Bruto Querer

Capítulo 6

Unos días después, durante el entrenamiento con Isha.

—Señora Nora, estoy todo adolorido. Uno piensa que el caballo hará todo el trabajo, pero esta forma de montar demanda una buena condición física.

—Sí, Isha. Te indicaré unos ejercicios que deberás hacer al menos tres veces a la semana y no puedes fallar en eso, porque si no podrás tener calambres y hasta lesiones en la columna. Necesito que estés fuerte.

—Sí, señora. Lo haré.

—Cada caballo tiene su forma de caminar y correr, Isha, así como nosotros, ninguno lo hace igual. Necesitas conocer a tu caballo, seguir su ritmo y adaptarte —explicó Nora.

El joven escuchaba atento e indagó:

—¿Y cómo haré eso, señora?

—Practicando, practicando y practicando hasta que se vuelvan uno al andar.

El chico asintió.

—A montar —ordenó Nora—. Cada dos semanas iremos cambiando la rutina. Necesitamos descubrir cómo le gusta correr a Coral.

—No entiendo… —replicó Isha—. ¿Cómo más va a correr?

—Hay caballos a los que les gusta ir a la delantera, como Bala, así es ella, aunque ya no puede hacerlo. Hay otros que prefieren esperar, es el acuerdo al que llegan con su jinete y se les da mejor acelerar el ritmo a la mitad de la carrera, incluso he visto los que van atrás y repuntan. Necesitas descubrirlo conociendo tu caballo.

—Parece más complejo de lo que pensé —profirió el chico preocupado—. Mi abuela siempre dice que hemos dejado de escuchar a los animales, que por eso el mundo está tan mal.

—Pues estoy de acuerdo con tu abuela. Tendrás que aprender a escuchar a Coral. Tranquilo, irás descubriendo todo naturalmente, sin presiones. De nuevo, iniciemos caminando unos quince minutos, luego trote, yo te indicaré los tiempos y haremos dos piques con unos diez minutos de separación entre ellos, hasta que cumplamos las dos semanas. Luego iremos cambiando el orden cada día.

El chico inició el entrenamiento, mientras Aaron observaba a su esposa de lejos.

—Vamos con el pique, Isha —dijo Nora con voz de mando—. Quiero que mantengas tu pecho sobre tus rodillas para que no se embolse el viento en esa parte, espalda recta, pero sin tensión y no te sientes sobre Coral. Necesitas aprovechar al animal, ya ella enfrenta el aire, mantente detrás de su cabeza y cuello, asómate solo lo necesario para ver. El viento es tu peor enemigo.

El chico arrancó el galope.

—¡Estriba corto! —gritó Nora mirándolo alejarse.

Y el chico con rapidez captó la postura y sintió miedo de la velocidad que alcanzó, jamás había corrido tan rápido.

—Parece que el chico tiene habilidad —dijo Aaron sacando a Nora de su mirada absorta en Isha.

—Sí, tiene talento.

—Nunca me enseñaste nada de eso —comentó su esposo algo celoso— Quizá me sirva para la carrera.

—Mi amor… Ya te lo he dicho… Eres un gigante y pesas demasiado, jamás lograrás tener la velocidad de ese muchacho.

—Pero podrías entrenarme para la carrera —solicitó el esposo—. Ya dudo que te gane a ti, menos le ganaré a ese chico si se vuelve bueno.

Nora miró a Aaron pensativa.

—No me había pasado por la cabeza, más ahora que lo mencionas… Me parece una excelente idea. Isha debería competir contra nosotros en la carrera.

—Ah, esto era lo que me faltaba, mi amor. Ahora no ganaré jamás. Soy reconocido por eso en Elko.

—A todos los deportistas les llega ese momento, Aaron, cuando surge alguien mejor. No puedes pensar en ganar siempre. Súbeme a la empalizada, por favor —requirió Nora.

Su esposo la tomó por la cintura y sin esfuerzo la sentó allí. La chica tomó ente sus manos el rostro de su esposo y le dijo:

—Mi amor, ¿cuántas veces has ganado la carrera?

—Unas ocho, hasta que apareciste tú —respondió dejando un beso en los labios de su esposa.

—Me parece que Isha jamás ha ganado una carrera, jamás ha competido. ¿No sería grandioso que disfrutara una victoria limpia y experimentara la emoción de ganar?

—Sí, mi amor, sería grandioso, supongo que estoy siendo egoísta. Aunque insisto, sé que no soy el tipo más indicado para la velocidad, pero quiero que me ayudes a mejorar mis tiempos. ¿Puede mi esposa ayudarme? —insistió besando sus labios, para luego instalarse en su cuello y hacerla reír a punta de besos.

—Claro que sí —replicó con una amplia sonrisa, sabiendo que Aaron siempre conseguía lo que se proponía, sin duda esta carrera sería aún más cerrada si Isha decidía competir y hasta ella podría perder si el chico se tornaba lo suficientemente bueno.

 

Cuando el chico terminó el entrenamiento del día, se acercó en su caballo y al fin conoció a Aaron, el esposo de la señora, y estrechó manos con aquel tipo grande que con sus brazos cruzados lucía intimidante.

—Isha… ¿Has pensado en participar en la carrera anual del pueblo, en el Festival Vasco? —indagó Nora.




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