Bruja

Capítulo XXI

Axel y Ricardo llenaban sus mochilas apresurados dentro de la habitación. Botes de sal, linternas, cintas adhesivas, martillos y navajas entre otras cosas iban a parar dentro de ellas.

-No tienen que ir solos. Puede ser muy peligroso-decía Lidia alarmada.

-¡No vamos a arriesgas a más de nosotros!-apeló Axel.

-Está decidido, iremos Axel y yo. No está a discusión-concluyó Ricardo y se colgó su maleta.

-Axel-pidió Lidia y él la miró de frente.

-Tenemos que hacerlo-comentó él dándole un radio de alta frecuencia-, aquí estarán seguros. Usen mi ordenador e investiguen cualquier cosa que sea útil, entre más preparados estemos será mejor-.

-Tengan mucho cuidado-pidió Félix.

-Lo haremos-dijo Axel.

-Es hora-comentó Ricardo.

Ambos bajaron por las escaleras, Axel pensaba en como había pasado de estar sentado mirando fotografías en su ordenador a lo que estaba haciendo en ese momento. Todo había sucedido demasiado rápido y ahora se encontraban en una posición muy delicada. Salieron de la casa y Axel cerró con llave, el clima no había mejorado y aún llovía.

-Que Dios nos ayude-dijo Ricardo llegando a la cajuela del carro deportivo de Axel, la cual abrió para meter la pala.

-Si-dijo Axel al meter su maleta junto con la de su amigo.

Justo en ese momento, ambos se detuvieron a pensar las cosas. Guardaron silencio un momento y después hablaron.

-¿Vaya locura que vamos a hacer, no?-preguntó Axel.

-Lo sé-respondió Ricardo mirando alrededor-, vamos a cazar a una bruja y no le va a gustar-.

-Dimelo a mi. Te llevaré con los cuerpos de los niños y después iré tras Ágata. Seré yo quien la mande a descansar-exclamó mostrando sus llaves.

-Lo siento viejo, pero esa bruja es mia-reclamó Ricardo y le quitó las llaves.

-Nadie maneja mi auto más que yo-alegó Axel.

-Dejémoslo a la suerte-diji Ricardo mostrando una moneda-. Cara yo gano y Ágata es mía. Si es sello ganas tu-añadió.

-¡Hecho!-contestó Axel

No pasó mucho para que la moneda se detuviera y mostrara un sello.

-¡Eres un maldito suertudo!-reclamó Ricardo y cerró el porta equipaje.

-¿Qué puedo decir? Tengo suerte-señaló Axel caminando hacia el lugar del piloto.

Ambos, una vez dentro se quedaron en silencioso muy pensativos.

-Ricardo, si algo nos sucede...-Axel se detuvo.

-No, no vamos a hablar de eso ¡Nada de cursilerías!-.

-Bien-dijo Axel y rió-, me ahorras mucho-afirmó con una carcajada.

-Si, comenzaba a sentirme incómodo-Ricardo rió.

Axel sonrió, pero no duró mucho. Sabía que quizás podría ser la última noche de ambos, así que miró su casa un momento y después aceleró. Partieron enseguida sin saber que un automóvil los seguía. Eran los detectives Ortiz y Valdez.

 




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