Bruto Jefe

Capítulo 11

 

Vera quedó confundida luego de mirar a Román retirarse. Apretó los ojos, recordó la sensación de los suaves labios de su jefe contra los suyos y lo bien que se sintieron allí, tibios y cariñosos, el sonido que produjeron mezclado con el masculino perfume. Cada detalle fue inolvidable, y sintió rabia por la forma en que la había tratado, seduciéndola burlonamente, sin ninguna intención de algo real, solo buscando despertar emociones en ella que apagó luego de un pisotón.

La chica alzó el mentón y echando mano de la mayor compostura que pudo reunir, salió de esa habitación aplacando el creciente enojo que experimentaba, pues Román no sabía que, así como había despertado una llama en Vera, también había sacado a flote su indignación y ella no era una mujer fácil ni que cediera como si nada y él estaba a punto de descubrirlo.

En otro lugar de la fiesta, mientras Román se dirigía hacia las mesas para verificar que todo estuviera funcionando exactamente como él esperaba, lo detuvo una despampanante rubia que reconoció con rapidez. Era Natasha luciendo un vestido azul muy revelador, de cuello en V con abertura hasta el ombligo apenas cubriendo sus abultados senos y un par de muy altas aberturas para cada pierna en la falda. Con cualquier simple movimiento de la chica algo revelaba, sin embargo, Román conocía cada centímetro de aquel torneado cuerpo que poco le interesaba ya y más aún después de su encuentro con la Vera, que dejó flotando en su mente aquella sensación de amor imposible que lo intrigaba y entusiasmaba.

—¿Natasha? ¿Qué haces aquí? —preguntó Román extrañado siendo directo.

—Hola, jefe. Primero se saluda a las personas —respondió ella pasando su mano por el amplio pecho de su jefe.

—Te hice una pregunta… ¿Qué haces aquí?

—Pero si usted me invitó.

—No, estoy seguro de que no te invité.

—Pues yo tampoco sé, recibí mi invitación igual que los demás o no habría podido entrar con la seguridad que tiene usted aquí.

Román la miró entrecerrando los ojos, incrédulo.

—Seguramente fue un error de su otra secretaria. Ella era la encargada de la lista de invitados, quizá me quiso invitar a pesar de su negativa, no sé. Ella se equivoca también, jefe, y a veces hace lo que le da la gana.

Él asintió con media sonrisa comprendiendo lo que trataba de hacer Natasha, al final Vera y su hermano Tomás tenían razón respecto al tipo de mujer que frecuentaba y que nada bueno le habían dejado.

Natasha tomó el brazo de Román apretándolo entre sus senos, diciendo:

—Amo esa canción, jefecito. Baile conmigo, ¿sí?

—No, no quiero bailar, y tampoco me digas jefecito —profirió molesto.

Vio la pista de baile ante la propuesta de su asistente para descubrir a Vera bailando y riendo con el actor Leto, que por lo visto aprovechaba cualquier oportunidad para acercársele.

—Sí, sí, vamos a bailar —dijo tomando la mano de Natasha, haciéndola caminar con rapidez.

Mientras se acercaba hacia la pista de baile, Román alzó los ojos al balcón para encontrarse con la cómplice mirada de su hermano Tomás, quien desde el balcón señaló a Vera bailando con Leto. El menor asintió y sin decirse nada, aún en la distancia y con unos gestos de Tomás ya habían entendido lo que harían.

Ya el hermano mayor había percibido la atracción de Román por Vera después de más de dos décadas, conociéndolo, en realidad, al mostrar interés en la chica, solo buscaba generar en Román celos y decisión. Tara estaba fascinada con su posible futura cuñada, así que, deseando que su hermano al fin pusiera sus pies sobre la tierra, los dos mayores decidieron aliarse para darle un buen empujón en dirección hacia Vera.

Tomás se acercó al DJ, entretanto Román arribaba a la pista de baile. Natasha, sin ningún reparo, rodeó el cuello de su jefe con sus dos brazos, apretando sus exhibidos pechos contra él, moviéndose al ritmo de la música disco. Ella tomaba su rostro con una mano y lo llevaba a mirarla, pues Román se mantenía vigilando a Vera y al actor sin quitarle los ojos de encima. La rubia comprendió lo que pasaba y se molestó, por lo que tomando con más fuerza a su jefe le dio un profundo beso, tratando de distraerlo de sus intenciones, pero él detuvo el contacto con apuro. Poco le importaba a Román el deseo de Natasha, y moviéndose al ritmo de la música se acercaba a Vera con decisión.

Todo esto lo observaba el padre, Justo, desde otro balcón de la gran casa. Ya conocía los gustos de su hijo, por lo que al mirarlo recibir el beso de la sexi rubia se indignó, no obstante, era claro que el interés de Román era otro, por lo que se mantuvo vigilando aquella secuencia de acciones, pues le pareció que algo tramaba.

Román se fue acercando a Vera quien bailaba riendo con la estrella juvenil, se veía que claramente la estaban pasando bien, nada parecido al apasionado, pero pesado momento que habían tenido el jefe y su asistente en la habitación instantes antes.

Ya junto a ellos, los ojos de Vera se encontraron con los de Román sacándola del momento, pero se esforzó por ignorarlo enfocándose en el galán que tenía en frente.

Tomás supo que era el momento, así que, por su orden, el maestro de ceremonias, tomando un micrófono y con una actitud efusiva y entusiasta, dijo trayendo todas las miradas:




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