Bruto Jefe

Capítulo 6

 

Megan entró apresurada al lugar donde estaba Vera con el bebé, Román venía tras ella exigiendo que le permitiera cargarlo o verlo al menos. El padre extendió los brazos intentando asir al niño. Vera percibió aquella añoranza en los ojos de Román, una alegría de ver al bebé enredada con dolor, pero Megan, arrancándolo de los brazos a la asistente, lo alejó y dándose vuelta dijo:

—Solo te permitiré verlo cuando hagas lo que te pido, no antes. Créeme que no pasará, Román, no pasará. ¿Entendiste?

El jefe apretó sus manos empuñándolas con ira. El bebé comenzó a llorar extendiendo sus brazos hacia Vera y aquello parecía una locura mientras la chica miraba a ambos lados, a Megan, con el rostro lleno de rabia, hablando con los dientes apretados y en el otro, Román, frustrado porque tuvo tan cerca a su hijo, más Megan jamás le permitió acercarse.

—¿Y tú qué crees que haces con mi hijo? —reclamó Megan a Vera.

—¿Qué? —dijo la chica sin comprender.

—Él… Él me quiere a mí, ¿entendiste? —aclaró la madre.

—Claro… Eres su mamá —respondió Vera sin entender este arranque de Megan.

—No quiero que te le acerques de nuevo, Román, ¡ni tú tampoco, Vera!

—No hay problema, como digas —contestó la asistente con una voz tranquila.

—¡No me hables así! —exclamó Megan alterada—. Como si fueras buena, sé lo que estás haciendo y no eres más que otra zorra. Las identifico nada más con verlas. ¡Apestan!

Vera comprendió que estaba muy alterada por lo que prefirió callar.

—Ella no tiene culpa de nada, Megan. No te descargues con Vera. No te lo permitiré —habló Román acercándose molesto a su ex.

Pero eso solo la encendió más en ira, porque estaba defendiendo a la chica.

—¿Ves? No me puedo meter con tu mujerzuela porque saltas a defenderla. —Román pasó las manos por su rostro agotado—. Me la vas a pagar, ¡me la vas a pagar! Y sé bien cómo hacerlo —culminó Megan retirándose, derribando cosas a su paso como una niña malcriada.

Vera no sabía qué hacer, así que mantuvo la mirada baja. Román, sin dar explicación alguna regresó a su oficina y ella caminó tras él. El momento en el ascensor fue incómodo, silencioso, porque ya era evidente el problema que el jefe tenía con la escandalosa Megan.

Vera se sentó frente a su escritorio para mirar a una Natasha de ojos rojos, mientras Román entraba a su oficina.

—Esa diabla me la va a pagar —profirió Natasha airada—. Nadie me pone una mano encima y se va como si nada. Le voy a quitar a Román, le voy a quitar todo.

No obstante, Vera solo guardó silencio, no quería ser parte de aquel escándalo.

 

Ya por la tarde, llegó el profesor Harry con las correcciones y sugerencias del guion. Vera lo hizo esperar en una pequeña sala fuera de su oficina y tocó la puerta de Román para anunciar su llegada.

Escuchó un seco “pase” y al entrar, lo encontró de espaldas en su gran sillón, dio la información a lo que el jefe respondió:

—No quiero reunirme con nadie.

—Señor… Usted lo citó para hoy.

—¡Qué no quiero ver a nadie! —gritó—. ¡Obedece y vete ya!

Vera se dio la vuelta y se dirigió a la puerta, pero al poner su mano sobre el pomo, se detuvo, pensativa. Román la estaba pasando mal, pero esa impulsividad solo le iba a arruinar todo, así que se armó de valor y se acercó a él con la intención de hacerlo reaccionar.

Román continuaba de espaldas y le sorprendió ver que su asistente de rizos se atravesó en su campo de visión.

—¿Acaso no entiendes? —cuestionó molesto y a Vera le pareció que no era más que un perro ladrando sin morder, herido, asustado.

—Señor… Sé que no la está pasando bien, pero aun así creo que podrá hallarle una solución al problema que tiene con la madre de su hijo.

—No, no hay solución. Ella es… Ella fue… Astuta. Yo fui desinteresado y ahora me pesa. ¿Cómo estás tan segura de que lo resolveré? Ni siquiera sabes de qué se trata.

—Porque eso es lo que se hace con los problemas, se resuelven y si por alguna razón no se puede, entonces simplemente se dejan así y se continúa.

—¡Ja! Lo dices como si fuera muy fácil. ¿Qué vas a saber tú? No sabes nada.

Vera estuvo a punto de tirar la toalla porque Román se mostraba cerrado e intransigente, además de que la trataba mal, pero no se rindió. Así, se acercó aún más a él y le dijo:

—Usted va a tener esta reunión, es importante para el estudio, para su película, muy importante. No deje que esto lo derrumbe, usted puede, señor Román, con esto y con mucho más. Así que se va a levantar y atenderemos a Harry, ¿entendido? Su éxito depende de esto y no desaprovechará la oportunidad.

Él la miró impresionado por la forma en que le habló. Aquella frase quedó retumbando en su cabeza: “Usted puede con esto y con mucho más”. Así que se sentó más derecho y respondió asintiendo.

—Sí… Hazlo pasar.




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