Bruto Amor

Capítulo 10

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Llegó el día de inicio de las fiestas. Esta fecha desde el amanecer era inquieta y llena de actividad, en el pueblo, las tiendas y en cada hogar. Se respiraba expectativa y emoción en el aire.

Nora había comprado colores especiales porque junto a Pinto daría una sorpresa única usando una idea que le había dado Crispín y estaba entusiasmada con todo el asunto. Trató de pasar el día en las caballerizas evitando a sus hermanas, ella era capaz de vivir allí con sus caballos y ayudando a su buen amigo, don Juan. Empezó a sentirse feliz, entusiasmada, la tristeza que parecía cargar como si arrastrara un muerto parecía haberse aligerado ese día.

A media mañana pasó a su habitación para prepararse, escuchó a sus hermanas apuradas, corriendo de un lado a otro con rollos de cabello colgando de su cabeza y preguntando por esto o aquello.

Nora salió de su pieza con su mejor camisa y vaquero, botas recién pulidas, tomando un sombrero.

—¿A dónde crees que vas vestida así? ¡Qué horror! —preguntó la odiosa Julieta.

—A la fiesta —respondió Nora.

—Ah, ja, ja, ja, ¿pero por qué vas vestida como un macho?

Cuando Nora miró a su hermana, lucía muy hermosa, combinada, maquillaje, cabello enrulado, grandes pendientes, y demás detalles. Se vio a sí misma y entendió que, aunque iba a estar en la carrera, hoy bailaría con Diego y demás. Ella no había salido antes con un chico, por lo que ni siquiera había pensado en el asunto.

En silencio regresó a su habitación y se cambió. Usó un vestido largo rojo vino con pequeñas florecitas marrones, cuello en v y botones por delante que dejó desabotonados hasta por encima de la rodilla. Botas de cuero marrón y un cinturón del mismo material y color. Se miró al espejo y se veía muy distinta con todas las cosas que le había comprado Flor, y ese cinto de cuero revelaba una muy pequeña cintura que le daba una bonita silueta. Empacó su ropa para la carrera y se acercó hasta la cocina.

Flor la miró sorprendida.

—¡Niña!, ¡qué bonita estás! Nunca te había visto así —dijo sonriendo.

Nora se sentía rara, avergonzada.

—Flor, no sé qué hacer con mi cabello.

La amable ama de llaves quien ya le tenía cariño a la chica, le hizo una bonita trenza que caía de lado, aprovechando aquel largo cabello que tenía.

—Aún no terminamos —le dijo—. Toma… —profirió dejando algo en su mano.

Al mirar, Nora encontró en su palma un bonito brillo labial de estuche redondo. Lo abrió para descubrir un bonito color rojo algo transparente. Lo aplicó, dejando un leve color rojo fresa en sus labios que le gustó.

Salieron a mediodía en el auto de los perros, como ya Nora le decía a manera de broma y usando un carro de arrastre para caballos, partieron camino al pueblo, Crispín, Flor y Nora junto con Pinto.

Llegaron al lugar, las gradas del lugar estaban llenas. Era un recinto descubierto con amplias gradas de un lado, un gran centro circular de tierra dentro con un óvalo cercado donde se desarrollaban las carreras.

Sonaba la música country y un presentador hablaba de los ranchos que participarían en la competencia. Nora entró y el lugar desbordaba alegría y sonidos, estaba atiborrado de personas y se podía sentir una emoción en el pecho por el bullicio creciente. La joven no pudo evitar sentirse nerviosa pues todo ese público la vería debutar.

Buscó a Diego, pero era imposible ubicar a alguien entre el tumulto. Se mantuvo cerca de Crispín quien dejó a Pinto en los lugares donde se mantenían los caballos. Nora entró a ese lugar para encontrarse con sementales de gran tamaño, los de tiro pesado que podían llegar a la tonelada. Pinto parecía un caballo de juguete junto a ellos.

Aaron pasó caminando junto a ella y pareció no haberla reconocido de vestido, idea que le causó gracia a la joven. Sin embargo, después de un par de pasos, se detuvo, girando sobre su eje.

—¿Tarda? —cuestionó extrañado de verla en vestido, peinada y con algo de brillo en sus labios.

—No me digas así —demandó Nora calmada.

—Ni siquiera me acuerdo de tu nombre de tanto usar el apodo —respondió odioso.

—Pues te voy a poner un apodo a ti también y será “bruto”. El pueblo entero sabe que te sienta bien —contestó ella.

—Menos mal que te dije que no le hicieras caso —dijo Diego hablándole desde atrás sorprendiendo a Nora, quien sonrió feliz de verle.

Él tomó su mano y la hizo girar, Nora se cubrió los ojos avergonzada.

—Estás muy bonita, vecina, pensé que te vería en vaqueros.

Aaron miró la libertad con que se trataban y le pareció que el asunto entre ellos iba más rápido de lo que imaginó.

—Nora, a cambiarse —le dijo Crispín, saludando a los chicos con apuro.

Ella se despidió de Diego y corrió tomando un bolso que tenía en el suelo, ignorando a Aaron.

—¿Qué es lo que va a hacer? Hay todo un misterio con eso. Quizá tú sabes, ya que son tan amigos —indagó Aaron.




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