Bruto Amor

Capítulo 24

 

 

Muy temprano a eso de las tres treinta de la mañana, Aaron despertó a Nora para partir, pues era necesario que ella regresara antes de que los problemas despertaran. Nora siempre fue madrugadora, más estas no eran horas regulares para ella.

Aaron la acompañó cerca de la entrada del rancho Salvador, pero no consideró prudente acercarse más, aunque no quisiera separarse de ella. Aprovecharon la oscuridad para despedirse, solo teniendo la luz de la luna como compañía. Aun sobre sus caballos, Aaron tomó la nuca de Nora y unió su frente con la de ella, cerrando sus ojos para luego mirarla y darle un profundo beso cargado de nostalgia, un beso en el que solo depositaba pena y despedida.

—Te amo —le dijo Nora con una leve sonrisa.

Aaron solo asintió. No pudo decirlo ni contestarle, aunque la amara, quería responder, más no pudo y menos conociendo lo que vendría. Así que se despidió con el alma que se le desangraba de a poco.

—Dile a don Juan que necesito hablar con él.

—¿Es una orden o me pides un favor? —cuestionó Nora a quien le regresaba el buen humor dando pequeños pasos.

—Una orden… Por favor —Respondió él dando esa bonita sonrisa que tenía y movió la rienda hacia la derecha indicándole a Bala que debían regresar.

Ella partió mientras él la miró alejarse rogándole al cielo que no la vieran ni tuviera más problemas.

 

 

A la hora de almuerzo, Crispín llegó a la casa Balderas.

—Me mandó a llamar, Joven. Supongo que les fue bien, vi a la niña más animada.

—¿Sí?, ¿más animada?… Que bien —respondió cabizbajo.

—¿De qué quiere hablar? —indagó el viejo.

—Don Juan… Yo no puedo dejar a Nora, eso le romperá el corazón y además no quiero hacerlo, quiero estar con ella.

—¡¿Va a seguir con eso?! Ya sabía yo que esto no era una buena idea, solo consiguió que quedaran más prendados uno del otro, ¿ahora cómo le va a decir que la deja?

—Sé que puedo hablar con ella, renunciaremos a todo lo que ofrece su papá, me esforzaré, nunca me rindo y puedo sacar adelante a mi familia.

—Siga soñando, muchacho. Don Julio no los dejará ni respirar.

—También podemos irnos, escapar, no sé…

—Supongo que escaparán llevándose a los abuelos de Nora. Porque apenas se vayan, don Julio los olvidará. Son dos viejos postrados.

—Entonces viviremos con sus abuelos.

—Don Julio no le permitirá trabajar y echará a su familia de sus tierras. Me parece que entonces vivirán todos allí, los abuelos, su madre, Diego, Nora y usted, en esa choza de un solo ambiente y me pregunto cómo harán para siquiera darse un abrazo sin tropezarse con alguien allí.

—Sé que no será fácil, incómodo seguramente, pero podremos manejarlo. Es mejor que vivir escondidos.

—Joven, usted arrastrará a mucha gente con esta decisión.

—No puedo decidir mi vida con Nora pensando en el bien de todos los demás excepto el nuestro.

—Bien… No lo haga. ¿Qué pasará con esos otros? Su hermano, su madre, los abuelos de ella…

Aaron guardó silencio.

—Y aún más importante que todo eso... —continuó Crispín— Tomar esa decisión significa decirle todo a Nora, que su padre mató a su caballo, que te ha amenazado, que tiene planeado su futuro. Usted conoce a la niña, ¿cómo cree que reaccionará si es más empecinada que su mamá? Parece que sacó la terquedad de su padre y madre juntos. ¿Quiere verla muriendo a los cuarenta y un años, como Norma, por una eterna lucha en vida con don Julio?, porque no se engañe, eso es lo que pasará, conoce a Nora.

Aaron sabía que eso que decía el viejo era cierto. Nora no daría su brazo a torcer, se indignaría, lo odiaría más y se tornaría una lucha de poderes sin fin entre ellos.

—Muchacho… Sea más inteligente —le reconvino don Juan—. Don Julio está viejo, su salud ha desmejorado, espere un poco, solo un poco.

—Pero ella me va a odiar por dejarla.

—Entonces tendrá que reconquistarla. ¿Ella lo ama? —cuestionó el viejo—, ¿está seguro de que lo ama?

—Sí, lo estoy.

—Entonces ella lo seguirá amando. Podrá explicarle más adelante por qué hizo todo esto y recuperarla, pero decirle ahora será retar a Nora, enfrentarla con su padre y ambos son igual de tercos y lo sabe.

Aaron asintió.

—Después de lo que acaba de pasar entre nosotros, no puedo solo decirle que la dejo y ya. No lo creerá.

—Tendrá que ser algo real.

—Pero eso volverá a herirla, no quiero hacerlo, no puedo.

—¿Duda que Nora se recupere de un corazón roto? —indagó don Juan.

Aaron negó con la cabeza.

—Ella se recuperará y estará bien. Ya lo verá.

—Sé que se recuperará, pero ella es vulnerable también, como toda mujer. Se guarda todo sin sacarlo. No quiero que me odie.




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