Bruto Amor 2

Capítulo 1

 

 

Capítulo 1

Si llegaste a este libro y aún no lees Bruto Amor (el primer libro), es importante que lo leas antes, ¡es muy emocionante y gratis.

 

Elko, Nevada, Estados Unidos de América, 1995

Pasó el fin de semana siendo bastante silencioso. Aaron procuraba mantenerse ocupado y ya por la noche se sentaba pensativo diluyendo su pesar en el vaso de un bar. Aquellos desconocidos no tenían idea de que se habían convertido en la compañía del Balderas, los miraba y lo distraían, así como el trabajo, las vacas y los caballos, sin darse cuenta, le permitían no pensar tanto en Nora, aunque en el fondo no fuera más que un barco que se hundía, un alma en llamas, un recuerdo, olvido.

Algunos podrían pensar que Nora entregó mucho, que entregó todo y tendrían razón, pero quizá no se han detenido a pensar que el bruto también lo hizo. Le mostró a la joven una parte que nadie conocía, su vulnerabilidad, su torpe ternura, la ilusión de un amor real y sentido. Al final, Aaron se preguntaba qué era peor, si creer, como Nora, que nada era cierto o saber, como él, que fue un amor verdadero e imposible. 


 

Mientras tanto, en el rancho Salvador aquel domingo por la noche don Julio estaba esperando que estuviera bien entrada la noche para dar una noticia. Reunió a sus dos hijas y a Jimena en su despacho y habló:

—Julia, Julieta… Sé lo que le hicieron a Nora. —Las chicas se mostraron nerviosas.

—Ya fue la llorona a decirte, ¿verdad? —dijo la malcriada de Julieta.

—¡Cállate ya! —gritó Julio poniéndose de pie. Asustando a Julieta quien jamás lo había visto así—. Nora no me dijo nada, no es una soplona, pero ustedes dos… Ustedes carecen de carácter y me cansaron. Yo las dejé por completo en manos de su madre, pero fue un error pues ahora solo se parecen a ella. Yo les dije, claramente, que Nora era su hermana y que la trataran como tal. Me desobedecieron y quien desobedece a Julio Salvador lo paga.

—Papito… Perdónanos —rogó Julia—. No lo volveremos a hacer, lo prometemos, ¿verdad, Julieta?

—No, ustedes van a aprender a obedecer cuando yo digo algo. Su castigo durará 6 meses. Mañana parten a su universidad.

—Pero nos quedan quince días de vacaciones. Eso allá estará solo, nuestras amigas no estarán —explicó Julieta—. ¿De qué hablas papá?

—Pues se me van mañana. No las quiero aquí.

—¡Pero Julio, no puedes hacer esto! ¿Qué te pasa? Todo por la bastarda esa.

—Jimena… Vete de una vez, antes de que estalle. Le daré mi apellido a Nora, ya lo decidí.

—¿Cómo que le darás tu apellido? ¡Uy, que rabia! ¡¿Te volviste loco?! ¡Me tienes harta! Tú solo tienes dos hijas, ¡solo dos! —gritó.

—¡Harto me tienes tú a mí! —gritó tomándola por el brazo para sacarla del despacho de un empujón cerrando la puerta con seguro tras ella, y continuó con Julia y Julieta—: Como les decía… Se irán mañana, pero ni crean que es solo eso.

El par de malcriadas se miraron con temor y expectativa.

—El próximo semestre en la universidad no pagaré su departamento. Ya organicé que vivan en el campus, en las residencias estudiantiles que hay allí.

—¿Qué? Pero qué asco, papá, ¡no!, Allí el baño de mujeres es conjunto. ¡No puedes hacernos esto! —reclamó Julieta comenzando a llorar.

—Sí puedo y eso no es todo… Les daré una mesada solo para lo necesario. Despídanse de sus autos, usarán el transporte de la universidad y nada de comer en restaurantes, usarán el comedor del campus o cocinarán. Yo me encargaré de que reciban las provisiones básicas.

—Papá… —dijo Julia más calmada—. Seremos el hazme reír de la universidad, vamos a parecer pobres. Nuestras amigas se burlarán de nosotras y nos rechazarán.

—Mejor, si hacen eso, nunca fueron sus amigas y así se libran de esas hipócritas. Además, no parecerán pobres, solo normales. ¿Sabían que la mayoría de las personas viven así? Usan el transporte público y cocinan en casa. Así que no me vengan con eso de la pobreza, porque no vivirán como pobres, solo no tendrán los lujos que las malcriaron tanto.

—No entiendo cómo nos puedes hacer esto… ¿seis meses? No, papá, por favor —suplicó Julieta poniéndose de rodillas.

—Levántate Julieta —profirió Julia—. No des más lástima.

—No les gusta ser el hazme reír, pero si les encanta reírse de los demás, como hicieron con Nora. Seis meses durará este castigo y no habrá discusión al respecto. Ustedes saben que yo cumplo y me mantengo firme con lo que digo, así que vayan preparándose mentalmente para lo que viene. Y más nunca… Escúchenme bien, más nunca, van a molestar a Nora como lo hicieron, ¿entendido?

Julia asintió con lágrimas cargadas de rabia, así como Julieta quien no se aguantó y dijo con la voz quebrada, llorando:

—Tú prefieres a la mosca muerta esa. La quieres más que a nosotras. ¡Te odio, papá!

—¡Ja! Pues no eres la primera y sé que tampoco serás la última. Puedo vivir con eso, hija. Ahora váyanse, preparen todo porque temprano las llevarán. Que tengan buen viaje —culminó volviendo a sus asuntos.

Julieta estaba que no se lo podía creer y Julia solo se levantó azotando la puerta tras ella, y tras ella su hermana hizo lo mismo. El viejo alzó la mirada y allí permaneció pensativo.




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