Lidia y Axel llegaron tan pronto como pudieron a la oficina del diario escolar. Apenas abrió la puerta y dejó pasar a su amigo, ambos se percataron de la presencia de un tercero.
Adriel estaba ahí, en la oscuridad de la oficina sentado en el escritorio con muy mala facha. Llevaba bolsas bajo los ojos y vista cansada, parecía no haber dormido en días.
—¡Adriel!—dijo Axel con una sonrisa. Llevaba mucho sin saber de sus amigos y mirar a Adriel sano y salvo le daba alivio. Aunque este solo lo miró con repudio y después se dirigió a Lidia, a quien fulminó enseguida.
—Oh, no—dijo ella y se pasó la mano por el cabello preocupada—, Adriel. Lo olvidé—.
—Me di cuenta—dijo Adriel seriamente y se puso de pie—, lo bueno que uno puede contar con sus amigos—mencionó sarcástico y les pasó por un lado para salir de la habitación.
Lidia se quedó mirando un punto fijo con los ojos al límite. Axel miraba a la salida y a su amiga confundido.
—¿Que acaba de pasar aquí?—cuestionó.
Se dió un momento de silencio en el que Axel esperaba una respuesta de Lidia, pero ella solo caminó hacia su ordenador.
—Tenemos que irnos a buscar esa videocámara—dijo Lidia abriendo un cajón para sacar una mochila y una linterna. Parecía no querer hablar de lo que recién había ocurrido — ¡Necesitamos respuestas para ayudar a Edward y después..! —.
Cuando ella se giró se quedó paralizada al ver la mirada de juicio de Axel.
—¿Es en serio?—.
—¡Tenemos pruebas en esa videocámara, Axel! —dijo ella—, podemos liberar a Edward de ese sitio comprobando que no está loco ¡Él no debería estar ahí! Y aparte está Emma—.
—¡Eres increíble, Lidia!—alegó Axel—, Adriel acaba de irse molesto y a ti ni siquiera te importa—.
Lidia quiso decir algo pero se quedó callada. Se mordió un labio y bajó la mirada. Axel no lograba entender, que aunque estaban bajo mucho estrés y una situación muy difícil, a ella no le importara tanto como la amistad entre ellos se desmoronara.
—Es el costo de la verdad, Axel—atajó—, tenemos que hacerlo. La verdad está antes que cualquier otra cosa en éste momento—.
—¡No!—dijo el negando molesto—, ¡Ya tuve suficiente de esto! Ya tengo bastante con mis pesadillas. Me largo de aquí—finalizó y se marchó.
Lidia pensó en detenerlo, en pedir disculpas, en seguir a Adriel. Pero no lo hizo, se quedó ahí.
******
Axel llegó a su casa al cabo de unos minutos. La propiedad estaba a oscuras puesto que nadie había llegado. Abrió con su llave para entrar en la oscuridad con esa sensación de que alguien o algo estaba con él, observándolo. En el segundo piso algo se cayó al suelo.
—¿Clara?—cuestionó.
Nadie dijo nada, unos pasos se escucharon recorriendo el cuarto de estudio. Sin pensarlo un segundo, Axel decidió subir, sin encender luces ni tomar algún objeto para defenderse. El joven no lo pensó, sólo corrió escalones arriba hasta que llegó al cuarto de estudio y encendió la luz.
—¿Quién anda ahí? —.
Revisó habitación por habitación y cada rincón de la planta alta. Todo estaba en orden, todo menos una cosa. El cuadro que tenia en un estante para libros había sufrido un accidente. En el retrato aparecía él con sus dos mejores amigos, Lidia y Adriel. Preocupado la levantó percatándose de que se había estrellado en un solo sitio, sobre el rostro de Lidia. Algo le decía a Axel que era una especie de señal.
—Oh, no— susurró.
******
La puerta del Rector recibido el golpe de los nudillos de Lidia. El hombre, quien se encontraba trabajando en su laptop, pidió que ella pasara.
—¡Lidia! — dijo el con una sonrisa —, creí que ya estarías en casa a esas alturas del día —.
—Hola, no— dijo ella con una leve sonrisa—. Estaba haciendo unas investigaciones para el diario —.
—Agradezco tu compromiso con los jóvenes del Campus, Lidia — dijo él y cerró su computadora—. Pero el Diario no es un trabajo de tiempo completo —se puso de pie.
—Lo sé, pero... — dijo ella dudosa—. Encontré algo que no me ha dejado en paz y quisiera saber si usted podría ayudarme —.
—Seguro — dijo él colocando sus manos en los bolsillos del pantalón. Sonrió amablemente tomando su saco del perchero al lado de su escritorio. — ¿Qué necesitas? —.
—Emma Barron— al momento que mencionó ese nombre, la expresión en el rostro del Rector cambió por completo.
—¿Como sabes sobre Emma Barron? —.
—Se cruzó con una investigación que estuve haciendo— comentó ella con los nervios a flor de piel. Parecía que entraba en terreno delicado—, ya sabe. Meramente escolar —.
—No me digas que estás investigando lo que yo estoy pensando— el Rector tomo su laptop del escritorio y suspiró mirando a Lidia.
—Yo... Yo solo investigo lo que es del interés del alumnado. El proyecto del que le hablo, es completamente extracurricular— comentó ella con sumo arrepentimiento de haber ido a caer a la oficina del Rector.
—Escucha, Lidia— dijo él apretando sus labios—, no puedo controlar lo que haces fuera del instituto. Y tampoco puedo hablar de Emma, es un tema muy delicado—.
—Entiendo— dijo ella y caminó hacia la salida —, lo veo después —.
—Lidia—.
Ella volteo enseguida, el Rector parecía disgustado con las preguntas de la chica. El rostro mostraba la expresión de haber chupando un limón agrio.
—Ten cuidado — advirtió —, en lo que sea que estés metida... Le cobró una factura muy alta a Emma—.
—Si— dijo Lidia con la cabeza baja y se marchó.
******
Lidia estaba frente a uno de los ordenadores del salón de computo, era muy tarde. A esas horas nadie más estaba en el campus salvo un par de secretarias y el director en el edificio contiguo. Pero si una ventaja tenia Lidia, era que como encargada del diario tenia llaves de ese lugar y podía salir a la hora que requiriera.
—Emma— la nombró al ver un artículo de la desaparición de la escritora del diario escolar del campus de la zona sur de la ciudad. La chica había estado investigando acerca de espíritus y de alguna manera dio con Edward, pero después de eso no se le volvió a ver.