Escuela para enfermos mentales.

Julio de 2015.

Y ahora resulta que estoy loca, que tengo una especie de enfermedad mental. Ellos son todos unos drogadictos miserables y no lo grité a los cuatro vientos. Hasta la directora cree que tengo que estar en una institución para enfermos mentales, porque soy la conflictiva de la clase e incluso insinúa que no tengo que estar en este colegio.

Cada vez me envenenan más, no paro de pensar en la venganza. Quieren destruir mi futuro, mi vida por completo. Me culparon y me hicieron firmar un acta, me robaron el celular. Se corre el rumor por todo el colegio y los profesores me miran raro, ya no me creen nada. Dicen que soy una delirante, que "nadie me hace nada, yo me aíslo porque tengo problemas", incluso me preguntan si me pegan en mi casa, no puedo creer hasta donde puede llegar la maldad. O mejor dicho, la estupidez.

Y la gran pregunta que siempre me hago es... ¿Lo que dicen es verdad o siempre me toca la peor clase?... A esta altura todo es tan confuso que ya no sé ni qué pensar.

Hace unas semanas, se corrió el rumor de que tengo un nuevo celular. Un día cuando salí del colegio y estaba caminando con mi novio, dos tipos se bajaron de una moto y nos apuntaron con una navaja. En el momento me asusté, como cualquier persona lo hace en esta situación. Pero yo sabía que eran mandados por ellos. No salgo con el celular. Me robaron la mochila, pero no nos hicieron nada.

A los pocos días me enteré de que la mochila estaba en el colegio, porque una señora la había encontrado tirada en la calle con todas mis cosas adentro. Tuve mucha suerte la verdad.

En este momento me pregunto, ¿Por qué el tiempo se me hace interminable estando acá?, ¿En qué estaba pensando?, ¿Por qué no hice caso cuando el vicedirector me ofreció una vacante para cambiarme de turno?. Ya falta tan poco para que llegue la primavera... los días serán más largos y no sería tan peligroso salir a las siete y cuarto de la mañana.

Me quiero ir, ya quiero terminar, siento que no soporto ni un día más acá sentada. ¿Por qué?, al parecer acá no son como creí al principio, son fríos, sin piedad, nada les importa, solamente hacer maldad, lastimar, excluir. Los directivos los defienden y se les burlan en la cara.

Ya no lo soporto más, mi paso por la secundaria fue siempre muy duro, cada vez se me hace más y más difícil reprimir las lágrimas. No puede ser que pasé toda mi adolescencia sufriendo tanto y rogándole a Dios que llegue el último día para cruzar una puerta...

Bueno, es lo que me tocó vivir, lo que me tocó aprender y me siento orgullosa de mí misma, porque si pude aguantar, si pude odiar tanto y pude olvidar tantas cosas... significa que no soy tan débil como creí.