Bus Stop

El Pacto de los Solterones

—¡Se va a bajar! ¡Se va a bajar!

—¡Cállate! Se va a dar cuenta que estamos vigilándolo...

Sé que estaba loco por hacerles caso a mis amigos, pero la curiosidad me mataba, ¡tenía que averiguar más cosas de mi sexi pelirrojo! Aunque al mismo tiempo una parte de mí no quería descubrir nada de mi chico, porque si me enteraba que tenía novio...o novia, mi pobre y pervertido corazón se deprimiría terriblemente. Yo quería mantener la ilusión que era sólo mío, mío, mío, mío, ¡MIO!

—¡Quita esa cara de demente y muévete! ¡Que se nos pierde el pelirrojo!

Carter me agarró por la camiseta y casi me arrastra fuera del bus. Cuando nos bajamos no veía a mi esposito pelirrojo por ningún lado.

—¿Qué? ¿Ya lo perdimos? ¡Pero si acaba de bajarse!

—¡Míralo! ¡Cruzó la calle! Vamos Jimmy, que tu crush camina rápido...

Cruzamos la calle y le seguíamos, obviamente guardando distancia suficiente como para que no lo notara. Nos encontrábamos en pleno centro de la ciudad, justo donde se encuentran los edificios más altos, los centros empresariales, los locales comerciales y tiendas más importantes, y los edificios gubernamentales. Mi bello y súper sexi pelirrojo caminaba con sus audífonos y de vez en cuando echaba alguna miradita a las vitrinas de las tiendas. Entonces vio un kiosko y se detuvo. Eso nos agarró de sorpresa, así que Gavin, Carter y yo corrimos a un callejón cercano y nos ocultamos. Luego asomamos nuestras cabecitas para ver qué hacía allí.

—¿Va a comprar la prensa? —preguntó Carter viendo que el pelirrojo miraba los diarios que estaban allí exhibidos.

—¡Qué lindo! ¡Es periodista! ¡O reportero! Es un chico interesado en el acontecer diario de la gran ciudad...

—Tú si eres estúpido, Jimmy. ¿Por qué le la prensa es periodista? Entonces yo debería ser Superman porque me encanta leer comics...O quizás sea Kim Kardashian, no me pregunten por qué dije eso.

—¡Cállate, Carter! Que con tu voz de perro tuberculoso lo vas hacer que voltee y nos descubra.

Mi esposo entonces se dio vuelta y se fijó en uno de los revisteros. Se ve que algo captó su atención porque de pronto empezó a sacar algunas revistas y revisarlas, luego escogió una. Se acercó con ella al chico que atendía el lugar y además compró un paquete de maní salado y se retiró con su revista.

—¡Le encanta el maní! ¡Yo amo el maní! ¡Es que somos el uno para el otro! Me lo imagino recostado sobre mis piernas y yo estoy allí poniéndole manicitos en la boca... ¡Y luego tenemos sexo salvaje en el sofá!

—¡Serás pervertido, Jimmy! ¿Qué no puedes pensar en algo tierno que no termine en una escena sexual? — "G" me golpeó el brazo y me regañó.

—Bueno, podríamos comer maní y... luego...podemos... ¡Le doy duro contra la pared! ¡Lo siento! Lo siento, lo siento... Es que no puedo dejar de pensar en que voy a follármelo cuando se acabe el maní...

—¡Chicos! Se nos escapa el pelirrojo...

Carter nos empujó fuera del callejón y empezamos a seguir de nuevo al pelirrojo. Cuando pasamos al lado del kiosco, eché un ojo al revistero donde estaba parado mi lindo crush. Pero tuve que detenerme porque algo no me cuadró:

—Pero... ¿Qué clase de revista compró?

—¿No era de ese revistero de allí?

Gavin se me acercó y al igual que yo se asombró al ver que en ese revistero en particular sólo había revistas de mujeres embarazadas, macramé, manualidades y cocina... Cuando Carter lo vio se echó a reír.

. —¡A, Jimmy! ¡Lo siento! Pero parece que otro chico ya se te adelantó y embarazó al pelirrojo... Bueno, ¡quizás sea un padre soltero luchón!

—¡Serás imbécil! Quizás tiene una hermana embarazada, ¿no crees Gavin?

—O quizás quiere aprender macramé...—respondió "G" mientras hojeaba una revista de tejidos y macramé.

—¡Hey! ¿A dónde se fue mi esposito? ¡Lo perdimos!

Soltamos las revistas en el revistero y corrimos calle abajo para encontrarlo. Cuando llegamos a la intersección no sabíamos qué dirección tomó.

—¡Ay, no! ¡Ya lo perdimos!

—¡No! ¡No! ¡Allí está! Menos mal que es pelirrojo porque si no veo sus cabellitos color fresa se me pierde.

Cuando volteamos a la izquierda el pelirrojo cruzaba la avenida metido entre un poco de gente. Nos dirigimos allí y luego seguimos su cabecita roja entre la multitud hasta que se detuvo en The Yummy Shop.

—¿Qué hacemos? ¿Entramos? —preguntó Carter.

—¡No! ¡No! No podemos dejar que nos vea o se dará cuenta que los seguimos. Primero vamos asomarnos por la vitrina a ver qué hace.



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En el texto hay: crush, romance juvenil

Editado: 17.03.2018

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