Brujas, La Legión

Capítulo 30

El papa y Daniel habían llevado a Eva al Vaticano, a una celda donde podían retenerla, además, la tenían atada a una silla eléctrica, cualquier movimiento que la bruja hiciera, le provocaba una descarga eléctrica tan fuerte que un humano moriría. Eva estaba inconsciente, Santiago se había hecho cargo de sacar todas las balas del cuerpo de la bruja, para que una vez que despertara, pudiera sanarse a sí misma.

Las balas con las que dispararon los humanos, estaban benditas, por lo que, si no las sacaban del cuerpo de las brujas, éstas podrían morir intoxicadas, además, en balas benditas, la magia no funcionaba una vez que estuvieran dentro del cuerpo de ellas. Los humanos siempre habían sabido que las balas bendecidas eran casi letales para las brujas, pero éstas siempre detenían las balas antes que llegaran a su cuerpo, por lo que les parecía inútil estar bendiciendo las armas.

—Debemos sacarle el corazón ahora que está dormida. —dice el presidente.

—No, tenemos que preguntarle si sabe dónde está la vasija. —responde el papa.

—Nos puede asesinar. —contesta Daniel.

—Está atada, no va a poder escapar. —dice Santiago.

La celda estaba protegida, tanto por padres del Vaticano, como por soldados de Daniel, todos con órdenes de asesinar a Eva si lograba escapar, no podían permitir que escapara, y solo necesitaban el corazón de ella.

Las horas pasaron, Daniel y Santiago estaban en la oficina del papa, discutiendo sobre su plan, afinando cada detalle. Hasta que finalmente uno de los padres les informó que la bruja había despertado y se había curado las heridas, el momento de hablar con ella había llegado. Daniel llevó su arma y el papa se colgó su crucifijo, sabía que no podía hacerle un daño físico a la bruja, pero aún seguía creyendo en que lo podía proteger. Ambos bajaron lo más rápido que pudieron, sabían que era cuestión de tiempo antes que Eva se soltara de sus amarres. Debía preguntarle sobre la vasija.

—Puede transmutarse. —avisa el papa a Daniel.

Ambos hombres entraron a la celda, Evangeline estaba sudorosa, pero a la vez se la veía cansada.

—Eva… —saluda el papa. —Espero me recuerdes.

—Acércate más, así puedo verte mejor la cara. —escupe la bruja.

—Solo queremos la vasija maldita, dinos dónde está y te puedes ir. —dice Daniel.

—¿Para qué unos humanos inútiles van a querer un objeto tan poderoso? —pregunta Eva.

—Contesta y te puedes ir. —interrumpe el papa.

—Santiago, ¿aún sigues creyendo que después de todo lo que has hecho Dios aún te escucha? —amenaza Eva. —Dejaste libre un demonio, te follabas a una bruja, experimentaste con un humano. Eres igual o peor que Astaroth, querido, debes dejar de usar esa estúpida túnica, no eres merecedor de algo así. Y lo sabes.

Santiago se echó para atrás, todo lo que la mujer atada frente a él decía era verdad, desde hace mucho tiempo él sabía que no podía seguir siendo el papa. Pero no quería dejar de serlo, aunque el poder lo haya hecho corrupto, tenía la esperanza que sus pecados fueran perdonados.

El papa se acercó de dos pasos a la bruja, la cogió del cuello.

—Mira, niña, no me conoces, no sabes por qué he hecho lo que he hecho. —Santiago generaba presión en el cuello de Eva. —Ahora solo limítate a contestar antes que te saque el corazón yo mismo.

El semblante de Eva cambió completamente, de estar aterrorizada a una sonrisa cínica.

—Claro que te conozco. Eres un humano débil. Y ya me dijiste lo que ocupaba saber. —dice Eva y golpea su cabeza con la del hombre luego grita: —¡Interficiam Funem! —los amarres en las manos y piernas de Eva se rompieron.

Evangeline se levantó de la silla, pateó repetidas veces a Santiago que estaba en el suelo. Daniel sacó su arma y apuntó a la bruja, pero ella activó su espada y se movió a toda velocidad, cortando el arma por la mitad. Luego golpeó al presidente con el puño de su espada, haciéndolo caer inconsciente al suelo. Eva se inclinó juntó a Daniel, tocó su brazo y dijo: Et vultus vestri erunt, para tomar la forma del presidente, escondió su arma y salió de la celda.

—Que nadie entre hasta que yo lo diga. —dijo Eva a los guardias de afuera.

La bruja se abría camino entre los guardias, ocultándose detrás de la cara de Daniel, caminó directo a la salida del lugar, pero antes de llegar la puerta, una mujer aterrizó frente a ella, Han.

—¿A dónde vas, Eva? —pregunta la directora. Para después levantar su mano y extraer el hechizo de Evangeline.

Los soldados presentes se prepararon para disparar, pero Han movió su mano por todo el lugar, cocinando los cerebros de todos, dejándolos desangrarse en el suelo. Eva activó su espada y no dudó en atravesar a la mujer frente a ella, Han tomó su verdadera forma, la figura de Astoreth, y la espada que la atravesaba, se quebró en mil pedazos, provocando una explosión que las separó. Eva chocó contra una de las paredes de atrás, dejando una enorme mancha de sangre, su cabeza se había golpeado. Evangeline utilizó todas sus fuerzas para levantarse, una vez de pie, intentó activar su espada, pero ésta no apareció, la bruja vio que la puerta de salida estaba despejada, comenzó a correr, pero fue interceptada por Astoreth, que sin dudar atravesó su tórax sosteniendo en su mano el corazón de Eva. Evangeline sostuvo el brazo del demonio.



#13530 en Fantasía
#2817 en Magia
#19329 en Otros
#2989 en Acción

En el texto hay: accion y amor, aventura., accion drama

Editado: 28.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.