Bruja

Capítulo XII

La camioneta guinda y dorado viajaba por la carretera en medio de la lluvia. La tormenta persistía desde días atrás y esa noche no era la excepción. La diferencia era que en esa ocasión, una niebla tenebrosa crecía conforme se acercaban.

-¿Qué diablos?-preguntó Félix y encendió los faros superiores que se encontraban en el techo de la camioneta. La niebla era intensa y estaba a un metro del suelo. Todo a su alrededor estaba cubierto por ella, el resto de las casas quedo fuera de la vista del grupo y el ambiente se tornó frío y silencioso.

-No puedo ver nada-comentó Adriel, quien iba en la parte trasera de la camioneta junto con Ricardo y Axel.

-¿De dónde chingados salió la niebla?-preguntó Ricardo confundido.

-No tengo idea, pero no es una buena señal-dijo Juan. Algo no andaba bien y él podía sentirlo.

Félix se detuvo frente a la residencia, los faros alumbraban el portón caído del patio delantero. Axel fue el primero en bajar de la camioneta. Estaba tan preocupado y nervioso que sus manos sudaban. Se quedó  contemplando ese lugar que le asustaba y lo intrigaba a la misma vez. A sus espaldas se escucharon lso portazos y el resto de sus amigos bajó del vehículo.

-Aún están a tiempo, pueden arrepentirse ahora-les mencionó a sus amigos, esperaba que lo meditaran.

-¿Y dejarte la diversión? ¡Olvídalo, yo voy!-dijo Ricardo de manera sarcástica.

-Hagamos esto de una buena vez-añadió Juan y caminó hacia la cajuela. Todos lo siguieron.

Una vez ahí, Juan abrió y saco dos maletas grandes. Una se la colgó él y la otra se la dio a Ricardo. Axel y Adriel tomaron una lámpara de mano cada uno y Juan se llevó una pala de punta.

-¡Son unos dementes!-dijo Félix asombrado.

-Si no vas a ayudarnos quédate callado-dijo Ricardo y encendió su linterna. Adriel tomó un par de radios de frecuencia corta y le dió una a Félix.

-Necesito que lo conserves, podríamos necesitarlo-le mencionó. Félix asintió con la cabeza y volvió al vehículo.

Una vez cerrada la puerta del portaequipaje, el grupo liderado por Juan se adentró en la oscuridad del patio delantero perdiéndose en la niebla.

-No se separen, permaneceremos juntos-dijo Juan iluminando el horrendo patio delantero, había momentos en los que parecía que los arbustos y las ramas tuvieran vida.

Todos caminaba con sigilo detrás de Juan, quien de forma segura avanzaba mirando el contorno. Pasando el umbral guió a sus amigos a través del recibidor y llegaron a la zona central de la casa. Juan y Ricardo se mantenían al frente con sus enormes maletas iluminando con sus linternas a los alrededores. Aun se podían oír las gotas de agua que caían de la lluvia más reciente.

-Odio este maldito lugar-dijo Ricardo con repulsión.

-Y que lo digas, es horrible-mencionó Adriel.

-Vamos-dijo Axel señalando en una dirección-, por allá debe estar la videocámara. La necesito-concluyó.

-¿Para qué?-cuestionó Adriel con repulsión.

-En ella están las pruebas-dijo Axel mirando a sus demás amigos-, tengo que recuperarlas. Ademas eso podría sacar a Edward del psiquiátrico-añadió.

-¿Quien es Edward?-preguntó Ricardo confundido.

-¿Conocieron a Edward?-preguntó Juan con los ojos al limite.

Axel se mordió el labio inferior, no recordaba que nadie mas sabia de esa aventura que llevaron a cabo Lidia y él.

-Lidia y yo fuimos a buscarlo en el psiquiátrico-aceptó.

-Eso es peligroso, Axel-dijo Juan sobresaliendo de entre los demás para acercarse-, no tienen idea de las vibras que rodean a ese hombre. No debieron ir solos, debieron llamarme-atajó.

-¡Te llamé!-dijo Axel-, ¡Los llamamos a todos! Y ninguno me contestó... Gracias ¡Por cierto!-finalizó.

Todos se quedaron en silencio, era verdad y tenían que aceptarlo. Axel no tuvo respuesta de ninguno de ellos.

Un extraño golpe apareció de la nada, como si un objeto de enormes dimensiones hubiera impactado la pared en el segundo piso. Todos iluminaron escaleras arriba al instante con terror.

-¿Escucharon eso?-preguntó Adriel, quien se mantenía detrás de todos.

-Creo que será mejor ir por esa videocámara y salir de aquí-pidió Juan pasando saliva-, no es un buen momento para estar aquí-añadió y se adelantó hacia la habitación.

Con sus reservas, los chicos llegaron al cuarto donde se había perdido la videocámara. Apenas abrieron la puerta Axel se adelanto a ponerse a gatas e iluminar debajo de los muebles mientras sus amigos inspeccionaban la habitación.

-¿Qué es éste lugar?-preguntó Ricardo.

-No lo sé, parece que era una especie de taller de trabajo-dijo Adriel.

-O cuarto de tortura-opinó Ricardo caminando mas adentro-. Odio esas malditas muñecas-bufó mientras las iluminaba.

-Que extraño-mencionó Juan anexándose a la conversación.

-¿Qué pasa?-preguntó Adriel.

-Falta una de las muñecas, estoy completamente seguro-mencionó impresionado y Axel se levantó enseguida. No había encontrado su videocámara, había desaparecido.

-Mi videocámara tampoco está-les dijo al levantarse, parecía que alguien más había estado en ese lugar.

-Alguien estuvo aquí-dijo Juan intrigado.

En ese instante escucharon golpes, múltiples golpes de puertas cerrándose. Era como si todas las puertas de la casa se cerrarán con fuerza. Mirándose unos a otros permanecieron un momento dentro de esa habitación hasta que todo se terminó. Un silencio arrasador llegó a la casa después de esos golpes. Los chicos salieron de la habitación para llegar a la zona central de la casa iluminando a todos lados, las puertas estaban todas cerradas.

-¡¿Qué fue eso?!-preguntó Adriel atemorizado.

-Las puertas-Axel respondió atónito.

-¡No nos quieren aquí! ¡Vámonos!-dijo Juan.

Sin aviso, escucharon un sonido en las escaleras, un golpe hueco y repetitivo. Las linternas se dirigieron a los escalones y todos, absolutamente todos apreciaron ese evento. Ninguno de ellos podía negar es vieja y enlodada pelota de béisbol que caía por los escalones hasta que se detuvo a unos centímetros de los pies de Juan, quien estaba al frente. Todos callaron, algo estaba pasando, algo malo. Axel, quien estaba detrás de Juan respiraba acelerado, por lo que pudo notar una nube de vapor salir de su boca. Lo sabía estaba ocurriendo, algo estaba por presentarse y todos lo iban a presenciar en un par de segundos. El silencio reinó de nuevo, fue como si todo, la lluvia, el viento y las gotas de agua cesaran para dar introducción a algo fuera de este mundo. Algo que quería contactarse con ellos. Después del silencio, los chicos escucharon un sollozo en la planta alta. Sus luces voltearon hacia el final de las escaleras.




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