Bruja

Capítulo XXII

El automóvil de Axel se detuvo ante la tenebrosa casa. La lluvia había cesado un poco en el trayecto, las gotas parecían más bien una ligera brisa que apenas se sentía.

Ricardo bajó rápidamente para llegar al portaequipaje, el cual abrió para sacar su mochila. Axel llegó con él enseguida y juntos admiraron la oscuridad residencia.

—¿Vas a estar bien?—preguntó Axel y pasó saliva. Ricardo suspiro, se colgó su mochila y volteó con su amigo.

—Solo quema esos restos lo antes posible—dijo con los ojos bien abiertos—, mándala al infierno—añadió y dió un par de pasos hacia la casa.

—Ricardo—lo llamó Axel.

Él simplemente volteó para ver a su amigo, quien cerró el portaequipaje.

—Suerte—.

Ricardo asintió con la cabeza y se internó en la oscuridad del patio delantero mientras que Axel subió al automóvil. Apenas arrancó, a lo lejos, en una esquina un vehículo encendió sus luces. Del éste se bajó Valdez, quien miró por la ventana.

—Vigila al que entró—dijo Ortiz—, yo iré detrás de ese vehículo—.

—Bien—dijo Valdez y caminó rápidamente hacia la casa.

Ricardo pasó por el recibidor iluminando con una linterna de mano. Había tanto silencio en el lugar que fácilmente escuchaba su respiración agitada. Era muy distinto entrar con el resto de sus amigos que completamente solo.

—Maldición—dijo pasando el umbral hacia la zona central de la casa. Pasando saliva se colocó el radio frente a la boca y aplastó el comunicador—, chicos, ya estoy en la casa. Algo cambió, el ambiente se siente distinto. Es más.... Agobiante—insinuó y se detuvo mirando alrededor.

—Si, estoy detectando niveles de energía electromagnética muy elevados alrededor de tu móvil—le dijo Lidia por el radio.

—¿Y eso qué quiere decir?—.

—Quizás no estás solo. Ten mucho cuidado—.

—Te voy a enviar fotos y vídeos para que los revisen—.

—Bien—dijo Lidia cortando comunicación.

Ricardo tomó un par de fotografías y después las envío por medio de su teléfono celular. La recepción no era muy buena, así que lo bloqueó y comenzó a subir las escaleras lentamente. Paso a paso miraba en todas direcciones, por alguna razón se sentía observado de una manera preocupante.

A lo lejos, Valdez lo observaba desde el umbral del recibidor. Masticando goma como todo el tiempo llamó a Ortiz.

—Tengo al chico a la vista—señaló—, ¿Qué hago? ¿Lo neutralizo?—.

—No. Síguelo, estos chicos esconden algo y debemos averiguarlo—indicó Ortiz.

—De acuerdo—dijo Valdez desanimado y guardo su arma. Después escupió la goma y abrió otro paquete.

Ricardo llegó al segundo piso, una es ahí iluminó a izquierda y derecha. Ambas puertas estaban cerradas, así que pasó saliva.

—Lidia—la llamó—, ¿Qué hay de Axel? ¿Cuánto va a demorar?—.

—No lo sé—admitió ella—, está por llegar al valle donde está el cementerio. Pero encontrar una lápida sin nombre podría tardar mucho—.

—De acuerdo—dijo Ricardo y guardó el radio. Justo se disponía a seguir cuando escuchó un ruido bajando las escaleras y rápidamente iluminó. No encontró nada, pero algo le decía que no estaba solo. Como fuera decidió ir a la recámara principal.

Al inicio de las escaleras, Valdez permanecía escondido ya que Ricardo había estado a punto de descubrirlo.

******

Axel manejaba por la carretera tan rápido como su automóvil podía. El camino constaba solo de una cuánta vegetación a los costados de la ruta y pura oscuridad.

—Este camino no ayuda mucho—señaló encendiendo la radio. Le ponía nervioso el silencio y la falta de vehículos en la vía.

Respiraba profundo y miraba por el espejo retrovisor de manera frecuente. Sus manos sudaban y no podía evitar esa sensación de que algo malo podría ocurrir en cualquier instante. Suspiró y piso el acelerador a fondo. Unos minutos más adelante paso a un lado de un viejo letrero al costado del camino, estaba un poco abollado y con unas marchas de garras.

"Bienvenido al Valle"

En medio de una espesa neblina, Axel se vio inmerso en una especie de pueblo fantasma. Sabía que gente vivía ahí, pero el sitio decía todo lo contrario.

Las luces en todas las viviendas estaban apagadas por completo y los pocos automóviles guardados bajo lonas. La caseta de vigilancia estaba vacía y no había señas de ninguna mascota. Axel miraba esto atónito hasta que al volver la vista al camino, tuvo que detenerse de imprevisto. Confundido, aparcó y bajó del automóvil. Frente a él habían dos rutas, izquierda y derecha.

—Diablos—sacó su móvil—, Lidia, entrando al valle ¿Giro a la izquierda o a la derecha?—.

—¿Qué? Yo... No lo sé—dijo ella alarmada—, déjame buscar un mapa en internet o algo—.

Axel cortó la llamada y se pasó la mano por el cabello con desesperación. Negando con la cabeza volvió al automóvil a esperar indicaciones.

*****

Lidia buscaba desesperada en su ordenador mientras que Félix analizaba las fotografías de Ricardo en una computadora portátil.

—La aplicación de mapas no ayuda—dijo ella—, está desactualizada—.

—¡Déjalo, la tormenta está comenzando! ¡Tomaré una ruta!—dijo Axel por el móvil.

—Suerte—indicó ella y colgó.

—Lidia—le llamó Félix

—¿Si?—cuestionó ella levantándose de su lugar para acercarse. Félix tenía una imagen que habia enviado Ricardo en donde se miraba una puerta de una de las habitaciones de la casa.

Él dio un par de clicks y con su aplicación logró iluminar ese espacio donde estaba una silueta. Lidia pudo apreciar a esa mujer perfectamente.

—Dime que no es ella—pidió él.

—¡Ricardo está en peligro!—dijo ella corriendo a su móvil—, ¡Tengo que advertirle!—.

A centímetros del celular, Lidia y Félix escucharon un estruendo, era un relámpago. Todo se volvió oscuridad después de eso. Las computadoras se apagaron, tanto la de escritorio de Axel como la portátil y las luces de toda la casa. Aterrados se vieron mutuamente. Lidia tomó su móvil percatándose de que no tenía señal.




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