Mientras Aaron sostenía a Nora, le dijo al oído:
—No quiero retenerte, solo quiero hablarte, por favor, cálmate. —Comenzando a soltarla de a poco.
Ella se calmó y asintió extrañada, mirándolo con el ceño fruncido. Aaron pasó su pulgar entre sus dos cejas tratando de suavizar su expresión.
—Siempre andas con ese ceño fruncido —le dijo sonriendo.
Sin embargo, Nora no le sonrió pues seguía extrañada y enmudecida.
—Nora… Yo… —Intentó expresarse un titubeante Aaron que no encontraba las palabras correctas—. Yo… Tú… me gustas… me gustas much...
—Aaron, no vengas lo mismo —respondió ella con apuro y fastidio.
—No, no es lo mismo —contestó tomándola por los hombros y sus rostros muy cerca—. No entiendes, no es broma, ni una mentira, me estoy volviendo loco pensando en ti porque… Me gustas mucho.
Ella lo miraba con seriedad y en silencio, con el ceño fruncido de nuevo. Él volvió a pasar su pulgar entre sus cejas.
—¿Y lo de antes? ¿Todo lo que dijiste? Que era fea y que jamás te fijarías en alguien como yo, ¿era mentira en ese momento? Porque me pareció que lo dijiste muy en serio.
—No, lo dije porque sabía que te molestaría, que te heriría con eso.
—¿Y por qué querías fastidiarme si yo no te había hecho nada?
—Porque me ponías nervioso, me generabas inseguridad.
—¿Por? ¿Inseguridad en qué?
—En… en… —meditó Aaron.
—No lo puedes decir… ¿Verdad?
—¿Decir qué?
—Que te generaba inseguridad porque soy mejor jinete que tú —respondió Nora mirando al suelo.
—Nora, no estoy hablando de eso, ni siquiera sé cómo me trajiste de lo que dije al inicio hasta esto. No estoy hablando de eso.
—Sí, sí, ya se… estabas hablando de que te gusto.
Dejó a Aaron plantado y en silencio, porque le había confesado su amor y a ella pareció no interesarle.
—¿Tú… no sientes lo mismo?
—¿Debería?... Sé cómo piensas… Debería estar derretida estando tan cerca de ti, porque eres el chico más guapo de por acá, ¿cierto? Estás mal acostumbrado, Aaron.
El bruto quedó sin palabras, por primera vez confesaba un amor intenso y absoluto para él, sin recibir sentimientos similares de la chica. Nora lucía fría, indiferente y hasta gracia parecía causarle el asunto.
Él la miró con seriedad por un momento, sin palabras, pensando.
—¿Ah sí? —respondió Aaron—. Entonces no genero nada en ti, ni un poco de atracción… Ya veo.
—No dije eso —respondió Nora—. Es solo que me molesta que des por sentado, que solo con aparecer con tus insinuaciones, hablando de un “supuesto amor” —¿supuesto amor?, cuestionó Aaron en su mente mientras Nora continuaba—: y tu cara bonita, uno va a caer como si fueras un ángel caído del cie…
No pudo terminar de hablar porque Aaron, acostumbrado a tomar el toro por los cuernos, agarró su rostro con ambas manos y le plantó un buen beso con sus ojos cerrados, para luego rodearla con uno de sus brazos y volverlo a hacer con fuerza, dejando a Nora sin más opciones que cerrar sus ojos correspondiendo con sorpresa.
Las mejores sensaciones comenzaron a aparecer en Nora, sensaciones que sobrepasaban su malestar y tristeza. Apoyó al fin sus manos en el pecho de Aaron, apretando su negra remera con los puños, sosteniéndose, pues sentía que se desvanecía. Aquel dulce roce entre sus tibios labios, el sabor a deseo que al fin podía degustar, la respiración de ambos que parecía intensificarse, el masculino perfume de Aaron y su atrevimiento, todo se conjugaba para generar un grandioso momento.
Nora se separo por un momento, agitada y se miraron llenos de ansias y pasión, reflejados en aquellos espejos, eran muchos amantes a la vez, amándose, besándose al mismo tiempo. Aaron leyó aquel mensaje en sus ojos y la besó de nuevo, pero esta vez fue gentil, tomando su cuello, pasando su pulgar por la mejilla de Nora, acariciando su cabello y espalda con su otra mano, para luego apretarla contra él cada vez más, sumergiéndose en la humedad de su boca.
De nuevo aparecieron esas sensaciones que ponían nerviosa a Nora, la piel erizada, las contracciones y el corazón acelerado.
—Espera, Aaron —dijo deteniéndolo—. Vamos a dejar esto hasta aquí. Yo… yo vine con Diego, no puedo hacerle esto, ni tú tampoco.
—Podemos hablar con Diego, tenemos que decirle que nos queremos —respondió insistente, dejando breves besos en las mejillas y labios de Nora mientras le hablaba.
—No sé, déjame pensar, por favor —continuó insegura.
—No tengo duda de tus sentimientos por mí, nunca la he tenido, aunque no los admitas. Nora, yo… Estoy enamorado de ti —culminó Aaron.
Nora se soltó de su agarre después de escuchar esto, negando con la cabeza, pensando que esto le traería muchos problemas, sintiendo la más grande inseguridad de su vida.
—No quiero tener problemas, Aaron.