Bruto Jefe

Capítulo 4

 

—Entonces… ¿Qué opinas? —indagó Román.

—Varias cosas… ¿Quiere que se las diga aquí? —respondió una segura Vera, desajustándolo un poco.

—No, vamos a la oficina —respondió el jefe.

Justo antes de retirarse.

—¡Vera! —llamó el actor colocándose con rapidez su bata, mientras se acercaba—. No te vayas tan rápido —solicitó entretanto la chica trataba de mirar hacia otro lado con pudor, pues ya el chico nada tenía que esconder—. Quería invitarte a salir esta noche a comer algo, si te parece.

La viva mente de Vera ya se imaginaba brindando con el chico, en una pequeña y redonda mesa, chocando las copas, riendo.

—Ah… Me encan… —Vera casi logra aceptar, pero Román la interrumpió:

—No, ella estará muy ocupada hoy. No creo que pueda. 

El actor lo miró extrañado, pues nada le había preguntado a él para que se metiera respondiendo.

—¿Mucho trabajo? —cuestionó la joven.

—Sí… Solo que aun no te lo he explicado, más lo tendrás —insistió Román, sin entender con claridad su reacción ni lo que hacía.

Vera se apartó un poco para hablar con su jefe.

—Señor… —dijo uniendo sus manos a manera de ruego—. Por favor, por favor, solo por hoy… No me entregue ese supuesto trabajo. ¡Esta es una oportunidad única! No puedo perderla. Es que no lo puedo creer, Leto me acaba de invitar a salir. Señor… por favor, no puede hacerme esto.

A Román le indignó la ilusión brillante en los ojos de Vera al pensar en salir con el actor, la insistencia, las ganas, jamás lo había visto a él de esa manera y reaccionó:

—Pues no… Hoy tendrás mucho que hacer, créeme. No puedes. Te espero en la oficina —culminó la discusión sin derecho a réplica.

Vera lo miró fastidiada, se disculpó con el actor para partir tras Román, sin poder creer la oportunidad que acababa de perder. Le provocó renunciar en ese instante, pero no podía, tenía que ayudar en casa y muchos sueños que cumplir para los que necesitaba dinero.

Así regresaron, de nuevo en silencio, era clara la tensión entre ellos, aunque aún no hubiese pasado nada, algo en el ambiente era inquietante. Vera era una mujer despierta y aguda y Román lo sabía, con una chica así no podía ser un tonto, así que no encontraba qué decir y menos después de impedir su cita sin saber por qué.

Llegaron a la oficina, Román pasó directo sin mirar a Natasha siquiera y Vera pasó tras él, molesta sin saludar tampoco, pues no le provocaba hablar.

Al entrar a la oficina, se sentaron en sus sillas. Vera estaba claramente molesta, no se aguantó y preguntó:

—Señor… ¿Cómo se atreve a estar controlando si puedo salir o no con alguien?

—Yo no estoy controlando nada, solo te informé que tenías trabajo que hacer. Eso es todo —contestó el jefe con seguridad—. Una pregunta más como esta y me obligarás a despedirte. Yo no tengo por qué estar dando explicaciones. ¿Qué les pasa a las asistentes hoy? —cuestionó en voz alta, molesto.

Vera calló ante la amenaza y Román volvió a preguntar tratando de cambiar el tema y suavizar la situación pues no quería perder a la asistente tampoco.

—Dime,  ¿qué crees que pasa con la película?

—Bueno… —Comenzó a responder ya más resignada—. Usted tiene casi todos los elementos necesarios para el triunfo, pero en el cine hay que cuidar cada detalle, no se deja nada al azar. Su director es bueno, más creo que su problema son los diálogos, el guion, no es… No es real.

—Claro que no es real, es una historia de ciencia ficción.

—No me está entendiendo, no importa el género de la película, así sea fantasía, ficción, debe ser creíble para el espectador, debe convencerlo de que esto es posible, llevarlo a sentirlo, vivirlo.

Román la observó pasando la mano por la barbilla.

—¿Recuerda Terminator 1 en el 84? —continuó la chica—. Una película de bajo presupuesto, el mismo director, Cameron, escribió el guión después de tener una pesadilla con este futuro apocalíptico. El personaje Kyle Reese, es un niño bonito que claramente ha sufrido, tiene cicatrices y su actitud es de un hombre atormentado, entregue ese realismo a sus espectadores, señor Román. Dele a su actor un aspecto más rudo y sufrido e indique al guionista que al protagonista aún le falta transmitir.

El jefe quedó impresionado al ver la pasión con que hablaba Vera, la forma en que se inmiscuía y visualizaba la película le recordaba a su madre.

—Entiendo —respondió Román—, y me parece que tienes razón. Sin embargo, el guionista no quiere cambiar nada, ya sabes cómo son.

—¿Es famoso?

—No, es la primera película que hará.

—Pues esta es una gran oportunidad para él, ¿qué se cree? Él tiene condiciones, pero usted también. Dígale que si no le deja cambiar algunas cosas que los beneficiarán a ambos, tendrá que rechazar el guion.

—Somos un nuevo estudio, desconocido, los guionistas famosos no nos quieren confiar sus películas. Tenemos que empezar por algo, si le digo eso lo rechazará.




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