Bumayé, cap. 1
Ha sido todo un viaje. Esta noche, el cinturón del campeón volverá a abrazarme el abdomen. El rey volverá al trono, y se establecerá en el trono del mundo hasta el fin de sus días.
Meses de entrenar con hambre, meses de correr en una isla que parecía un sauna, meses de calentar el encuentro, de analizar nuestros dos encuentros anteriores, de escuchar a Dan y sus nuevas estrategias, de perfeccionar mis trampas, afilar mis armas, endurecer mis escudos... Todo para este momento.
Mi música suena en mi camino al ring. Voy seguro, pero impaciente. La gente me conoce, y yo los conocí a ellos en su momento. Han venido a verme hacer lo que mejor sé hacer. Han venido a ver si el hombre que estuvo entrenando por las calles de la ciudad como un loco sería capaz de volver a conquistar el prestigio que fue cuestionado por el resultado de su último encuentro.
Aún teniendo la ventaja del campeón, él fue consistentemente mejor que yo, pero hoy no tendrá esa suerte de nuevo.
El host nos presenta como es habitual. Él tiene gente apoyándolo, pero soy el favorito. Hasta parezco un local más. Sonrío recordando cómo en el pesaje oficial dijo que me ganaría porque yo estaba de farra aquí, y que me ganaría aunque todo el país se metiera al ring. Mi público es una hidra de miles de cabezas que espera ansiosa la ofrenda que le voy a dar.
Su cara muestra ira fría. Al parecer, algunas de las tantas cosas que dije sobre él le dolieron, y desde la firmeza de sus pasos hasta el cómo mordía el protector, todo indicaba que las ganas de ganarme eran comparables a las mías.
Suena la campana, chocamos los guantes y nos desplazamos rápidamente. Él vino hacia mí en un zigzag más irregular que la vez anterior, pero como yo ya estaba curado de espanto ante esos escenarios, apenas entró en mi rango, retrocedí. Apenas noté que aceleró, lo interrumpí con un jab y salí de su zona.
Entrar, golpear, salir... Mientras pudiera hacer eso, ganaría.
Se detuvo un segundo. Me provocó a atacarlo. La multitud emitió un estruendo y yo contesté haciendo el gesto de lanzarle un beso con la mano izquierda. Hank entró apenas notó que estaba saliendo de mi guardia para provocarlo; se lanzó hacia mí. Antes de darme cuenta, se había metido agazapado por mi costado izquierdo. Retrocedí, él siguió su acometida con un golpe gacela de izquierda que impactó fuertemente en mi guardia. Yo avancé para recortar la trayectoria del golpe, le dí una contra al centro del abdomen, cosa de pasarle a llevar el hígado y que el dolor lo hiciera perder iniciativa. No funcionó. Volvió a avanzar con una mirada de desquiciado tras su guardia. Zigzagueó tratando de llevarme a la esquina. Dejaba una apertura hacia su derecha, pero ya no iba a desafiar su trampa. La última vez en los primeros rounds me metió un par de buenas manos en el costado que me hicieron bajar el ritmo a largo plazo.
El tipo es cinco centímetros más bajo, no cortaba peso. Su alcance era ocho centímetros menor. Esos ocho centímetros eran todo el espacio en que yo podría frustrarlo a base de jabs y salir seguro. Su temperamento le haría perder a largo plazo, el mío me haría ganar.
Me lanzó un recto con la derecha para empujarme a la esquina. Lanzó el primero, yo di un paso atrás sin pensar y dió en mi guardia. Él adelantó su pie derecho. Pocas veces en su carrera se le había visto usar el cambio de guardia.
Luego una combinación. Uno. Bloqueo, pero mi guardia se desestabiliza. Dos. Me veo obligado a usar la cintura para esquivar. Recto de izquierda. Parry. Tuve que usar más fuerza de lo necesario, pero quería asegurarme de destabilizarlo antes de darle en la barbilla.
Sus pies no mostraron flaqueza pero sí se detuvieron por décimas de segundo. Recupero espacio, pero Hank me mete en clinch para seguir empujando desde ahí. Opongo sólo la resistencia necesaria para hacerlo esforzarse. Empuja con más fuerza mientras yo controlo sus manos por fuera. Parece que en cualquier momento me va a levantar. Entre pasos, doy pequeños golp
Editado: 18.09.2025