paranoico dentro de lo que antes era su guardia segura, su casa.

Paso a paso que daba esperaba, pedía e imploraba que fuera su imaginación o Adriel llamando a la puerta bañado por la lluvia o Lidia con un puño de papeles de alguna investigación o el borrador de su periódico escolar. Llegó al descanso de las escaleras y a su izquierda podía apreciar toda la cocina. Las gavetas estaban cerradas, no había nada fuera de lugar.

—¿Mamá, Papá?—preguntó de nuevo esperanzado.

Justo después de preguntar, escuchó otro ruido en el cuarto de lavado, así que entró lentamente. Este cuarto si estaba a oscuras, iba paso a paso.

—¿Adriel?—esperaba que fuera él.

Generalmente su amigo contestaba enseguida, pero no hubo respuesta.

—¿Qué demonios?—se cuestionó en voz baja.

De pronto, escuchó golpes en la azotea, paso pesados que avanzaron sobre su cabeza y llegaron a la puerta trasera. Después, escuchó claramente como algo pesado cayó afuera en el patio, del otro lado de la puerta de madera sólida. Tan pronto se escuchó, algo comenzó a golpear la puerta con una fuerza descomunal, vibraba y amenazaba con venirse abajo.

-¡Que mierda!-las piernas no le respondían.

Entró en pánico, el miedo lo habia alcanzado y no sabia que hacer. No hasta que en un segundo de lucidez, se arrancó el collar del cuello y lo levantó en su mano dirigiendolo hacia la puerta. Comenzó a rezar, lo primero, más sencillo y básico que vino a la mente y lo repitió cuantas veces pudo en un lapso tan pequeño. Lo dijo una vez más, en voz alta mientras la puerta se sacudía y un escalofrío le recorría la espalda.

—¡Déjame en paz!—gritó y la puerta se detuvo al instante.

Quedó anonadado, escuchaba su respiración alterada. Estaba tan asustado, se encontraba paralizado. Pasaron varios segundos para que tomara valor y abriera la puerta y descubriera que no había nada del otro lado. ¿Qué posibilidad habían de que eso ocurriera?.

—¿Estoy perdiendo la razón?—se preguntaba asustado.

La mañana siguiente transcurrió considerablemente normal, para la vida de Axel al menos. Se encontraba en la clase de Conductimo, y los ojos le pesaban. Era casi una odisea concentrarse en las palabras del profesor Camacho, puesto que el sueño lo acechaba a cada minuto. Y es que como de costumbre, el resto de la noche anterior lo pasó en vela investigando en Internet acerca de aquella casa a la que habían acudido el y sus amigos. Para su mala suerte, no logró encontrar una sola palabra en ninguna de las paginas de noticias, ni siquiera un nombramiento por más insignificante. Era muy extraño para él, y mas porque era como si esa casa siempre hubiera existido, pero nadie la había notado.

Apenas salia el alba cuando Axel envió un saludo por whatsapp a sus amigos para saber como habían pasado la noche. Quería saber si era el único que vivió esa terrible sensación de acoso de un ser invisible, pero nadie había contestado hasta ese momento. De hecho, no sabia nada de ninguno de sus amigos desde que salieron de su casa. Ni siquiera Adriel o Lidia.

—¿Señor Axel?—cuestionó el profesor. Él dirigió su vista al frente enseguida, llevaba minutos pensando mientras veía por la ventana.

—¿Si?—respondió al percatarse de que la mayor parte de la clase lo miraba, parecía que le habían preguntado algo y él no tenia ni idea de que.

—Sigo esperando su aportación con la respuesta a la pregunta—dijo el docente. Axel se quedo mirándolo fijamente, dando a entender que no sabia de que iba todo eso. El profesor raspó la garganta y se dirigió a él—, le pregunte la diferencia entre un castigo y un reforzador negativo, señor Axel—finalizó extendiendo su mano indicándole que respondiera.




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