Brujas, La Legión

Capítulo 43

El Vaticano quedó desolado, un lugar vacío, apenas se escuchaban los últimos suspiros de Santiago, mientras se arrastraba para intentar llegar a la pared, intentaba sentarse, pero antes de que el hombre se moviera un centímetro más, la espada de Jason volvió a atravesar la espalda del papa. Jason Wintt de una patada lo hizo girar, para verlo frente a frente.

—Jason… Jas… no eres así. —intentaba decir el papa.

—La magia de Astaroth trajo a la luz mi parte más oscura. —dice el chico.

Santiago veía al chico que crió, por más que dijera que nunca sintió nada por él, era mentira, el papa había empezado a verlo como un hijo, alguien que siempre iba a estar para él y con él, pero todo lo que había intentado ser como padre le había salido mal, había llenado la vida de Jason de mentiras, una más grande que la otra, haciendo cada vez más difícil poder decirle la verdad. Santiago no puede decir que lo hizo para protegerlo, lo hizo para protegerse él mismo, tenía miedo de perder a la única persona que iba a estar en su lecho de muerte, pero ahora, el mismo Jason fue el que lo envió a enfrentar sus culpas.

—Por favor… —el papa tose y sale sangre de su boca. —Ayúdame Jason.

Jason Wintt veía al papa tirado frente a él, no podía negar que aún sentía algo por el hombre a punto de morir frente a él, después de todo, Santiago lo había criado, lo quería como a un padre, pero las mentiras que le había dicho no las podía borrar de la noche a la mañana.

La magia de Astaroth dentro del cuerpo del joven Wintt hacía que sus emociones se dispararan, que fueran el doble de fuertes, que le afectaran el doble, además, el chico era prácticamente esclavo de sus impulsos, los cuales siempre le pedían que asesinara lo que veía a su paso. Aquella magia demoníaca que recorría el cuerpo de Jason lo estaba volviendo loco, era como escuchar miles de voces que le decían lo que tenía que hacer, y aunque él quisiera hacer algo diferente, no podía. No estaba sufriendo, pero sí sentía algo de dolor, además, la devoción inevitable hacia Astaroth lo destrozaba por dentro, era como estar traicionando sus principios y a sus amigos.

—Te… te… amo. —dijo el papa antes de dejar salir su último aliento.

El joven Wintt dudó unos segundos antes de hacerlo, pero si quería hacerlo tenía que ser en ese momento. Jason colocó sus manos sobre el pecho del papa, pero al instante que lo tocó, se dio cuenta que ya no podía hacer nada, Santiago era un hombre mayor, era el momento de dejarlo ir, ya había cumplido su misión en este mundo, ahora tenía que ir a pagar sus pecados a donde sea que fuera. El joven Wintt pasó su mano sobre el cadáver de Santiago, encendiéndolo en fuego, luego abrió un portal y lo atravesó, dejando atrás al hombre que una vez llamó “padre”.

Después de la pequeña explosión del cuerpo de Santiago, el silencio invadió el Vaticano. Aquella fortaleza había sido derribada en cuestión de minutos, solo por unos demonios hambrientos de sangre. Todo lo que los humanos habían construido en años, quedó hecho cenizas. El lugar estaba rodeado por un enorme muro que impedía que los de afuera pudieran ver algo de adentro, por lo que nadie veía el baño de sangre que había en el lugar. Muchos de los cadáveres habían sido quemados por Han, para utilizarlos como portal, pero el resto yacían desentrañados por todas partes, ni siquiera las moscas se molestaban en volar por el lugar. Donde estuvo el cuerpo de Santiago, ahora había una mancha igual a la que había quedado después de que Astoreth extrajera el corazón de Eva. La gran fortaleza había caído.

Era cuestión de tiempo para que el gobierno de Italia enviara a alguien para ver qué era lo que pasaba, todos los asuntos políticos en los que estaba metido el Vaticano no podían simplemente desaparecer. Para las autoridades era fácil ocultar una masacre de esa magnitud y conseguir un nuevo papa, pero aquellas muertes eran una clara evidencia de lo que les pasaba a los humanos que quisieran igualar el poder de lo sobrenatural que rodea al mundo. De toda aquella masacre algo quedaba más que claro, el nuevo papa tendría que ser más inteligente, no solo para poder enfrentar a las brujas y todo lo que ellas traen, sino a para proteger el lugar.

Mallory era una bruja sabia, aunque también muy impulsiva, pero algo que había aprendido todo su tiempo en su reino, era la paciencia, más cuando se refería a salir de ahí, por lo que no se estresaba por la tardanza de Astoreth, una mujer con un ideal, no hay fuerza que la pueda detener y eso era lo que pasaba con Astoreth, tenía una misión, un ideal, quería deshacerse de su parte masculina, era casi imposible, exactamente, casi.

—Te tomaste tu tiempo. —le dice Mallory al demonio frente a ella.

—Por eso vengo, ya no hay tiempo Mallory, Astaroth está en el reino humano, sabe lo que quiero hacer, quiere asesinarme. —dice Han sin detenerse para tomar aire.

—¿Los trajiste?

—No todos, la vasija maldita está desaparecida. —añade Han.

—No lo está, la tiene Jessica Lithuriel, la ha escondido todo este tiempo. —finaliza Mallory.

La bruja Mallory se encontraba sentada en su gran trono, mientras que Astoreth estaba al pie de ella, no inclinada, más bien, más firme que nunca.

—Debemos intentarlo con los dos tótems y el corazón. —dice Astoreth.

—Es casi imposible.

—¿Casi?



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En el texto hay: accion y amor, aventura., accion drama

Editado: 28.11.2020

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