Bruja

Capítulo XIX

Axel estaba parado al otro lado de la vitrina. Con tristeza observaba a sus amigos, Juan y Adriel en una camilla de hospital inconscientes. A sus espaldas, en las sillas de espera, Félix y Ricardo esperaban preocupados.

Axel no pudo evitar suspirar antes de dar la vuelta y dirigirse a sus amigos. Le molestaba la idea de que nadie estaba con Juan o con Adriel en el momento en que les sucedió tan trágico incidente. Se culpaba por no quedarse con sus amigos.

-No debimos bajar-comentó y se pasó la mano por el rostro.

-El hubiera no existe, Axel-dijo Ricardo y se puso de pie-, solo quedamos nosotros y algo me dice que no se va a detener aquí. Tenemos que hacer algo-insistió y se puso de pie.

-Si, ¿Pero qué?-cuestionó Axel mirando a su amigo de frente. En medio de ambos, Félix seguía sentado-, el cuerpo de esa mujer podría estar donde quiera-señaló.

-Mierda-dijo Ricardo y bajó la mirada colocando ambas manos en su cintura mientras analizaba la situación-, tienes razón. Pero ya me cansé de estar asustado. No puedo quedarme de brazos cruzados esperando que se me aparezca de nuevo ¡No podemos terminar como ellos!-señaló el cuarto mostrándose ansioso. Ricardo era un chico acostumbrado a ser fuerte, respetado, nadie se metía con él y si así fuera lo pagaban y caro. Pero no era así, se trataba de algo que no podía controlar y eso lo aterrorizaba.

-Yo tampoco quiero terminar así-asintió Axel-, pero simplemente no sé qué hacer-confesó desesperado, pensando en que cualquiera de sus amigos ahí dentro tendría la respuesta.

-Me pesa decirlo-en la garganta de Ricardo se originó un nudo-, pero Juan sabría que hacer-miró por la ventana al interior del cuarto.

Alguien que la detenga!-se escuchó al final del pasillo. Al instante los tres voltearon en esa dirección.

Se trataba de Lidia, ella iba caminando rápido hacia ellos envuelta aún en la bata de paciente. Detrás de la chica se acercaba un grupo de enfermeras.

-¿Lidia?-cuestionó Axel impresionado. Félix se puso de pie enseguida.

Lidia avanzó más rápido y llegó a Axel para abrazarlo con fuerza en medio de un mar de lágrimas. Axel le respondió el abrazo mientras que Ricardo le pidió distancia a las enfermeras. Ella se detuvieron un momento.

-Lidia-le llamó Axel sutilmente-, ¿Estás bien?-cuestionó. Ella se apartó un poco y pasó saliva.

-Me atacó-afirmó-, en la sala de cómputo del campus-esa noticia los dejo helados, al fin sabían que le había ocurrido a su amiga y no eran buenas noticias en lo mas mínimo.

-¿Quieren dejarnos a solas con ella por favor? Somos sus amigos-le dijo Ricardo a las enfermeras. Ellas de mala gana se marcharon se alejaron sin salir del pasillo cuchicheando entre ellas.

-¿Que dices?-cuestionó Félix acercándose. Ricardo también lo hizo y formaron un semi círculo.

-Descubrí todo sobre Ágata-indicó y todos la miraron atónitos-, donde nació, la gente a la que mato ¡Por Dios, la lista es enorme! Niños, cientos de ellos a sacrificar-dijo y notó como Ricardo y Axel asentían-, también lo más importante... Donde está enterrada-prosiguió al ver la cara de sorpresa en los tres.

-¿Sabes dónde está?-cuestionó Ricardo colocándose frente a ella apresurado.

-Si-respondió Lidia y se acomodó los anteojos-, iba a ir a casa de Axel a pedirle ayuda y entonces ella me atrapó-.

-¿Que estamos esperando? ¡Es ahora o nunca-dictó Ricardo-, ¡Quememos sus malditos restos!-y se giró encontrándose con gran parte del personal del hospital.

-¿A dónde van?-cuestionó el doctor en turno en el horario de urgencias. Iba acompañado por  dos enfermeros varones-, la señorita Perez no se puede marchar así sin más-.

Axel y Ricardo vieron a los enfermeros con recelo, no parecian tener intensiones de dejarlos irse y menos con Lidia. El doctor sonreía confiado, cómo dándoles a entender que tenía el apoyo de ambos.

-Me voy a ir con ellos-alegó Lidia con decisión.

-Usted no está recuperada del todo, señorita Pérez. Requiere reposo y si se va en esas condiciones podría tener secuelas de las cuales no podemos responsabilizarnos. No vamos a correr ese riesgo-dijo el doctor Mario.

-Ella se va con nosotros-contradijo Ricardo apretando los dientes.

-Ya oíste al doctor niño-dijo uno de los enfermeros, el mas robusto y alto con suficiencia colocándose frente al doctor y a su compañero.

-Ella no se va a ir de aquí-repitió el Doctor Mario.

-No quiero quedarme aquí-dijo Lidia en voz baja.

Axel y Ricardo se colocaron frente a ella mientras que Félix le demostraba su apoyo abrazándola por un costado. Lidia podía sentir el apretón de la mano de su amigo en su brazo. El chico la puso detrás de él mostrándose valiente.

-No nos dejan otra opción-insinuó el enfermero robusto masticando chicle y se levantó las mangas.

Justo cuando él y Ricardo se acercaban el uno al otro en señal de pelea inevitable, las luces en todo el hospital se apagaron repentinamente. Axel alarmado miró en todas direcciones, sus amigos le dirigieron una mirada y entonces el vapor apareció. Salía de sus bocas, la temperatura había descendido de una manera brutal.

-Oh, no-dijo Lidia confinándose en Félix.

-Tranquila-dijo él-, quédate conmigo-.

-Es ella-dijo Lidia alarmada con los ojos al limite-, debe saber nuestros planes-afirmó y todos sus amigos se alarmaron. Sabían lo que eso significaba, si Ágata había atacado a Lidia probablemente ahora iría sobre todos ellos.

—Tenemos que salir de aquí—comentó Ricardo en voz baja.

-¿Qué diablos sucede, Doctor Mario?-preguntó el enfermero robusto.

—Nos quedamos sin energía. Debe ser un fusible—dijo preocupado el otro enfermero—, tenemos que revisarlo de inmediato ¡Tenemos pacientes conectados a máquinas!—.

—¡Ya, tranquilo!—atajó el Doctor tomando el control—, me llevaré al señor de mantenimiento a los controles. Claudio, tú y Carlos lleven a estos chicos de regreso a la habitación de la chica Perez—indicó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.