Axel y Ricardo llenaban sus mochilas apresurados dentro de la habitación. Botes de sal, linternas, cintas adhesivas, martillos y navajas entre otras cosas iban a parar dentro de ellas.
-No tienen que ir solos. Puede ser muy peligroso-decía Lidia alarmada.
-¡No vamos a arriesgas a más de nosotros!-apeló Axel.
-Está decidido, iremos Axel y yo. No está a discusión-concluyó Ricardo y se colgó su maleta.
-Axel-pidió Lidia y él la miró de frente.
-Tenemos que hacerlo-comentó él dándole un radio de alta frecuencia-, aquí estarán seguros. Usen mi ordenador e investiguen cualquier cosa que sea útil, entre más preparados estemos será mejor-.
-Tengan mucho cuidado-pidió Félix.
-Lo haremos-dijo Axel.
-Es hora-comentó Ricardo.
Ambos bajaron por las escaleras, Axel pensaba en como había pasado de estar sentado mirando fotografías en su ordenador a lo que estaba haciendo en ese momento. Todo había sucedido demasiado rápido y ahora se encontraban en una posición muy delicada. Salieron de la casa y Axel cerró con llave, el clima no había mejorado y aún llovía.
-Que Dios nos ayude-dijo Ricardo llegando a la cajuela del carro deportivo de Axel, la cual abrió para meter la pala.
-Si-dijo Axel al meter su maleta junto con la de su amigo.
Justo en ese momento, ambos se detuvieron a pensar las cosas. Guardaron silencio un momento y después hablaron.
-¿Vaya locura que vamos a hacer, no?-preguntó Axel.
-Lo sé-respondió Ricardo mirando alrededor-, vamos a cazar a una bruja y no le va a gustar-.
-Dimelo a mi. Te llevaré con los cuerpos de los niños y después iré tras Ágata. Seré yo quien la mande a descansar-exclamó mostrando sus llaves.
-Lo siento viejo, pero esa bruja es mia-reclamó Ricardo y le quitó las llaves.
-Nadie maneja mi auto más que yo-alegó Axel.
-Dejémoslo a la suerte-diji Ricardo mostrando una moneda-. Cara yo gano y Ágata es mía. Si es sello ganas tu-añadió.
-¡Hecho!-contestó Axel
No pasó mucho para que la moneda se detuviera y mostrara un sello.
-¡Eres un maldito suertudo!-reclamó Ricardo y cerró el porta equipaje.
-¿Qué puedo decir? Tengo suerte-señaló Axel caminando hacia el lugar del piloto.
Ambos, una vez dentro se quedaron en silencioso muy pensativos.
-Ricardo, si algo nos sucede...-Axel se detuvo.
-No, no vamos a hablar de eso ¡Nada de cursilerías!-.
-Bien-dijo Axel y rió-, me ahorras mucho-afirmó con una carcajada.
-Si, comenzaba a sentirme incómodo-Ricardo rió.
Axel sonrió, pero no duró mucho. Sabía que quizás podría ser la última noche de ambos, así que miró su casa un momento y después aceleró. Partieron enseguida sin saber que un automóvil los seguía. Eran los detectives Ortiz y Valdez.