De cuando conoces a un cazador que se parece a ti.
Estaba disfrutando de mi plato de pasta con albóndigas en la mesa más apartada del comedor. Algunos dirían que es por el escándalo de hace dos semanas, pero yo lo categorizaría como el efecto que tiene no tener a Diane al lado. Es decir, yo soy el que llamaba la atención, pero ella es la ruidosa.
Había elegido este sitio a propósito: lejos del bullicio, del drama y, sobre todo, de la gente. Zach y Francis estaban en clases todavía, y eran las únicas compañías que toleraba.
Y, claro, todos lo entendieron.
Todos... menos Lane.
—¡Hola, Leonard!
Alcé la mirada lentamente, esperando estar equivocado. No lo estaba.
El cabello castaño mal cortado, la campera verde y los vaqueros cortos. ¿Cómo podría no ser ella?
—Lane… ¿puedo saber a qué debo el placer de tu presencia?—le pregunté, volviendo la vista a mi plato de pasta, que antes me había parecido tan apetitoso.
—No tenía dónde más sentarme —respondió, sentándose frente a mí con toda la naturalidad del mundo. Ella traía un plato de pollo aderezado y arroz, además de una bebida de uva, me parece.
—¿Y por eso pensaste que podías sentarte aquí?
—Las sillas son para sentarse, Andrew.
Suspiré.
—Me refería a sentarte junto a mí.
—El comedor es de todos los estudiantes.
No tenía cómo rebatir eso sin sonar como un completo elitista.
Bufe, molesto, y apuñalé la albóndiga con mi tenedor como si ella fuera la culpable de todos los males del universo.
Comencé a comer, esta vez con brusquedad.
—Oye.
La ignoré.
—Oye...
Seguí ignorándola.
La verdad era que no sabía ni siquiera por qué no quería tener a Lane cerca. No me había hecho nada ni me generaba especial desagrado, solo me incomodaba su presencia. Probablemente era por el incidente en que ambos nos habíamos visto envueltos, aunque no tenía nada más con qué compararlo.
Tal vez era como Diane dijo y solo era porque ella es diferente a mí, a nosotros.
—Si te mueres por tragarte el tenedor, no será mi culpa.
Me quedé inmóvil, el cubierto a mitad de camino entre el plato y mi boca.
—¿Qué?
—Hasta que reaccionas —rió—. Solo quería hablar contigo.
La miré con incredulidad.
—¿Y por qué querrías hablar conmigo?
—Bueno, no sé nada de ti, aparte de que eres muy bueno en arte —dijo con total simpleza.
La miré mal y fruncí el ceño. ¿Solo en arte? Mi promedio está empatado con el de Alexis Grafton, somos los mejores del curso.
Lane rodó los ojos con una de sus exasperantes sonrisas.
—Bien, eres bueno en todo. ¿Feliz?
Asentí, extrañamente complacido porque hubiera podido leer mi pensamiento.
—Además de eso… bueno, sé que eres rubio, de ojos imposiblemente azules —me estudió un segundo—. ¿Son reales? Vale, vale. Lo son. Sé que eres muy vanidoso. Como un gato.
Aquellos disparates de Lane eran tan naturales y se me habían vuelto casi habituales ya que compartimos mesa en varias clases. A veces ya ni me daba tiempo para ofenderme.
—Y sé que en tu tiempo libre secuestras personas.
Y ahí estaba.
El comentario que tanto había temido desde que llegó.
El tenedor se me resbaló entre los dedos. Me quedé quieto, con el cuerpo completamente tenso y la garganta seca.
Lane se carcajeó.
—¡Deberías ver tu cara! JAJAJAJAJA. Te ves más pálido que un Malfoy.
—¿Qué quién?—le pregunté.
Como muchas otras veces, su expresión se transformó abruptamente.
—Oh, Merlín… ¿No has leído Harry Potter?
Negué. No tenía ni idea de qué hablaba.
—Deshonor —dijo con una indignación de teatro, resaltando todo con movimientos de cuchara—. Deshonrado tú, deshonrada tu familia, ¡deshonrada tu vaca! ¿Eso al menos lo entendiste?
¿Ya mencioné que Lane está seriamente desequilibrada?
Una vez que ella dejó el tema del secuestro de lado, me decidí a seguir comiendo porque en pocos minutos tendríamos una clase. Sí, en plural. Lane también tomaba Procesos conmigo.
—Claro...
—Esto es peor de lo que pensaba —apoyó la frente contra la mesa con un golpe suave.
La ignoré. No merecía más energía.
Pero con Lane, la paz dura poco.
En un momento estaba sentada a mi lado, y al siguiente estaba frente a mí, señalándome sin ningún tipo de vergüenza. Y todos empezaban a mirar.
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Editado: 10.05.2025