—¡Arr, Pinto! —gritó Nora.
Su grito quedó disminuido con los graves y masculinos tonos de los demás competidores, pero su caballo reconocería su voz de entre cualquier bullicio. Se sentía el apretujamiento, el choque donde el más fuerte tomaría ventaja.
Nora comprendió que a punta de fuerza no podría pasar, tenía que aprovechar los espacios, el aire, los descuidos. Pinto dio un fuerte frenazo guiado por ella, estirando al máximo sus patas delanteras y doblando al máximo las traseras, quedando envuelto en una nube de polvo, saliendo de aquel tumulto de caballos más grandes y pesados.
Desde atrás comenzó a ver espacios libres y entró zigzagueando, aprovechando lo pequeño de Pinto, quien con sus colores parecía un ave al vuelo. El dominio de las riendas que la joven demostraba, la firme postura, la obediencia de su potro, su unión, el lenguaje que manejaban era único y deleitable de ver.
Sin tardar miró a Aaron más adelante corriendo junto con tres grandes caballos más, los favoritos. Ella los alcanzó y el bruto lo notó, sabiendo que, si dejaba pasar a Nora, no la alcanzaría jamás, pues era más rápida y él era capaz de reconocerlo. Por esa razón, justo cuando ella estuvo junto a ellos, lanzó a Bala encima del caballo que corría a su lado, empujándolo sobre Pinto con todo su peso. El bruto se distanció apenas pudo.
Nora intentó evitar al caballo que la chocó, pero ya estaban apretujados contra la baranda por el peso. El cuello de Pinto terminó doblado sobre el borde de la cerca mientras el otro caballo lo empujaba allí, aun corriendo. El pequeño caballo dio un brinco tratando de librarse, lanzando a Nora por encima de la baranda antes de trastabillar y caer.
Los caballos que venían detrás esquivaban a Pinto, quien pataleaba tendido en el suelo tratando de levantarse, desorientado.
Nora voló por el aire para aterrizar con la cara en la tierra fuera de la pista. Fue una caída dura. Se escuchó un unísono “¡Noooo!” de todo el público en las gradas. Crispín sintió que se le salía el corazón y comenzó a correr hacia la joven.
Sorpresivamente Nora se levantó cubriendo su cara y al quitar su mano tenía la frente rota por una piedra contra la que impactó. Estaba mareada y sacudió su cabeza revelando una sanguinolenta herida en su rostro. Luego saltó la cerca y entró en la empolvada pista comenzando a correr, recogió su sombrero al pasar, levantando un bucle de arena que se notó en el aire. Con dos dedos de cada mano en su boca silbó con fuerza mientras aún corría y Pinto reconoció el llamado de su dueña, levantándose y ubicándose en el espacio para galopar hacia ella.
Nora siguió corriendo y Pinto pasó veloz a su lado, y al igual que había demostrado en su presentación, subió en el potro sin usar el estribo, en plena corrida.
—Arre, Pinto, ¡Arre! —gritó con fuerza.
“¡Sí!” se escuchó al unísono en el público que aplaudía emocionado al ver su temple. “¡Corre, muchacha!” gritaron algunos.
Tomó una postura muy agachada, sin apoyarse en el lomo de Pinto, mirando al ras de la nuca del potro, que la hacía pasar como bólido por la vía, volviéndola peligrosamente rápida. Ya los caballos estaban más dispersos y era más fácil pasar entre ellos.
Nora galopaba controlando el llanto por el dolor que sentía. A punta de rabia se había levantado y alcanzaría a Aaron para derrotarlo. Siguió evitando a los caballos más grandes, casi ni se veía al pasar de lo rápido que iba. Más adelante divisó a Aaron con su gran Bala, él volteó a mirar y notó, sin distinguir, que alguien se acercaba con rapidez.
La joven se acercó por la izquierda, sabiendo que el vecino de nuevo le lanzaría a la yegua encima, simuló mantenerse allí, esperando a que él hiciera el movimiento y cuando lo hizo, lanzó a Pinto hacia la derecha dejando a Aaron desorientado en un fallido choque, y aprovechando ese error, lo pasó. La meta estaba a unos segundos y fue Nora junto con su pequeño caballo quienes rompieron la cinta de llegada.
La velocidad era tanta que si Aaron la hubiese rozado posiblemente habrían dado vueltas en el suelo tanto ella como el caballo, así que ese fue un gran riesgo que corrió. Le costó detenerse por la velocidad y a Aaron solo le quedó ver como ella se alejaba tratando de frenar a Pinto de tal impulso.
El público entero se levantó gritando y aplaudiendo al ver la emocionante recuperación de Nora. Flor lloraba y Crispín corrió a ver cómo estaba la muchacha, quien se acercaba con Pinto, trotando de lado y apretando los ojos intentando mantenerse sobre el caballo.
Pasó la mano por su cara limpiando el líquido carmesí que le cubría parte del ojo y mejilla, y al parar, al saber que había ganado, la adrenalina se detuvo y sintió el dolor, el miedo de la proeza que acababa de hacer, por lo que lloró bajando de su caballo, abrazando a Juan Crispín quien al fin la alcanzaba para abrazarla y sostenerla en su llanto.
Atendieron a Nora en una improvisada enfermería que había en el lugar y sin esperar realizaron la premiación. Entre el montón de competidores, Nora identificó a Aaron, quien claramente la evitaba. Él estaba cerca de una mesa con bebidas y comida, y Nora sin pensarlo mucho, tomó una bandeja de aluminio que tenía algunos bocadillos y la estrelló contra la cabeza del bruto, abollándola.
Él se quejó por la sorpresa y el golpe diciendo: