Capítulo 46

Las horas pasaban rápido, el mundo parecía oscuro, triste, el sol no había salido en ninguna parte del mundo en las últimas horas, era como si una inminente tormenta se acercara, las brujas de la Rebelión lo sentían, pero nadie más, los humanos seguían con su vida como si nada pasara, como si fuera un mal clima. Habían pasado dos días exactos, en los cuales había habido poco movimiento, pero cada movimiento estaba perfectamente calculado.

Astaroth no había salido de aquel apartamento, Casie salía ocasionalmente cuando el demonio necesitara algún alma que devorar, el demonio estaba esperando el momento indicado para atacar, sabía que si se precipitaba podía fallar, el hecho que Astoreth no lo haya atacado aún, significa que está planeando algo grande, algo que podría hacer que la vida de él estuviera en peligro, no quería subestimar a la chica, era bastante peligrosa en su estado natural, ahora aquella sed de venganza la hacía aún más peligrosa.

Casie salía del apartamento con la simple misión de succionar almas, lo hacía de varias maneras, luciéndose y disfrutando de la magia demoníaca que recorrías sus venas, la chica se acostaba con varios hombres, incluso con el mismo Astaroth, pero no sentía ni remordimiento, ni amor, solo placer, como si todo lo que la hacía humana, había desaparecido para siempre. Astaroth le había dado órdenes claras de que si veía a Jason o a Astoreth, que caminara hacia el otro lado, tanto Jason como Astoreth podía reconocer la magia de él a gran distancia, podían atacarla y asesinarla, todo aquello le molestaba a Casie, el demonio aún creía que era una novata, después de todo lo que había hecho por él, aunque no tenía el valor para decírselo cara a cara. Básicamente la chica Collins servía como los ojos de Astaroth en el mundo.

Aquel confinamiento estaba volviendo loco a Astaroth, al demonio no le gustaba esperar, pero no se podía precipitar a atacar, no podía dar el primer golpe, se notaría su desesperación, debía esperar a que Astoreth llegara y lo atacara, una vez así, podía utilizar a Casie para que distrajera a Olsen y él finalmente acabar con Astoreth, unir sus cuerpos y convertirse en el ser que debía ser y poder derrocar a Dios de su trono, aquella misión era lo único que le importaba a Astaroth, pero a su paso se iba a llevar consigo miles de vidas humanas, y los que sobrevivieran se convertirían en esclavos del demonio.

Olsen no había contestado ninguna de las miles de llamadas de Astoreth, no quería hablar con ella, estaba seguro de que ella sabía lo cerca que estaba su hijo y se lo había ocultado solo para burlarse de él, ni siquiera había vuelto a la Academia o al Santuario, no quería verse involucrado con ella para nada. Mientras se escondía del demonio, miles de ideas vinieron a su cabeza de cómo derrotar a Astoreth, pero ninguna sería tan efectiva como la que había decidido, Olsen Dynomarc sabía perfectamente que Astoreth lo necesitaba para la pelea contra Astaroth, pero él ya había decidido no ayudarla, mientras se mantuviera oculto con su hechizo, nadie podría encontrarlo, esperaba el mejor momento para hacer su aparición.

Olsen Dynomarc después de hacer la prueba de ADN para asegurarse si Jason era su hijo, había tomado unas horas para procesar de lo que se acababa de enterar, no sabía que sus hijos habían sobrevivido, lo sospechaba, todos se lo aseguraban, pero en el fondo él creía que sus hijos habían muerto, pero eso no había sido lo que más le había costado digerir, lo que le quitaba el sueño en las noches al señor Dynomarc era el hecho que su propio hijo lo había atravesado con una espada, eso quería decir que Jason Wintt no sabía que él era su padre, además, Olsen reconocía la magia demoníaca, el chico estaba lleno de ella, era controlado por sus impulsos, podría salvarlo, pero no estaba seguro si quería decirle la verdad al chico.

Olsen estaba en una cabaña oculto, en las montañas de Escocia, cerca del lago Ness, los dos días los había pasado pensando qué hacer, cada plan que se le ocurría terminaba mal, hasta el día que recibió una visita inesperada, el señor Dynomarc creía que nadie sabía cómo llegar al lugar donde se escondía, por lo que cuando tocaron a su puerta, el hombre invocó un par de espadas, las sostenía con fuerza, además, en el espacio después de la puerta, colocó un portal directo a un cráter de un volcán. Desde una distancia prudente, el señor Dynomarc abrió la puerta con su mente, ante sus ojos estaba una mujer hermosa, alta, con un vestido blanco, perfecto, zapatos altos, cabello perfectamente amarrado en una coleta alta, el maquillaje de la mujer era alucinante, pero no más alucinante que la simetría de su rostro, o la dentadura perfecta que dejó ver al ver a Olsen. Dynomarc la reconocía al instante, era la mujer que tanto amó, Lilith.

En el reino de la diosa de la oscuridad, justo debajo de la gran fuente que la mujer tenía en el centro del lugar, había una fosa, ni siquiera ella sabía que esa fosa se escondía ahí, al momento en que Astaroth abrió las fosas, un temblor invadió el reino, se desmoronaba el castillo, debido a la fosa que estaba por explotar debajo de la fuente, aquella fuente se iluminó de fuego color azul, una luz debajo de ella luchaba por salir, Lilith corrió al lugar, la fuente intentaba prohibir que la fosa se abriera, por lo que la diosa tuvo que utilizar su magia para mover la fuente, después, la fosa se abrió y ella no dudó en saltar, en segundos, apareció en el mundo humano, le llevó unas horas adaptarse, pero cuando finalmente lo logró, la primera persona que decidió ir a buscar, fue a su ser amado, Olsen Dynomarc. A un demonio tan fuerte como Lilith, no se le hacía difícil moverse por el reino humano sin ser detectada, incluso el mismo Astaroth podía pasar junto a ella y no reconocerla, la magia de la mujer se incrementaba en ese reino, era más fuerte, por lo que utilizaba su poder para esconderse. Cuando Lilith abandonó su reino, éste se desmoronó por completo, sin ella ahí, sin su poder para mantener el lugar junto, caería en cualquier momento, ella misma se aseguró que nadie supiera que había logrado salir.