Búscame en las estrellas (resubiendo)

Capitulo 4: El Cazador

De cuando conoces a un cazador que se parece a ti.

—No.

—Sí.

—No.

—¡Sí!

Cierro los ojos y me llevo los dedos al puente de la nariz, implorandole paciencia a Dios.

—No vamos a usar decoraciones verdes y rojas, Zach. No es Navidad.

—Pero ni siquiera son del tono de navidad… además-

—Además nada —lo corto antes de que empiece con su argumento de “el verde es mi color favorito…” y ponga aquella carita de perro pateado con la que siempre quiere manipularme.

—¿Por qué no?

—Porque si madre llega a ver colores navideños en pleno otoño, me mata.

—¡Pero son bonitos! Y alegres, y festivos...

—Y completamente fuera de lugar— le señalé las demás mesas—. Mejor escoge entre estas opciones.

Zach arruga la nariz, inconforme y no dice nada más.

Con la paciencia colgando de un hilo, tomé a mi mejor amigo por los hombros y lo acerqué a la primera de veinte exhibiciones.

—A ver… Aquí hay esculturas de hielo, manteles bordados con copos y estrellas en tonos fríos, globos azules y flores blancas.

—No —negó sin dudar—. Eso grita invierno.

—Concuerdo, ni siquiera sé porque trajeron esto a la casa.

Pasamos a la segunda. Esta mesa es negra, con malla fluorescente y decoraciones en colores neón. Figuras abstractas, guirnaldas psicodélicas y muchas luces.

—Este se ve interesante —dice Zach con una sonrisa torcida—. Muy alternativa.

Y fue como si dijera que vendría vestido de payaso ese día.

Por alguna razón, me pareció que Diane y Lane apoyarían esta idea también.

—Aunque a mi tía Ada no le va a gustar... —reconoce Zach de inmediato—. Mejor sigamos viendo.

Gracias al cielo…

—Estas son bastante lin...

—Definitivamente no.

—¿Por qué no?

La decoración es de tonos neutros: madera clara, mármol blanco, jarrones elegantes y flores en naranjos pálidos. Minimalista, delicado, sobrio. Justo el estilo de mi madre.

Zach opina que es demasiado elegante.

—Mi madre es muy elegante.

—Sí, pero esto parece destilando a una boda— dice haciendo una mueca—. Además, a mi tío Lucian no le va a gustar, sabes lo mucho que odia esas cosas.

Me tensé de inmediato.
Papá.

¿Cómo pude olvidarme de él?

Una oleada de ansiedad me golpeó el pecho y empecé a repasar mentalmente cada decisión que ya tomé y que ahora probablemente debería de cambiar. ¿Qué pasa si nada le gusta? ¿Y si es incómodo para él?

Me pesa, me irrita y sobre todo, me decepciona haberme olvidado de algo tan importante como mi papá. De los dos, mi madre es la más difícil de complacer y por ello siempre la consideramos primero. Conocía el carácter de mi padre, y sabía que aún si hacía todo al gusto de ella, él me daría una sonrisa y palabras amables. A veces me confiaba mucho de eso, como es evidente.

Pero no podía permitir que mi padre estuviera solo “de acuerdo”, quería que lo disfrutara.

—No entiendo por qué tanto lío... —interviene Thomas desde el sofá, donde no ha hecho absolutamente nada desde que entró a mi casa.

—Calla, los muebles no tienen voz ni voto— le espeta Zach, que seguía claramente sentido—. Ni siquiera sé porqué estás aquí…

La conversación con Lane me había dejado pensado en eso precisamente, pero decidí posponer el asunto un poco más, así que fijé la vista en la cuarta mesa, fingiendo que esa observación no iba conmigo.

—Como te decía, Leonard—se defiende Thomas—. ¿No es más razonable contratar un organizador de fiestas?

—Mi madre pidió algo que la sorprenda, y eso no lo logrará un organizador.

Él bufó, inconforme como siempre que su palabra no era ley, y se puso el celular sobre la cara para seguir ignorándonos.

—Haz lo que quieras entonces.

Zacharias le da una mala mirada, breve y carente de verdadero odio, antes de volver a su expresión suave de siempre. No permitiendo que alguien con mala actitud le arruine el ánimo.

—Veamos la siguiente mesa, Leo.

Obedecí, pero mientras caminábamos me dirigí a mi otro amigo que estaba presente: Francis. Él tenía una tableta en manos dónde iba viendo cada detalle del menú que serviremos ese día.

—Fran, ¿cómo va eso, eh?

—Todos los platos y bocadillos ya están escogidos. Cosas tropicales para que se sienta la vibra de “Recién volvemos de un crucero por todo el mar pacífico”. Me contacté con un servicio local de banquetes para que sea el que nos sirva, pero me siguen faltando las bebidas y acompañamientos.

—Eso está bien— dije, refiriéndome a la predilección por servicios locales—. Perfecto de hecho. Gracias. Si necesitas ayuda con las bebidas…




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