Bruto Amor 2

Capítulo 4


 

Con Aaron encima, tomándolo de la camisa, sacudiéndolo, le reclamó a Diego:

—¿Cómo pudiste hacerme esto?

—Ya quítate. ¡No entiendes nada! Siempre reaccionando, explotando sin dar tiempo a nada —exclamó Diego, quitando las manos de Aaron de su ropa.

—¿Cómo se van a casar? ¿Qué te pasa? Tú conoces mis sentimientos por ella y por qué hice lo que hice.

—Esto es lo que queríamos, Aaron. ¡Deja a tu hermano en paz! —profirió Adela.

—¡Cállate, mamá! —dijeron ambos hermanos al unísono mirando a la madre.

—Muchachos falta de respeto, pero… ¿Qué es lo que pasa en esta casa? —reclamó la madre—. ¡No pueden hablarme así!

—Sí, mamá, disculpa, pero deja de estarte metiendo en esto. A nosotros no nos interesa esa venganza tuya, ¿cuándo lo vas a entender? —dijo Diego algo alterado—. Cálmense todos. No es lo que piensan.

—Explícate entonces —demandó Aaron.

—Don Julio, antes de los infartos, habló con Nora sobre dejarla como heredera y buscarle un esposo. Por supuesto, ella reaccionó diciéndole que no quería ser heredera de nada y que menos aceptaría que la casara con alguien por interés.

—Muchacha tonta —balbuceó Adela—. Solo una tonta rechazaría semejante oferta.

Los hijos la miraron molestos, por lo que decidió callar.

—Continúo… —siguió Diego—. Como Nora le aseguró a su papá que no aceptaría nada de lo que él proponía, por eso le dio el infarto al viejo diabólico, a quien todavía no piden en el infierno, por lo visto.

—¿Pero por qué te va a pedir que te cases con ella? No entiendo nada —indagó Aaron.

—Ella asegura que cuando don Julio se mejore, la va a presionar a casarse con un desconocido, usando a sus abuelos o quien sabe qué otra amenaza, para obligarla a ceder.

—El viejo impidió por todos los medios que yo estuviera con ella, ¿qué te hace pensar que te aceptará a ti? —cuestionó Aaron sin convencerse del plan de Nora.

—Ella va a negociar con él. Antes no tenía en sus manos la carta de ser su heredera, pero ahora la puede usar. Le dirá que si quiere que acepte el testamento, la deje elegir a su esposo.

—Pues pienso que cuando vea que es un Balderas, igualmente, el viejo moverá cielo y tierra para impedirlo.

—Pero ya estará hecho. Don Julio está convaleciente y ha cedido a las últimas demandas de Nora. Él… Él… está cambiando. Eso asegura Nora —expresó Diego.

—No sé… Me parece que de poco servirá su plan. ¿Y tú aceptaste ese disparate? —preguntó Aaron molesto— Sé que siempre te ha gustado Nora. Esto solo nos separará, hermano.

—Aaron… Me aseguré de decirle que estoy al tanto de que ella está enamorada de ti y le aclaré que todos lo sabemos. Hasta le dije que se casara contigo, pero  me dijo que tú solo te burlarías de ella.

—Bueno… Es lógico que piense eso —profirió el bruto.

—¿Acaso crees que quiero casarme con una mujer que no me ama? —cuestionó Diego— ¿Por qué crees que acepté este disparate? Como le dices… Tengo algo en mente, Aaron. Si algo no soy, es tonto.

Aaron asintió escuchando.

—Nora insiste en que debe casarse antes de que su papá esté recuperado y quiere casarse lejos, en Reno, evitando los chismes del pueblo. 

El hermano mayor se mantuvo pensativo mirando al suelo, para luego preguntar:

—¿Y qué postura tiene ella respecto a ti?

Pues temía que Nora terminara enamorada de su hermano. Él conocía a Diego y sabía que era un buen tipo, alguien que Nora fácilmente aprendería a amar.

—Ella dice que con el tiempo se puede enamorar, que lo ha visto y que está dispuesta.

—Pues eso no va a pasar —Aseguró Aaron.

—Lo sé, por eso pensé en esto… Yo puedo casarme con ella, aseguramos que no la obligue a desposarse con un desconocido y dado el momento, le diremos la verdad, me divorciaré y tú podrás estar con ella.

—¿Y si se enamora de ti en el camino?

—Eso no pasará, hermano, te lo aseguro. A la pobre se le nota que está enamorada de ti, así como tú de ella. Además… Tengo un buen plan que te comentaré luego —dijo Diego.

—Aun así, no dejaré nada al azar, Diego. Algo voy a hacer —culminó Aaron retirándose, preguntándose cuál sería el plan de Diego.

—¿Pero qué vas a hacer? ¡Escucha mi plan! —Pidió el hermano menor, pero Aaron ya estaba lejos.

Para el bruto, imaginar a Nora con esas ideas, lo sacaba de sus casillas. Que ella misma le propusiera matrimonio a Diego, le plantó una punzada en el corazón que no se le quitaba con nada, porque todo parecía volátil, e inestable, y ya Aaron había tenido suficiente de esa sensación. Tomaría al toro por los cuernos y actuaría. 

 

Por lo tanto, a la mañana siguiente, muy temprano. Aaron revisó la bolsa que había usado para humillar a Nora y tenía cabellos de ella dentro, tomó el cepillo de dientes de Diego y partió hacia Reno, la ciudad más grande y cercana a Elko. Manejó por cuatro horas, y se informó sobre un laboratorio privado donde solicitó una prueba de hermanos consanguíneos, fue costosa, pero él le haría entender a Nora, a como diera lugar, que no se podía enamorar de Diego y al final le sacaría esa idea de la cabeza. Salió del laboratorio y sentado frente al volante se quedó un rato, allí, pensativo, mirando al frente, y en ese momento le rogó al cielo que fueran hermanos, pues él conocía a Nora y nadie le sacaría de la cabeza esa idea de que con Diego sería feliz.




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