—Sí, gracias, Don Juan —dijo Aaron aceptando la felicitación, tratando de mantener la calma pues al parecer era papá y ni sabía—, por favor, llame a Nora.
—Claro, muchacho. Ya se la traigo —replicó Crispín algo confundido y era hasta ahora que lograba notar que la pareja no estaba tan bien como pensó.
Unos minutos después, Aaron miró desde lejos a Nora, en un instante sintió ansiedad porque la extrañaba mucho, sentía que había recorrido junto a ella un largo camino, aunque fuera por poco el tiempo y para empeorarlo todo, él seguía soñando con Nora, confundiendo la noche con la vida, porque en el día no la tenía.
Nora se acercó con una expresión seria y algo inexpresiva, Aaron la conocía y su esposa estaba esforzándose por borrarlo, por eliminarlo de su vida. Quería reclamarle muchas cosas, pero se controló tratando de mediar de la mejor manera.
—Hola, mi amor —saludó el bruto.
Ella saludó desganada con un movimiento de la mano, aun así Aaron se acercó, la chica intentó retroceder, pero no lo hizo a tiempo. Él continuó con decisión, tomándola por los brazos y la saludó con un beso en los labios que la joven no pudo evitar.
—¿Pensaste en lo que te pedí? —indagó siendo directo como solía—. Ya ha pasado bastante tiempo y me parece que ya puedes tener una idea de lo que quieres.
—Eh… Bueno, sí hay algo que quiero —respondió Nora—. Es solo que… No sé.
Todavía se mostraba insegura y dudosa.
—¿Qué? ¿Qué es lo que quieres? Dime, Nora… Es increíble para mí comprender que, si no te busco, podrías seguir así alejada como si nada. No sé si ya me descartaste, porque parece que ni te interesa lo nuestro. Yo supuse que si me ibas a botar al menos me dirías.
—Aaron, claro que he intentado alejarme, ya te dije que no confío en ti y no quiero vivir así. No lo puedo evitar y lo lamento, pero es la verdad.
—Pero si te he demostrado que te amo —dijo rodeándola en un sentido abrazo, acercándola a él—, que lucharía por ti, estoy dispuesto a dejarlo todo, mi amor. No entiendo qué más esperas que haga. Yo pensé que con todo lo vivido podríamos superar lo que sea.
—Hemos vivido cosas buenas y malas, casi en igual medida, Aaron.
—No es así, pero ya veo que insistes en borrarme de tu vida. Tú no eres tonta, Nora, ¿crees que alejándote de mí lograrás desvanecer lo que queda?, lo estás haciendo con toda la intención. Ni siquiera sé si has pensado algo, estás forzando todo, tus sentimientos y pensamientos para que tomen el rumbo que esperas. Te estás engañando, mi amor —añadió acariciando su mejilla derritiendo a la indefensa Nora—, y te vas a arrepentir cuando te des cuenta que no me puedes desvanecer, jamás lo conseguirás.
—Mira cómo hablas, Aaron —expresó riendo con sarcasmo, separándose de él de un empujón—, escúchate, siempre tan seguro de que estoy perdida de amor por ti.
—Tú misma me lo has dicho, no es algo que esté inventado yo. ¿Y cuál es el problema? Yo también estoy perdido de amor por ti.
—Pues sin duda fue un error decirlo. Créeme que ya no me pasará más, porque he entendido que con el tiempo te puedo olvidar, cada día pienso menos en ti y sé que lo conseguiré, dame unos meses nada más.
Aaron la tomó molesto y le habló muy de cerca, apretándola contra él.
—Tú no me olvidarás nunca, Nora y lo sabes. Yo no lo voy a permitir, así tenga que secuestrarte de por vida, tú no me vas a dejar —ordenó, haciendo enojar aún más a su esposa.
—¡Suéltame ya! —reclamó sacudiéndose—. Ya no más, Aaron. Me llena de cólera la forma en que hablas, como si nadie se te pudiera resistir, ¡pues no es así! Y te lo voy a demostrar.
Nora comenzó a retirarse, más Aaron la hizo detenerse con lo que dijo:
—Ya veo que no tenías intención de decirme nada del bebé.
Nora giró para encontrarse con los ojos tristes de su esposo sin saber qué decir.
—¿Cómo lo sabes?
—¿Acaso nunca me lo ibas a decir? ¿Cómo es posible, Nora?
—Claro que te lo iba a decir, es solo que… Necesitaba tiempo.
—¿Tiempo para qué? ¿Cuánto tiempo? —dijo acercándose de nuevo a ella—. Mi amor, para ya por favor, no insistas en algo que no es verdad. Tú me dijiste que me amabas, muchas veces, que superaríamos cualquier cosa. Ahora me pregunto ¿qué pasó con eso? ¿Me estabas mintiendo? Entonces… ¿Era mentira? ¿Tú también mientes? ¡Dime!
—¡No! —respondió Nora algo rendida—. No en ese momento, en aquel momento en que lo dije fue real, pero ya han pasado muchas cosas y tiempo. No es lo mismo.
—Claro que es lo mismo. Te inventas mentiras para borrar lo que pasó entre nosotros. Nora… Yo te amo —expresó tomando las mejillas de su esposa entre sus manos, acercándola a él, rogando—. Me parece que no se trata de mí, ni de lo que hice, se trata de tus inseguridades. No sigas con esto, no seas terca, por favor.
Nora solo se soltó y sin decir mucho más intentó retirarse. Aaron sabía que ella era obstinada, pero se olvidaba de que él lo era aún más. Así que, la abrazó por la espalda, apretándola contra él y le dijo al oído: