Bruja

Capítulo XV

Felix podía ser temeroso, pero aun así, permanecía fiel caminando entre la espesura del patio delantero de esa casa de la colonia Miguel Aleman. El frío se apoderaba de él actuando sobre su piel. Con una mano temblorosa iluminaba cuanta silueta extraña miraba en la lejanía mientras su labio inferior vibraba de frío y temor.

—¿Chicos?—preguntó y se interno en el recibidor, donde se encontró con dos posibles caminos. Los chicos habían entrado por la izquierda, pero Felix tomo la otra puerta. Caminó a través de un estrecho pasillo que era muy oscuro, su linterna no iba mas allá de un metro frente a él. Caminaba con reservas esperando que algo le apareciera al frente.

Al final del corredor dio un giro a la izquierda y apareció en el patio trasero de la casa, que cabe mencionar se miraba peor que el delantero. Oscuro y con ese olor a humedad, Felix frunció el ceño y miró en todas direcciones con repulsión. Decidió que sus amigos no deberían estar ahí, seguro se encontraban dentro de la casa así que siguió caminando hasta encontrar otra puerta. Sobre esta había un tejaban del que colgaban varios objetos extraños. Felix se acercó y dio un grito ahogado. Eran cabezas de muñecas.

—¿Que mierda?—cuestionó.

Iluminó a lo lejos aun esperando encontrarse a uno de sus amigos, pero solo vio el oscuro y aterrador cobertizo en un rincón del terreno. Era claro que no iría a ese sitio, así que decidió entrar a la casa abriendo esa puerta que casi se caía sola.

—¿Qué estás haciendo, Felix?—se preguntaba aterrado en voz baja.

Abrió la puerta y entró de nueva cuenta a la casa. Se encontraba en un cuarto que no tenía nada mas que un par de grilletes colocados en la pared. Un par de cada lado con cadenas colgando de ellos. Aterrado decidió dejar esa habitación enseguida llegando a la zona central de la casa que era enorme. Perplejo apreciaba el mundo de puertas que se encontraban donde sea en el primer piso. Sobre su cabeza, estaba un enorme agujero en el techo por el cual caían las pocas gotas que la lluvia.

—¿Chicos?—su pregunta se hizo eco en los lugares más recónditos de la casa.

No había señales de ninguno de ellos, así que decidió continuar. Caminó hasta las escaleras que llevaban al segundo piso e iluminó hacia arriba pensativo. Tenía miedo, pasó saliva contemplando el subir a un sitio desconocido, pero debía ayudarlos.  Así que pese a su terror, decidió dar el primer paso y así fue, uno a uno comenzó a subir sin notar una luz que apareció afuera de la casa momentáneamente.

—¿Chicos? ¡Por favor, déjense de bromas!—pidió mientras subía escalón por escalón.

Un ruido se escuchó a sus espaldas, fue como si alguien hubiera cerrado una puerta de golpe. El joven de ojos rasgados iluminó en esta dirección y se quedó paralizado.

—¿Chicos?—preguntó.

Se dio un silencio, pero uno en serio, uno de esos donde el viento se detiene y escuchas tus latidos y respiración. Algo andaba mal y lo supo apenas salió vapor de su boca. Intranquilo, se dio la vuelta y subió por las escaleras. Al llegar al final de ellas topó con pared y volteó a ambos lados, a su izquierda había una puerta entreabierta que dejaba ver un par de piernas extendidas sobre el suelo.

—¡Dios!—gritó y  entró corriendo a esa habitación encontrando a Juan tendido en el suelo.

Juan tenía las manos extendidas y los ojos cerrados, a ciencia cierta estaba inmóvil. Felix revisó su pulso, el chico de más de 100 kilos de la ofensiva del equipo de rugby local estaba inconsciente.

—¿Juan? Oye, tranquilo. Todo saldrá bien, buscaré ayuda ¡Auxilio!—gritó preocupado y sacó su móvil para marcar, sus manos temblaban. No había señal, así que decidió tirar su móvil a un costado—, ¿Qué te pasó amigo?—preguntó mirándolo.

Mientras lo revisaba noto un detalle extraño. De una de las manos de Juan salían un par de esferas pequeñas de madera y no pudo evitar abrirle la palma para revisarlo. En ella se encontraban los restos de un rosario con la cruz rota.

—¿Qué te hicieron?—preguntó intrigado.

A su espalda apareció una figura imponente, una silueta que se detuvo en la puerta para observarlo con detenimiento sin que él se percatara de ello.

********

Ricardo y Axel seguían en el sótano. Ambos quitaban un grupo de unas tablas de la pared en un rincón de ese sitio, habían encontrado una manera de salir. De pronto, en medio del silencio escucharon un sonido a lo lejos. Axel no lo reconoció porque no estaba familiarizado con él, pero Ricardo si lo hizo. Su padre era teniente en la estación de policía, así que conocía esa especie de estruendo.

—¿Oíste eso?—preguntó con temor.

—¿Qué fue?—su expresión le decía a Axel que trataba de algo malo.

—Fue un disparo—el temor se asomó por los ojos de Ricardo.

La puerta al final de las escaleras se abrió y un grupo de pasos pesados que comenzaban a bajar. Ambos chicos se pusieron en acción, debían salir de ahí lo más pronto posible.

—¡Salgamos de aquí ahora mismo!— Ricardo siguió quitando lo que bloqueaba la única salida que habían encontrado y Axel lo ayudaba.

En las escaleras se podía escuchar la madera de los escalones crujir, cada vez más cerca.

Continuará...

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.